Santiago Kovadloff, Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía
El escritor, pensador y académico obtiene un nuevo reconocimiento, esta vez, por su don “capaz de convertir en conmovedoras palabras el misterio que habita en todo lo que nos rodea”
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El escritor, traductor y académico Santiago Kovadloff (Buenos Aires, 1942) suma un nuevo reconocimiento. La Fundación Argentina para la Poesía (FAP) informó hoy que el autor de Hombre en la tarde y Ruinas de lo diáfano (por mencionar dos de sus libros de poesía) obtuvo el Gran Premio de Honor 2022 por su destacada trayectoria en la lírica. “Es una muy buena noticia para mí, y totalmente inesperada”, dice el autor a LA NACION. En 2020, Kovadloff había ganado el VII Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, que otorga la Academia Mexicana de la Lengua. “Los dos premios, el de ensayo y el de poesía, fueron poco menos que sucesivos en términos de reconocimiento formal, porque la ceremonia de entrega del Premio Internacional de Ensayo se hizo hace pocos días en forma virtual”, cuenta. En junio, al ser declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires, se lo homenajeó en el Salón Dorado del Teatro Colón.
Ahora su labor poética, iniciada en 1978 con la publicación de Zonas e indagaciones, ha sido distinguida. “La Fundación Argentina para la Poesía ha querido honrarlo y honrarse a sí misma entregándole este año su Gran Premio de Honor”, se destaca en un comunicado de la institución, creada en 1965 y conformada por poetas de todo el país.
Kovadloff -que el 14 de diciembre cumplirá ochenta años- es graduado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, tradujo al español libros de poemas del portugués Fernando Pessoa y de los brasileños Mário de Andrade y Manuel Bandeira, entre otros, e integra la Academia Argentina de Letras (AAL) y la Academia de Ciencias Morales y Políticas; es miembro correspondiente de la Real Academia Española y participa de espectáculos literario-musicales. Colabora con LA NACION con artículos sobre cuestiones filosóficas, existenciales y literarias, y también sobre temas de actualidad. En 2016, Emecé publicó su poesía completa hasta ese momento, con el título de Hombre reunido y una introducción del autor: “¿Ser poeta? ¡Imposible!”, donde reivindica la lectura (no solo de poesía) en voz alta.
Desde su creación, hace 57 años, la Fundación Argentina para la Poesía ha otorgado anualmente su Gran Premio de Honor. Escritores como Jorge Luis Borges, Olga Orozco, Ricardo Molinari, María Granata, Alberto Girri y Rafael Oteriño fueron algunos de los que lo recibieron. En años recientes, Graciela Aráoz, Eugenio Mandrini, Osvaldo Rossi y María Rosa Lojo fueron reconocidos por la FAP.
“La Fundación estaba en deuda con Santiago Kovadloff, tal vez porque era más conocido como filósofo, como talentoso y lúcido pensador y muy elocuente expositor de sus ideas -señala la FAP en un comunicado-. Pero Kovadloff es también poeta, un extraordinario poeta, un hombre capaz de convertir en conmovedoras palabras el misterio que habita en todo lo que nos rodea; en lo que muchas veces ha estado al margen de la atención de los poetas. Kovadloff ve el lado poético de las cosas, las interroga, descubre en ellas nuevas dimensiones y lo transmite con un lenguaje simple y profundo”.
“Sus poemas son verdaderos ‘ensayos de intimidad’, para decirlo con el título de uno de sus libros en prosa -continúa-. En ellos encontramos una celebración de la vida, una emoción que busca ser compartida con el lector. Kovadloff es un agudo intérprete de la realidad como pensador y también como poeta. Reflexión y sensibilidad, dos instancias, dos pasiones que se funden y definen su singular personalidad”.
Un poema de Santiago Kovadloff
Hogar
Llueve copiosa, llueve amorosamente.
Pero el bullicio de la radio en la cocina
impide oír la lluvia
con la intimidad que yo quisiera.
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Hay en toda la casa
una luz conmovedora, leve y acerada;
luz del día decantado por la fuerza de la lluvia.
Busco entonces la sala
para escuchar llover como quisiera.
Pero en la sala, mi hijo y sus amigos
aguardan jubilosos el almuerzo,
y en el cuarto, mi mujer
ríe y habla por teléfono.
---
No hay dónde escuchar la lluvia.
Es una pena.
No siempre llueve así, con abundancia,
no siempre con grandiosa plenitud.
---
Está visto: una casa feliz
no es lugar para oír la lluvia.
De Hombre reunido
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