Robin Wood: el viajero que fue lejos y se llevó con él, de polizones, a miles de lectores
Qué cosa más rara un sumerio en la Argentina. A mí siempre me parecieron muy misteriosas Nippur y Gilgamesh el Inmortal. Eso que yo ya tenía muchísimos Sábados de superacción encima, con horas y horas de gladiadores y héroes griegos con músculos aceitados y espadas. Pero verlos en D’artagnan o Skorpio, dos revistas hechas acá, me parecía fuera de lugar. Por eso me resultó mucho más fácil entrar en Pepe Sánchez, la parodia a los agentes secretos y el cine de acción de la época. El protagonista y el argumento eran indudablemente argentinos, con su estilo “ma’ sí, lo atamo’ con alambre”. Lo que no terminaba de asimilar era que el guionista detrás de las tres historietas era el mismo: Robin Wood.
Ojo, para un pibe de 11 años que le hablen de Sumeria era lo mismo que hablarle de Marte. Pero al adulto que soy lo maravilla que un treintañero como Wood entonces fuera un estudioso de la mitología de la Mesopotamia Antigua. ¿Cómo pudo darse? Y que en medio de todo eso hubiera una meditación profunda sobre la inmortalidad y el tiempo, cosa que puedo apreciar hoy, me maravilla aún más.
Como dibujante que soy, las historietas siempre me entraron por los ojos. No puedo separar a Nippur de los dibujos de Lucho Olivera, con esos personajes que usaban espadas con hojas de 30 cm de ancho. Ni separar a Pepe Sánchez del trazo de Carlos Vogt, con un protagonista que parecía el tío del Felipe de Mafalda. Pero todos esos personajes y lugares empezaron en la imaginación de Wood, viajero impenitente que se animó a ir lejos en el tiempo y el espacio, y se terminó llevando con él, de polizones, a miles de lectores.
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