Roberto Bolaño sigue "escribiendo" y reaviva un debate inagotable
Alfaguara publica Sepulcros de vaqueros, una nueva obra póstuma del creador de Los detectives salvajes
BARCELONA.- "Déjelo todo, nuevamente. Láncense a los caminos", rezaba su célebre Primer manifiesto infrarrealista, datado en México D.F. en 1976, en una invitación a la fuga estética, vital y puede que también revolucionaria. Incluso la fuga hacia adelante, rumbo a un horizonte ignoto, llegó a funcionar como una suerte de motor narrativo para un grafómano incorregible que contaba con una fuente inagotable de combustible: su propia escritura. Escritura que jamás se detuvo, pese a sus cambios de residencia o de continente, a sus penurias económicas o sentimentales.
A 14 años de la muerte de Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003), la única fuga comprobable es la de su obra póstuma, que amenaza sobrepasar en páginas la publicada en vida. Ahora, Alfaguara lanza Sepulcros de vaqueros, nuevo volumen de inéditos que reúne tres relatos largos, o nouvelles tardías, escritos entre 1993 y su muerte, en julio de 2003. El período de máxima efervescencia creativa del chileno, los años en Blanes, en la costa catalana, de donde surgieron sus grandes novelas.
Se trata de los relatos "Patria", "Sepulcros de vaqueros" y "Comedia de horror en Francia". Todos los motivos del universo bolañesco se dan cita aquí: la presencia del mal, la sombra de la vanguardia histórica, la violencia política, el destierro, la trashumancia, el amor y, por supuesto, la poesía como brújulas de toda una generación de poetas latinoamericanos o detectives salvajes diezmada en las llamadas "guerras floridas". Incluso, los textos están minados de escenas, personajes y elementos que remiten a sus grandes novelas: el poeta guerrillero Iván Cherniakovski que dicta un taller literario (Literatura nazi en América); el piloto que escribe versos fascistas en el aire con un avión de la Lutwaffe (Estrella distante); el narrador de un relato llamado Rigoberto Belano será Arturo Belano en el siguiente, al igual que en Los detectives salvajes.
Algunos expertos, como la catedrática Dunia Gras, han señalado la estructura fractal de la obra bolañesca, en la que un mismo motivo o diseño central se reproduce y prolifera con variaciones.
La recursividad y la reescritura por parte del chileno de muchos motivos presentes en estos relatos hasta la forma definitiva que les dio en sus novelas publicadas en vida parecen validar esta tesis. Pero la cuestión arroja dudas sobre la naturaleza de estos textos, como si fueran bancos de pruebas, tentativas o borradores previos. Y la pregunta que surge es qué aportan al diseño central, cada vez más difuminado con la proliferación de obra póstuma. O quizá dónde está el límite en la publicación de inéditos del Archivo Bolaño, compuesto por casi un centenar de libretas, más de 14.000 páginas manuscritas y mecanoscritas y cerca de 24.000 en formato electrónico.
Quien se permite la duda es el crítico Ignacio Echevarría, amigo de Bolaño y responsable de las ediciones póstumas de 2666 y La universidad desconocida. "Son textos estupendos y me parece legítimo sacarlos a la luz -dice sobre Sepulcros de vaqueros-, pero tengo reservas en el modo ambiguo de presentarlos como obra inédita acabada, y no lo es". Para él, se trata de tentativas, "vías muertas", "textos abandonados" o, en el mejor de los casos, "inconclusos" que no deberían ponerse en pie de igualdad con su obra canónica para la valoración crítica.
Pero de la opinión contraria es su colega Juan Antonio Masoliver Ródenas, autor del prólogo de esta edición. "Ese tipo de jerarquías son fruto de la tradición decimonónica, por conservar en su lugar las grandes obras no podemos olvidar los demás textos. Bolaño concebía toda su obra como inacabada y la recurrencia de estos textos permite una visión de conjunto -señala-. Mientras el texto tenga interés para algún lector, no sólo para el erudito o el fan, merece ser publicado".
La tercera voz es la de Valerie Miles, la primera investigadora que leyó el Archivo Bolaño, comisarió la exposición homónima en 2013 y fijó la cronología de esos papeles. "El universo Bolaño es repetición, recursividad y reescritura. Bolaño estaba cerrando un círculo en su última etapa y volvía a recuperar textos aparcados", señala, con el ejemplo del manuscrito de El Tercer Reich que el chileno pasó en limpio en sus últimos días. Para Miles, aún queda mucho Bolaño por descubrir, no sólo novelas como La virgen de Barcelona (1980), D.F. La Paloma, Tobruk (1983), Diorama (1984) o una veintena de cuentos inéditos, sino también "el Bolaño de juventud, que tiene cosas muy interesantes, porque nunca dejó de ser un infrarrealista". Sin contar con la correspondencia y con libretas de misceláneas, poemas y apuntes, como las tres tituladas Diario de vida, de las que Bolaño extrajo el manuscrito de Amberes (2002). Como sea, el criterio y la decisión de publicación del material están en manos de su viuda, Carolina López, y del agente Andrew Wylie. Una cosa es segura: habrá inéditos por muchos años y la polémica no ha hecho más que comenzar.
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