Se cumplen 100 años de la muerte de Miguel Cané
"Juvenilia" es su obra más recordada
"Yo diría al joven que tal vez lea estas líneas, mientras pasea por los mismos claustros donde transcurrieron cinco años de mi vida, que los éxitos todos de la tierra arrancan de las horas pasadas sobre los libros en los años primeros."
Con este párrafo concluye "Juvenilia", y con él cerró también el rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, Horacio Sanguinetti, su disertación titulada "Miguel Cané, educador y legislador", que ofreció con motivo de su ingreso en la Academia Nacional de Educación.
Elección bien fundamentada. El acto tuvo lugar el 4 de septiembre de 2000, es decir, en la víspera de la conmemoración del fallecimiento de Cané, una de las figuras notables que cursaron estudios en el histórico colegio fundado por Mitre, y que -en el marco de una vida de múltiples desempeños- tuvo una destacada labor docente, como cofundador, profesor y segundo decano de la Facultad de Filosofía y Letras (1900-1904). De esa experiencia surgieron las reflexiones que estructuraron dos de sus más famosos discursos, "El espíritu universitario" y "La enseñanza clásica", que alumbraron aspectos clave de la pedagogía.
Miguel Cané nació en Montevideo el 27 de enero de 1851, como consecuencia de la decisión paterna de poner distancia con el régimen de Rosas, en 1835. La batalla de Caseros fue una bisagra que perfilaría su destino: posibilitó su retorno, siendo niño, y la recuperación de su ciudadanía -ya adolescente- por la ley dictada en 1869, que permitía esa opción a quienes, de padres argentinos, habían nacido en países vecinos durante la época rosista.
Tras su paso por el Colegio Nacional, se recibió de abogado a los 21 años. Profesión que prácticamente no ejerció, atraído rápidamente por la política y el periodismo. Empezó a ejercer este último en La Tribuna, de los hermanos Héctor y Mariano Varela, que apoyaba al Partido Autonomista, de Adolfo Alsina; firmaba allí una columna titulada Párrafos. Luego, trabajó en El Nacional, de Samuel Alberú, con clara orientación nacionalista, en donde hizo amistad con dos redactores: Domingo Faustino Sarmiento y Dalmacio Vélez Sarsfield.
Poseedor de una sólida cultura, admirador de Shakespeare, Dickens y Voltaire, Cané trabó amistad con Pellegrini, Wilde, Mitre (fue asiduo colaborador de LA NACION, de La Prensa y El País), Roque Sáenz Peña y Aristóbulo del Valle, entre otros, pero tuvo algunos encontronazos con varios de ellos, casi siempre motivados por su manifiesto ateísmo que, en su actuación parlamentaria, lo llevó a propiciar la enseñanza laica y la separación de la Iglesia y el Estado. Gestión mínima, en realidad, frente a un cúmulo de propuestas legislativas.
Fue director general de Correos y Telégrafos; intendente de Buenos Aires; ministro de Relaciones Exteriores y del Interior; embajador en Colombia y Venezuela, y luego ministro plenipotenciario en varias capitales europeas.
Además de "Juvenilia" -su más difundida obra, producto de sus vivencias como pupilo en el Colegio Nacional, en el que conoció y admiró a Amadeo Jacques-, que fue llevada al cine en 1943, su bibliografía suma "Ensayos" (1877); "En viaje" (del mismo año de "Juvenilia", 1884); "Charlas literarias" (1885); "Notas e impresiones" (1901), y "Prosa ligera" (1903).
A los 54 años, Cané murió en su casa de Lavalle 1535, el 5 de septiembre de 1905, repentinamente, sin molestar a nadie, como había vivido. En la nota necrológica de LA NACION, se dijo: "La noticia de su muerte nos ha sobrecogido, ha sobrecogido a la sociedad entera, como un rayo en mitad de un día sereno".
- Además: Miguel Cané, el político , por Horacio Sanguinetti. Pág. 17