Si a la canción se le quita la música, ¿queda una poesía?
Este sábado y domingo, desde el mediodía, escritores, músicos y poetas se reúnen en el festival Leer. Literatura en el río para debatir sobre la relación entre la música y la poesía
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Cuando Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura en 2016, el fallo de la academia sueca destacaba que la distinción reconocía el valor poético de sus letras. Para el jurado, el músico y compositor ha “creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. En su discurso de aceptación del premio literario más importante (que entregó siete meses después en un audio de casi media hora de duración), Dylan se centró en la discusión que se desató en redes y medios apenas se anunció su nombre: ¿las letras de las canciones pueden ser consideradas literatura?
La “grieta” literaria / musical se reaviva de tanto en tanto y suele ser motivo de debates y polémicas. También, eje de charlas y talleres en ferias del libro y encuentros con autores. Este fin de semana, el festival Leer. Literatura en el río, que vuelve al formato presencial después de las suspensiones impuestas por la pandemia, estará dedicado a la relación entre literatura, poesía y música. Invitados de los dos “bandos” (letra y música) participarán en mesas abiertas para que el público pueda escuchar hipótesis y teorías, preguntar y sumar opiniones.
El sábado, a las 17.30, en la charla “Escribir como músicos, componer como escritores”, autores que componen y músicos que publican como el editor y poeta Francisco Garamona, el compositor Manuel Moretti y la cantante Miss Bolivia abordarán la cuestión desde la suma de ambas disciplinas. “¿Es posible reunir estas dos artes, jugar con ellas, combinarlas? Claro que sí porque toda canción, en el fondo, es un poema y todo poema aspira a la canción”, opina Garamona. Y argumenta: “La poesía tiene melodía, sonido, atmósfera; y la canción, además de la letra y la melodía, tiene una tercera dimensión que es cuando llega hasta el sol, como diría Luis Alberto Spinetta”.
Spinetta es el referente ineludible a la hora de citar un músico poeta. Y es por eso que el festival Leer le dedica una mesa, el domingo, a las 14. La consigna que guiará la conversación entre Carlos Battilana, Ezequiel Zaidenwerg, Pablo Gianera y Natalia Romero es “Si a la canción se le quita la música, ¿nos queda una poesía?... Si Spinetta y Discépolo entraron por la ventana a las antologías de poesía, ¿cuál es el límite que diferencia la letra de una canción de los versos de un poema?”.
Cuando se le traslada la pregunta a Gianera, el crítico y ensayista responde con otra pregunta: “¿Por qué la música necesita a veces palabras, por qué las palabras piden otras veces música?”. En la mesa, que estará moderada por Pamela Terlizzi Prina, el autor de La música en el grupo Sur intentará responder la cuestión central sobre el límite (si es que existe) entre la letra de un tema musical y la poesía a partir de ese par de “por qués” que se plantea.
Para Romero, “si ese límite existe (que no lo sé) creo que es difuso, difícil de ver. Lo marca el silencio, la ausencia de sonido más allá de la palabra, la ausencia de música en tanto la conocemos. La presencia solo de la palabra crea ese algo que llamamos verso y que forma la poesía”. Como poeta, considera que “el poema nace como un instrumento”. “Tiene un ritmo, un pulso, una guía. La música del poema es una música distinta porque no lleva partituras, pero quizás ese mapa, esa partitura posible, lo crea el mismo lenguaje”. Con todo, considera que “no hay poema sin música”.
Battilana, por su parte, sostiene que “las letras de canciones y los poemas son géneros discursivos que tienen su propia lógica. No obstante, hay zonas de cruce que ponen en escena una articulación. Por un lado, las figuras retóricas usuales en los poemas reaparecen en las letras, aunque esos recursos no son exclusivos del discurso poético, sino que provienen de la lengua cotidiana. Por otro lado, ambos géneros se escriben en versos. La escansión del verso (la división en sus distintos componentes) indica una respiración y una pausa que dota de significación al texto”.
El poeta se pregunta “¿cuál es el estatuto literario, poético o artístico de la letra?” Y responde con el caso de los hermanos Expósito: “Por un lado, la letra está articulada a las medidas de la música. Virgilio Expósito, al referirse al modo de trabajo con Homero, con quien compuso tangos como “Naranjo en flor” o “Maquillaje”, decía que “la letra tiene que tener pausa, debe darle un respiro al intérprete y al oyente”. Más allá de esta circunstancia singular del modo de composición de sus tangos, es interesante que Virgilio (que se dedicaba a la música mientras que Homero al texto) se percate de la triada letra, intérprete y oyente. Las letras no son, entonces, poemas minusválidos sino que se componen de una manera particular y contienen otro tipo de poeticidad al de los poemas”.
Battilana también hace referencia a Spinetta, en especial, a su canción “Cristálida”, de la época del grupo Pescado Rabioso. “En el caso de las letras de canciones, la rima, las repeticiones, las escansiones, la distribución espacial, incluso los puntos suspensivos dependen en gran medida de la música. No obstante, al leer canciones como “Tristezas de la calle Corrientes”, de Homero Expósito, o “Cristálida” se produce un itinerario doble. Podemos leer la composición sin recordar la resonancia de la música, o viceversa, leer el texto y no poder evitar que los ecos de la melodía irrumpan subrepticiamente. En muchas otras ocasiones, leemos las letras de canciones y no se disimula la ausencia de uno de los términos. El hábito de la escucha reúne texto y música de modo inescindible y solicita la presencia de un conjunto de elementos que exceden al propio texto”.
Otra cuestión que se tratará en el festival es cómo entran en contacto las estrategias y los imaginarios de la música en el acto de escribir. Para responder y debatir el tema, los organizadores invitaron a Fabián Casas (que también participará de una entrevista el domingo a las 15.30), Diego Frenkel (que además dará un concierto), Eric Schierloh y Andi Nachón. Moderada por Lala Toutonian, la mesa (programada para las 17) lleva como título “Romper todo y empezar de nuevo: Estrategias musicales”.
“Es todo un título y creo que me irrita un poquito esa pretensión de destruir para barajar de nuevo”, reconoce Nachón. “Yo voy a tomar un solo aspecto, que es donde siento que algo de mis procesos de escritura recibió una matriz: la música muchas veces se anima a explorar nuevas formas para atestiguar sentidos nuevos. En la escritura de poesía esa es una estrategia potente: cuando no sepas por dónde, extendé el campo de posibilidades a una forma distinta”.
Según la poeta, “en la poesía -donde ritmo, sonoridad y fraseo son siempre generadores de sentidos- lo musical tiene una conexión muy particular y propia para cada voz poética. Para mí, hay una música Orozco y otra Padelletti. Una sonoridad Rosenmberg –donde el poema suena y acompaña su sentir / pensar-, cierta cadencia Bellessi y un ritmo acelerado Thénon, por decir sólo algunas voces poéticas que amo y reconozco en ese cómo musical que hace a una manera particular en que los poemas abren otros sentidos”.
Para agendar:
Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro: Del Barco Centenera y la costa. Sábado 9 y domingo 10, desde las 13. Acceso gratuito.
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