Se lo pierden
En los últimos 100 pasó algo para lo que tal vez no estábamos preparados. La cantidad total de conocimiento de multiplicó como nunca antes en la historia. Una sola persona, en el Renacimiento, podía abarcar con bastante precisión gran parte del conocimiento que la civilización había acumulado hasta entonces. Hoy eso es por completo inimaginable. Desde la cristalografía hasta las radioantenas, pasando por la restauración de obras de arte o la ingeniería en alimentos, la colosal expansión del conocimiento humano es uno de nuestros mayores orgullos.
Paradójicamente, la queja que más se oye hoy en las salas de profesores es el bajísimo nivel de cultura general con el que llegan los alumnos al aula universitaria. Es un hecho, no lo voy a negar. Y también es un fenómeno que tiene múltiples causas. Para empezar, al docente se le paga mal, se le interviene el aula con adoctrinamiento y se lo desautoriza frente a sus alumnos.
Pero además no supimos prepararnos para la avalancha de conocimiento que se produjo en los últimos 100 años. Necesitamos una nueva y más realista definición de cultural general. Lo digo porque me llama la atención cómo los alumnos se entusiasman cuando se enteran de algunas de maravillas de las artes o las ciencias. A lo mejor ni saben lo que se pierden.
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