Salman Rushdie, una vida más cerca del peligro que del realismo mágico
Con casi medio siglo de trayectoria, el escritor indio británico está bajo amenaza desde que en 1988 publicó “Los versos satánicos”; de una obra extensa y premiada al tema de U2 y El diario de Bridget Jones donde se ríe de él mismo, los años sombríos de un autor prolífico y controversial
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MADRID.- Salman Rushdie. O Joseph Anton, el alias que utilizaba para burlar su paradero de los extremistas sedientos de venganza. O “Mi Barba”, el apodo que utilizaba su amiga Susan Sontag en la intimidad. El autor de Los versos satánicos (1988) fue condenado a muerte por el régimen islámico iraní en 1989 tras acusarlo de blasfemo y ponerle un precio a su cabeza: US$ 2 millones. Sin embargo, tras varios años de reclusión y una vida en las sombras decidió enfrentar el temor y regresar a su vida pública. Hasta esta mañana, cuando fue apuñalado en la ciudad de Nueva York sobre el escenario donde iba a dar una conferencia.
Rushdie, prolífico articulista, publicó una serie de columnas en LA NACION. “Entre las verdades que los seguidores de todas las religiones consideran evidentes figura las que dicen que quien no cree en una divinidad es un amoral y que la ética requiere la presencia de algún tipo de árbitro supremo, algún tipo de absoluto supernatural, sin el cual el secularismo, el humanismo, el relativismo, el hedonismo, el liberalismo y todas las formas de impropiedades permisivas inevitablemente seducen al no creyente, llevándolo por el camino de la inmoralidad. Para aquellos de nosotros dispuestos a permitirnos los vicios antes mencionados, y que aún nos consideramos seres éticos, la posición de que el ateísmo equivale a la amoralidad es bastante difícil de tragar”, escribía en 2005 Rushdie en la primera de esta serie de notas, titulada “¡Devuélvanme mi viejo ateísmo”.
Sontag lo consideraba uno de los grandes autores contemporáneo y la Premio Nobel de Literatura Toni Morrison destacaba que Rushdie había escrito varias “novelas globales”, como El suelo bajo sus pies. A menudo lo equiparan con García Márquez cuando se lo considera el maestro del realismo mágico de la India. La tragedia, los amores enrevesados y la inmigración son temas recurrentes de sus ficciones. Miembro de la Royal Society of Literature es también comendador de la Orden de las Artes y las Letras, una distinción que brinda el gobierno francés.
Ahmed Salman Rushdie nació en el convulso año de 1947 en Bombay, fecha en al que la India lograba su independencia. Igual que su padre, un exitoso abogado, estudió en la Universidad de Cambridge, donde obtuvo un doble grado de licenciado en Historia y de licenciado en Artes. Vivió en Pakistán hasta que se nacionalizó británico y tuvo una vida apacible durante sus primeros años como escritor, donde combinaba la escritura con su trabajo en una agencia de publicidad. Después de Grimus (1975), una novela de ciencia ficción, publicó Hijos de la medianoche (1981), que narra la vida de Saleem y Shiva, nacidos el mismo día, en el mismo hospital, quienes, a causa de un error, son cambiados de cuna –y familia y de destino–. Por esta ficción obtuvo el Booker Prize y en 2012 Bollywood la adaptó a la pantalla grande. También se quedó en 1993 con el Booker of Bookers, galardón que elegía a la mejor novela entre todas las merecedoras de esa distinción.
En 1983 Rushdie publicó Vergüenza, donde recorre la historia de Pakistán, sin nombrarlo, refiriéndose al ficticio Peccavistán. Pero su título más famoso, aunque quizá no el mejor, Los versos satánicos, generó la furia del régimen del ayatollah Khomeini. “¿Por qué ha sido sentenciado a muerte? Por escribir una novela”, explicaba Sontag en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) cuando lo distinguieron con un premio honorífico en 1993. El libro, que ficcionaliza parte de la vida del profeta Mahoma y cita al Corán, fue considerado blasfemo y por este motivo se decretó la fatwa (edicto religioso) y Khomeini llamó a los musulmanes del mundo a acabar con su vida. Por entonces Rushdie recibió respaldo del sector intelectual internacional, pero también el silencio de algunos sectores e incluso ataques de John Berger y de John Le Carré sobre los límites de la libertad de expresión y la tolerancia religiosa. Con este último se reconcilió tras quince años de distancia. Entre otros enconos con autores famosos, es conocida su rivalidad con el Nobel V. S. Naipaul por diferencias en torno a la cuestión del nacionalismo indio.
Rushdie recién lograría regresar, en cierto modo, a una vida con menos controles de seguridad en 1998, cuando el gobierno iraní retiró su apoyo a la sentencia de muerte. “Es un tema que solo aparece cuando doy entrevistas”, decía en un reportaje en 2017 con cierto hastío.
El escritor visitó la Argentina en 1995, ocasión en la que fue entrevistado por Mariano Grondona. Por cuestiones de seguridad, la emisión fue grabada en la casa del periodista y conductor de Hora clave. Grondona le preguntaba cómo era vivir bajo amenaza y si su vida era un infierno: “A veces la gente se imagina que las cosas son peores de lo que en realidad son. Lo cierto es que al principio cuando comenzó esta crisis yo accedí a estar en este estado «subterráneo» lo cual fue muy difícil. En aquel momento, incluso la policía británica y los políticos creyeron que esto duraría solo algunos días. Eso fue lo que me dijeron”, recordaba tras cumplirse siete años de condena del régimen islámico iraní. Esa experiencia “inesperada” y “desorientadora” lo obligó a una vida errante y también a luchar en dos frentes: el primero, el político, para intentar que se levantaran las amenazas; el segundo, para recuperar su vida privada.
El suelo bajo sus pies, reelaboración del mito de Orfeo y Eurídice, contiene un poema homónimo que U2 lo transformó en canción y que se convirtió en el tema principal de la película The Million Dollar Hotel (2000), dirigida por Wim Wenders. Un hombre le canta a su amada que acaba de morir: “Toda mi vida, la adoré./Su voz dorada, el ritmo de su belleza/Cómo nos hizo sentir/Cómo ella me hizo real/Y el suelo bajo sus pies”. Rushdie se animó varias veces a reinterpretar clásicos. En la más reciente de sus publicaciones, Quijote (Seix Barral, 2020), concibe a un escritor sin fama ni talento que crea una ficción protagonizada por un viajante de ventas de una empresa farmacéutica adicto a la TV. También se sumergió en Las mil y una noches para escribir Los años ocho meses y veintiocho noches.
Muy prolífico, además de ensayos, Rushdie tiene varios libros de cuentos para niños: Luka y el fuego de la vida, dedicado a su segundo hijo, o Harún y el mar de las historias. “Creo que hay dos modos de escribir una novela: uno, poner el mundo entero dentro de un libro, sabiendo que es imposible, pero intentando de todos modos; dos, sacando la materia de este mundo”, decía Rushdie en Madrid a Antonio Muñoz Molina en 2015 y agregaba que el motivo de tamaña ambición se debía a la “arrogancia” de los escritores. Arrogante o no, ha logrado reirse de sí mismo y hasta participó con un cameo en la comedia El diario de Bridget Jones (2001) con Renée Zellweger.
En el año 2000 Rushdie se mudó a los Estados Unidos. Y en 2012 publicó su autobiografía Joseph Anton, donde le dedica varias páginas a la influencia que la literatura de Jorge Luis Borges tuvo en su obra. Eterno candidato al Nobel, hoy la comunidad intelectual, como pronto lo hizo Stephen King desde su cuenta de Twitter, vuelve a velar por la vida de Rushdie.
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