Rubén Darío: el poeta y el cronista
Manuscritos y originales en la Biblioteca Nacional
"Si en estos cantos hay política, es porque aparece universal." La frase que Rubén Darío escribió en el prefacio de sus Cantos de vida y esperanza, en 1905, presidió ayer con la voz muda de la letra impresa, desde el interior de una vitrina, la inauguración de la muestra homenaje por el centenario de su muerte, en la Biblioteca Nacional.
Mientras afuera, en la plazoleta, un grupo de poetas y artistas leían sus propias odas, baladas y poesías en señal de rechazo al reciente despido de 240 empleados de esa institución, en la sala Leopoldo Marechal corrían lágrimas por varios rostros. En el acto de apertura de la exhibición se vivió un momento tenso y emotivo a la vez cuando la curadora, María Fernanda Olivera, destacó el trabajo de equipo del que es fruto esa muestra y para el que "fue fundamental" el aporte de varios de los que ahora están despedidos.
"Agradezco este homenaje a mi bisabuelo, que, en cierta forma también lo es a mi abuelo", dijo Martín Katz Darío, luego de contar que en julio del año pasado propuso al entonces director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, la realización de una muestra con eje en el paso de Darío por Buenos Aires. Montada con gusto y calidez, "Rubén Darío, el modernismo en Buenos Aires", reúne en esa sala de la biblioteca manuscritos hasta ahora nunca exhibidos, como el de Abrojos, el primer poemario que escribió Darío a los 19 años, que prestó para esta ocasión el Museo Nacional de Arte Decorativo. También hay ejemplares y fotografías de los museos Mitre y Nacional de Bellas Artes, del Archivo General de la Nación y de LA NACION.
Pionero del periodismo
Uno de los ejes de la muestra es el perfil de cronista de Darío, que, según escribió para su catálogo el escritor Sergio Ramírez, "es la menos conocida de las facetas, pero igualmente revolucionaria, creador de un nuevo lenguaje y de un nuevo estilo de prosa periodística mostrados en las columnas del diario LA NACION, donde publicó a lo largo de su vida más de 600 artículos". Se exhibe también la compilación de esos artículos de quien en la Redacción de LA NACION era apodado "el poeta enterrador", por ser el encargado de escribir las notas necrológicas de grandes personalidades, como José Martí, en 1895, y Oscar Wilde, en 1901, cuyos ejemplares se pueden ver en una de las vitrinas.
En ausencia de la directora interina, Elsa Barber, representó a la conducción de la Biblioteca Nacional su director de Cultura, Ezequiel Grimson, quien, además de sumarse al recuerdo de los despedidos, llamó a Darío "el poeta absoluto" y auguró que la muestra, que estará abierta hasta junio, sea "una oportunidad para admirar, discutir y proseguir la lectura de su obra como alguna vez lo hicieron Leopoldo Lugones, en el Ateneo de Buenos Aires, y Paul Groussac y Jorge Luis Borges, desde esta misma casa".
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