Salvatore Garau: el artista italiano que vendió una obra invisible por 15.000 euros
Ya había instalado una escultura inmaterial en Milán en febrero y hoy estrenó una nueva, también inexistente, en Nueva York; en 2012 exhibió pinturas se exhibieron en Córdoba
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ROMA.- ¿La nada puede ser una obra de arte? Sí, al menos para el artista contemporáneo italiano Salvatore Garau y evidentemente para quien compró su última escultura, inmaterial y completamente invisible, a nada menos que 15.000 euros.
Titulada Io sono (Yo soy), la escultura inmaterial fue vendida el 18 de mayo en una subasta organizada por Art-Rite, casa de Milán, que se dedica exclusivamente al arte contemporáneo.
La obra debe ser colocada en una habitación privada en un espacio libre de cualquier otro objeto, de una dimensione de 150 x 150 centímetros. La escultura inmaterial de Garau, nacido en Santa Giusta, un pueblo de la isla de Cerdeña, en 1953, partió de una base de 6000 euros y llegó a duplicar ese valor, alcanzando 12.000 euros; sumándole los derechos de subasta, llegó a 15.000, según precisó el diario L’Unione Sarda.
¿Qué se llevó el comprador o coleccionista? Nada, salvo un certificado de garantía de la obra, único elemento visual presente: en el catálogo de la subasta, en lugar de una tradicional imagen de una pintura o escultura, apareció un espacio totalmente en blanco.
Si Garau pudo vender la nada es porque tiene sobre sus espaldas una carrera de diverso logros en el extraño y etéreo mundo del arte contemporáneo. Se trata de un artista cotizado, que realizó exposiciones en galerías y museos de todo el mundo, entre las cuales una de pinturas en el Museo Emilio Caraffa de Córdoba, auspiciada por el Instituto Italiano de Cultura de esa ciudad, en 2012.
Estudió en la Academia de Bellas Artes de Florencia, exhibió dos veces en la Bienal de Arte de Venecia (2003 y 2011) y, entre otros proyectos, recientemente también dirigió docufilms: uno filmado en una cárcel de alta seguridad y otro partiendo de obras aún no expuestas. Es más, Garau presenta hoy otra obra invisible en Nueva York, parecida a otra con la que sorprendió en febrero pasado en Milán, que tampoco existía.
Titulada Buddha en contemplación, la escultura invisible de Milán fue colocada en la famosa Plaza de La Scala: allí, una cinta blanca en el suelo marcaba el cuadrado que delimitaba el lugar de la obra. Con un video en Youtube, Garau, que también es baterista, explicó el proyecto: “Como la música, el canto o la oración nos ayudan a ver cosas que no vemos, así también solo un título es suficiente para hacernos ver y percibir una existencia”.
“No importa que sea visible o no visible, esta forma generada con el pensamiento ahora está aquí, sobre el cuadrado blanco, ya existe y quedará en este espacio para siempre y el tiempo no podrá deteriorarla”, destacó. “Estamos viviendo un momento en el que nuestro ser físico, nuestro existir, es reemplazado por nuestras imágenes virtuales y por nuestra voz (también impalpable). Nuestro ser de carne y hueso debe enfrentarse con la ausencia, que es la verdadera presencia en estos tiempos. Buddha en contemplación es una obra libre por excelencia: ningún permiso fue pedido a la comuna, ningún gasto de transporte y de manutención, ningún costo para la compra”, indicó. “Además, realicé la escultura y el video quedándome en Cerdeña”, añadió, precisando que fue el responsable audiovisual de La Scala, Nicola Urru, quien, bajo su dirección, filmó el video, montó las imágenes y compuso la música. “Desde el living de mi casa seguí cada milímetro de la puesta en escena. No se ve la escultura y tampoco se vio al artista, sin embargo, estamos los dos”, indicó, al resaltar que ese fue justamente “el límite extremo que quise tocar”.
También explicó que este tipo de trabajo “tiene un nuevo valor histórico y representa una perfecta metáfora de nuestros días” y, además, “cero impacto ambiental”.
Tras la subasta en la que por primera vez, el 18 de mayo, vendió “nada”, Garau destacó que ese resultado confirmaba un hecho irrefutable: “El vacío no es otra cosa que un espacio lleno de energía y aunque lo vaciamos y queda la nada, según el principio de indeterminación de Heisenberg esa nada tiene un peso. Tiene por lo tanto energía que se condensa y se transforma en partículas, en suma, en nosotros. En el momento en el que decido exponer en un determinado espacio una escultura inmaterial, ese espacio concentrará una determinada cantidad de pensamientos en un punto preciso, creando una escultura que a partir de mi título tomará las más variadas formas. En el fondo ¿no damos quizás forma a un Dios que no hemos visto?”.
En la misma idea se basa Afrodite piange (Afrodita llora), nueva escultura invisible que inauguró hoy en Nueva York frente al Federal Hall, a pocos pasos de la Bolsa, en un proyecto auspiciado por el Instituto Italiano de Cultura de la ciudad que nunca duerme. Es la tercera de siete obras inmateriales que serán colocadas en diversas ciudades del mundo. A diferencia de la escultura invisible de Milán, esta vez la cinta blanca que delimita su nada en el suelo marca un redondel. Y un video, explica: “No me ves, pero existo, justamente sobre esta blanca y redonda geometría/Soy Afrodita, escultura inmaterial hecha de aire y de espíritu/ Sientes mi ausencia que es una verdadera existencia/¿Aún no me ves? Sin embargo estoy aquí, frente a tí y lloro porque soy belleza y amor que está desapareciendo/Yo soy tu nombre/Dame la forma que quieras. Haz que no desaparezca del todo. Haz que al menos quede el nombre/Si me sientes presente, existe”.