Se presentó El nuevo cuento argentino, una antología que reúne relatos de 24 escritores
La docente, narradora y ensayista Elsa Drucaroff estuvo a cargo de la selección y el prólogo; Samanta Schweblin, Mariana Enriquez y Marín Kohan, entre los elegidos
De Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo a Francisco Bitar y Samanta Schweblin, pasando por Julio Cortázar y Angélica Gorodischer, la Argentina es un país de cuentistas. En el imaginario de los lectores quedaron grabados personajes e historias que, incluso, cautivan a públicos extranjeros. Dos de las narradoras argentinas más destacadas del presente, Samanta Schweblin y Mariana Enriquez, son ante todo cuentistas. Aunque las editoriales prefieren publicar novelas en vez de libros de cuentos, el género persevera y se nutre de contextos y realidades.
Ayer, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos se presentó El nuevo cuento argentino, antología que reúne cuentos de 24 escritores. Ocho son mujeres. La docente, narradora y ensayista Elsa Drucaroff estuvo a cargo de la selección y el prólogo, y la edición corrió por cuenta de la Editorial Universitaria de Filosofía y Letras (Eufyl). En la presentación, a aula llena, estuvieron presentes varios de los autores convocados y la antóloga, acompañada por Ana María Shua y los responsables del sello.
“Hay antologías que se apoyan en el gusto de quien las hace, y no me parece mal –dice Drucaroff a LA NACION-. Pero ésta es diferente: quiere dar una idea representativa de la producción que existe y forma un nuevo cuento nacional, ya consolidado.” Entre otros criterios, primó que cada nombre de la antología tuviera publicado al menos un libro de cuentos. Otro fue que cada cuento ya hubiera sido publicado. “Evité trabajar con relatos inéditos escritos a pedido porque el libro compila el cuento que ya existe y quería elegir con libertad”, agrega.
Una pauta evidente a la hora de seleccionar fue la edad de los cuentistas. Para Drucaroff, el nuevo cuento argentino nació, “calladito y con poca valoración de la crítica”, en los años 90. “La primera y segunda generación de postdictadura tiene escritores y escritoras que vienen publicando desde hace tiempo, en un lapso de 25 a 15 años –puntualiza la autora de Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la postdictadura-. Busqué nombres que fueran más cuentistas que novelistas, cuya obra estuviera más dedicada al cuento y se luciera ahí.” La mayoría de los cuentistas tiene amplia trayectoria, como Martín Kohan, Gustavo Nielsen y Alejandra Laurencich.
“Es un gran acontecimiento que la UBA, a través de Eufyl, se haga eco de la producción cuentística nacional de los últimos años –dice Laurencich-. Es un modo de celebrar y enaltecer la vigencia de un género literario por el que la Argentina es reconocida internacionalmente, y con razón.” Para la autora de Lo que dicen cuando callan, la flamante antología aporta actualidad a cualquier interesado en la tradición literaria, ya sean lectores, investigadores o críticos. “Es algo de lo que enorgullecerse”, confiesa. La escritora del barrio de Florida, cuya obra se está traduciendo actualmente al inglés, cuenta que a los lectores de Estados Unidos les interesa mucho el cuento argentino.
Como la antología intenta trazar un panorama representativo, se inicia con los “fundadores” del nuevo cuento argentino. De los años 90, están Rodrigo Fresán, recientemente premiado en Francia, y Martín Rejtman. Y figuran autores relevantes para la crítica y los mercados extranjeros, como Schweblin, Eduardo Muslip, Fabián Casas, Oliverio Coelho, Federico Falco, Guillermo Martínez y Patricia Suárez.
“La dicha de obtener reconocimiento merecido también depende de la suerte –destaca Drucaroff-. Hay cuentistas que no la tuvieron por ahora. Quería que la antología mostrara un ‘estado de la cuestión’ que trascendiera a los más visibles. Tenemos nombres de alto valor que no se conocen como merecerían. Pía Bouzas, por ejemplo, de la primera generación, o Pablo Dema, Virginia Gallardo, Gervasio Noailles y Agustina Bazterrica, que obtuvo este año el primer premio del concurso Clarín de Novela.”
Consultada por LA NACION, Bouzas, autora del volumen de cuentos Un largo río, confirma que el cuento está más vivo que nunca. “Salió del clóset, de allí su vitalidad -dice-. Y se sacó varios corsés: decálogos decimonónicos, sistemas de relojería, icebergs e historias cifradas. Un cuento hoy no tiene que ser así o asá, puede serlo, y en ese cambio de modalidad está toda la libertad asumida, recuperada. Se mixtura con felicidad y facilidad con la poesía, los relatos de género, el teatro, la fábula, la epifanía; busca el desborde o la síntesis.” Bouzas, como otros compañeros en la escritura de ficción, considera que el único compromiso del cuentista es encontrar el pulso que pide la historia.
Drucaroff leyó más de mil cuentos para preparar la antología. Hay de todos los géneros y para todos los gustos, con estéticas en tensión; el grotesco, la ciencia ficción, el terror, el suspenso y el minimalismo coexisten en las páginas. Cierto distanciamiento irónico sobrevuela en la mayoría. “Tenía muchísimo para elegir y tuve que dejar afuera a tantos que hubieran merecido estar. Intenté nombrar a varios en una nota del prólogo; esa nota al pie es un modo de decir: ésta es sólo una muestra, el paisaje es mucho más amplio.” Un detalle ampliado de ese panorama ya está en las librerías porteñas con un título cargado de futuro: El nuevo cuento argentino.
(El editor del video de los autores es H. Rodríguez Nimo )
El nuevo cuento argentino
Eufyl
182 páginas
$ 300
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