Rosas y el rojo punzó, la historia de un color que es emblema de intensidad
Buenos Aires conserva la historia de un color. En tiempos de Rosas y del federalismo, el rojo punzó, oscuro y vivo, un rojo sangre y fuego, tiñó la ciudad. Los ciudadanos no podían circular sin cintas o adornos de esa tonalidad, presente en los espacios públicos y popularizada a tal punto que alcanzó, como variedad rioplatense, un sitio en el diccionario. Recrear aquella atmósfera estética y política es hoy el eje de una exposición: "La paleta del Restaurador: Rosas y el rojo punzó", que podrá visitarse desde este sábado en La noche de los Museos y continuará hasta marzo de 2020 en el Museo Histórico Saavedra.
Importada de la tradición europea, esta variedad cromática se extendió con presencia simbólica en la vestimenta, uniformes, vajilla, utensilios, ornamentación y carruajes, en convivencia con la onmipresente figura del gobernador en telas, cerámicas y todo tipo de objetos y materiales.
El rojo llegó al propio cuerpo devenido en soporte de la prédica política. Como puntapié inicial, en 1832 un decreto obligó a portar la divisa punzó, distintivo patriótico a modo de cinta roja con consignas como "Federación o Muerte" que los hombres debían lucir en la solapa. Las mujeres, por su parte, eran instadas a decorar su cabello con flores y adornos en la misma tonalidad. La norma debía ser acatada por todos los empleados civiles y militares, jefes y oficiales de milicia, seculares y eclesiásticos, como así lo atestiguan diversos elementos de la exposición, entre ellos las propias divisas o retratos pintados por Fernando García del Molino de personajes con cintas o chalecos rojos.
Leontina Etchelecu, directora del Museo Saavedra, invita a recorrer la exposición que se enmarca en el programa de Narrativas Cruzadas con el que los Museos de la Ciudad buscan explicar las dinámicas artísticas que atraviesan a sus colecciones. El Saavedra cuenta con el mayor legado de bienes vinculadas al período rosista, señala la curadora de la muestra, María Lía Munilla Lacasa, profesora de la Universidad de San Andrés y especialista en este período histórico.
Teñidos de rojo y con referencias a Rosas, se exhiben en las vitrinas chalecos federales, tiradores con "erres" bordadas, abanicos, peinetas con el perfil del gobernador y galeras que en su interior llevan impresas el rostro de Rosas para que los caballeros, al saludar con éstas en mano "enseñaran su adscripción al régimen", lo mismo que las mujeres en sus guantes, "en los que se besaba a la imagen del político", describe Munilla. "Rosas lleva al extremo el uso de estos recursos y de su rostro como elemento de propaganda política. La prédica fue normada y muy controlada desde los mismos publicistas y organizadores de la propaganda rosista", agrega.
La exposición también alberga grabados litográficos realizados por César Hipólito Bacle; esta técnica de reproducción masiva permitió imprimir infinidad de obras a bajo costo. En estas creaciones, el artista de origen suizo, ironiza sobre el uso de los gigantescos peinetones –adaptados a la búsqueda de una identidad nacional– que portaban las damas.
Platos y vajilla con impresiones de "Viva la Federación", tapas de cigarreras con la imagen de Rosas y de Encarnación Ezcurra sobre soportes de cuero, pisapapeles, sellos y jarrones son otras materializaciones donde se ejerció un control simbólico y que se exhiben en el museo.
En otro apartado de la muestra, se despliega un conjunto de retratos del político desde distintos perfiles: a caballo, de pie, de frente, tres cuartos y sentado, representado en óleos, dibujos y reproducciones litográficas, con destacada presencia de un retrato de "Rosas, el grande" realizado en París por el taller de Bernard y Lemercier, imagen que ilustró el billlete de 20 pesos.
Estudio sobre la tintura
El proceso que permitía teñir de punzó a los objetos fue investigado para el museo por la especialista en arte colonial Gabriela Siracusano y por la científica química Marta Mayer. A través del estudio con técnicas de microscopio y de rayos de las hebras de tejido de un chaleco federal –confeccionado en seda– y de un gorro mazorquero de lana y algodón se analizó el tipo de tintura utilizado para el teñido.
"El rojo punzó (del latín, puniceus: rojo escarlata, color del manto que vestían los generales romanos; y del francés: ponceau, de la amapola) se difunde por los químicos holandeses que dieron con un rojo muy vivo, estable, mezclando con estaño un pigmento que les provee la cochinilla, un insecto que hace colonia en la hoja del nopal, en México", explica Leontina Etchelecu.
En los diccionarios más antiguos en los que se lo menciona, como el Universal de Antoine Furetière, se lo define como "un color oscuro muy vivo". Con los años, el punzó se va incorporando a los de la tradición castellana y, en el siglo XX, aparece en el de Aniceto de Pagés ya como un adjetivo rioplatense, debido a la apropiación del color que se da a partir de su uso extensivo durante el período rosista.
"Muchas prendas ya se compraban rojas y, como sabían que en el Río de la Plata estaba esta modalidad y el uso extendido del color, mercaderes y comerciantes hicieron ganancias importando desde Europa telas o cintas en rollos en rojo vivo", recalca la directora. "Había toda una industria detrás del rojo punzó, que se utilizaba en la corte de Luis XIV. No fue un invento rosista, sino que fue traído y utilizado en una apropiación exitosísima. Es un color muy pregnante y que tiñó nuestra historia", agrega la responsable del museo.
PARA AGENDAR
La paleta del Restaurador. Desde el sábado 5, a las 12, en el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra, Crisólogo Larralde 6309. Actividad gratuita.
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