¿Rojo pompeyano o sangre de buey? El Recoleta recuperó su color original tras años de controversia por la fachada
Las paredes del centro cultural sobre Junín 1930 recobraron el tono que tuvieron desde 1980 hasta 2019, cuando comenzaron a ser intervenidas con polémicos murales de estética pop
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Tras años de intervenciones que provocaron encendidas polémicas, la fachada del Centro Cultural Recoleta, edificio declarado Monumento Histórico Nacional, fue restaurada y recuperó el color con el que fue pintada al inaugurarse como institución dedicada a las artes, en 1980. “Cambiamos de piel”, publicó su director, Maximiliano Tomas, en una historia de Instagram con la imagen de la entrada del edificio.
“Me parece fantástico que se vuelva al proyecto original. Por algo se llama centro cultural y no centro de esparcimiento pseudolúdico. Pintarlo como si fuera un póster neohippie es un mamarracho, sin hablar del costo que implicaba hacerlo en forma periódica”, dijo a LA NACION Jacques Bedel, uno de los arquitectos y artistas responsables -junto con Clorindo Testa y Luis F. Benedit- de la remodelación del edificio que data del siglo XVIII y que fue convento, escuela de agricultura, prisión, hospital y hogar para gente de la calle y ancianos.
“Que las artes visuales estén detrás del hip hop es algo que me da náuseas”, había declarado a este diario Bedel en enero de 2019, cuando la fachada fue cubierta con un mural de estética pop y el perfil del Recoleta se enfocó en el público adolescente. Desde entonces no volvió a pisarlo hasta hace un mes y medio, cuando fue convocado por Tomas.
Su indignación es proporcional a la energía que invirtió en esta institución, que llegó a ser una de las más prestigiosas del país. “Yo te hago el anteproyecto gratis”, recuerda haberle ofrecido a Ricardo Freixá, entonces secretario de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, que quería reconvertir el Asilo General Viamonte en sede de varios museos que entonces no tenían una propia.
Si bien esa idea original no prosperó, Bedel se instaló para elaborarla con Benedit y Testa en un departamento de Guido y Ayacucho que pertenecía a este último. Nacido en Nápoles, donde abundan las fachadas color terracota con marcos grises, Clorindo habría aportado esa seña de identidad que ahora se procura recuperar. “Esos colores están relacionados con los viajes de mi padre por Italia y con la visita de las ruinas de Pompeya, donde quedaron unos frescos que tienen ese color rojo -dice su hija, Joaquina Testa-. Por otro lado, tiene que ver con un elemento bien argentino”.
“Es un color que no tiene nombre. Lo elegimos también por el color colonial que se usaba en las estancias argentinas que se hacía con la sangre de buey mezclada con cal, que daba ese tono rosa oscuro -recuerda Bedel-. El rojo pompeyano venía en el ADN de Clorindo, y también del color lacre de las estancias de campo argentinas, que es el mismo que se usaba en Italia”
Más allá del nombre, quienes caminen hoy frente a la entrada de Junín 1930 podrán ver que ya se restauró por completo la fachada con su color original. Justo al lado, la fachada del Centro de Información de las Naciones Unidas para Argentina y Uruguay (CINU) luce todavía aquel tono ya desgastado por el clima.
Puertas adentro, la programación también está recuperando la fama de otra era. Tras una reciente inauguración de varias muestras simultáneas, curadas por Javier Villa y Carla Barbero, hace unas semanas abrió ¿Cuánto pesa el amor?, curada por Daniel Fischer, en la sala Cronopios y sus aledañas.
“La sala Cronopios es magnífica. Responde a los estándares internacionales de exhibición, y ha sido consagratoria para muchos artistas. Ese prestigio se había perdido”, señala Bedel, catorce años después de haberla ocupado él mismo con sus obras y con las de Testa y Benedit, cuando se cumplieron treinta años del Recoleta. A esto suma el rol de difusión federal que cumplió el centro cultural, cuando impulsaba junto con su Asociación de Amigos –también disuelta en los últimos años- y la Fundación YPF el programa Argentina Pinta Bien.
“Los proyectos culturales necesitan tiempo para desarrollarse. En este lugar, hace 25 años inaugurábamos el Bafici”, señaló en el mismo sentido Hernán Lombardi, vicepresidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación, durante la presentación a la prensa de la sexta edición de la feria ArteCo –que comenzará mañana en Corrientes y continuará hasta el domingo, con la participación de 24 galerías- realizada el 10 de mayo en el Recoleta. Otra señal de que el centro cultural retoma sus vínculos con el resto del país, para recuperar el prestigio que supo tener a nivel nacional.
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