La era dorada de los mecenas
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Lo llamaban “el barrilito”. Según una versión, porque a su hermano mayor lo habían apodado “Botticello” por ser bajito, ancho y aficionado a la bebida. Lo cierto es que Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi dejaría su huella universal con un nombre mucho más fácil de recordar: Sandro Botticelli.
Célebre autor de El nacimiento de Venus, una de las obras más populares de la historia del arte, este destacado artista de los comienzos del Renacimiento volvió a ser noticia semanas atrás al marcar un récord en subastas. Su Retrato de un joven sosteniendo un medallón se vendió en Sotheby’s a un comprador anónimo por 92,1 millones de dólares, cifra que multiplicó por nueve su marca anterior y fue la más alta pagada por una pintura antigua en la larga historia de esa casa de remates.
En plena crisis global provocada por la pandemia, esa pintura creada hace 550 años por las manos mágicas de aquel “barrilito” logró lo que parecía imposible. Quedó segunda en la lista del “top five” de piezas de Old Masters, detrás del Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci que facturó 450 millones de dólares en 2017.
Los expertos estiman que este fue realizado alrededor de 1470, antes de que Botticelli se dedicara a sus obras más famosas: la Primavera (circa 1480), El nacimiento de Venus (c. 1485) y la Anunciación (1489-90), alegorías exhibidas hoy en las Uffizi Galleries de Florencia. En los inicios de esa década gloriosa fue convocado también por el papa Sixto IV para integrar el grupo de selectos artistas que pintarían frescos en las paredes de la capilla Sixtina, donde plasmó La tentación de Cristo.
Si bien no se sabe quién es el joven que sostiene el medallón en la pintura del récord, los expertos estiman que se trata de un integrante de la poderosa familia Médici. Recomendado por el artista Filippo Lippi a Pedro de Cosme de Médici, Botticelli se convertiría en uno de los protegidos de su famoso hijo Lorenzo.
Conocido como “el Magnífico”, este último fue un gran mecenas de las artes además de estadista, diplomático, banquero, poeta y filósofo. Impulsor de la “Edad de Oro” de Florencia y del arte renacentista italiano hacia el resto de Europa, apoyó también a otros grandes maestros como Da Vinci y Miguel Ángel. “Fue también el protector de un florentino que estaba destinado a darle su nombre a un continente, Amerigo (Américo) Vespucci -recuerda el historiador Ernst Gombrich-, quien, estando a su servicio, navegó hasta el nuevo mundo”.
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