Roberto Arlt, el eterno muchacho de la literatura, cumple 120 años
Hace ciento veinte años, en la ciudad que amó, padeció y describió como pocos, nacía Roberto Arlt (1900-1942), el escritor que dio a luz El juguete rabioso (1926), relato de (anti)iniciación protagonizado por Silvio Astier, y Los siete locos (1929), fábula ebria de un grupo de conspiradores, entre otros clásicos de la literatura argentina. "Esta ciudad tiene materiales vivientes para confeccionar todo género de locuras", escribió. Fue también un periodista impar, que cultivó el género de las aguafuertes no solo porteñas sino también paranaenses, madrileñas, norafricanas y cariocas, es decir, de los lugares adonde el destino y su oficio lo llevaran. Quiso ser inventor y se destacó como un polemista que, según señaló Adolfo Prieto, representó en su vida "una inacabable batalla con fantasmas".
Muy pronto, poco después de la publicación de El juguete rabioso, recibió elogios de un joven pero influyente Jorge Luis Borges. Cuando le preguntaron al autor de El idioma de los argentinos sobre sus colegas de entonces, en 1928, respondió: "De los muchachos leo a los poetas Nicolás Olivari, Carlos Mastronardi, Francisco Luis Bernárdez, Norah Lange y Leopoldo Marechal. Y de prosa es notable Roberto Arlt. También Eduardo Mallea. No veo otros". Solo a Arlt le dedicó un enunciado completo y ese calificativo: "notable".
Arlt vivió varios años en el barrio de Flores, como Alejandro Dolina y César Aira que, en su Diccionario de autores latinoamericanos lo considera, sin más, "el mayor novelista argentino". Publicó libros de cuentos y solo cuatro novelas; además de las mencionadas, Los lanzallamas (1931), que continuaba la historia de Erdosain y sus aliados, y El amor brujo (1932). Desde la década de 1930, mientras continuaba con su trabajo como periodista, escribió varias obras teatrales, como Trescientos millones y La isla desierta, que se estrenaron en el Teatro del Pueblo, dirigido por Leónidas Barletta.
Remo Erdosian, rumbo al séptimo arte
Este domingo, en la página web del Centro Cultural Kirchner se podrá asistir al estreno online de Erdosain, film de Fernando Spiner y Ana Piterbarg basado en el material de la serie Los siete locos y Los lanzallamas, de 2015, protagonizada por Diego Velázquez, Belén Blanco, Pablo Cedrón y Carlos Belloso, entre otros.
"En 2015, dirigimos con Ana Piterbarg esa serie basada en dos obras geniales de Arlt, con adaptación de Ricardo Piglia y un elenco extraordinario -recuerda Spiner-. Contentos con el resultado, pensamos en hacer un largometraje para que cualquier espectador pudiera acceder a esa historia". Durante años, trabajaron en la adaptación que se podrá ver a partir de hoy junto con guionistas, editores y directores en el marco de un seminario en la DAC (Directores Argentinos Cinematográficos). "Ahora, gracias al interés del Ministerio de Cultura de la Nación y del Centro Cultural Kirchner, estrenamos esta película que hicimos con el mismo material de la serie -agrega-. Es una situación muy oportuna para Erdosain que, en medio de una pandemia, pone de manifiesto la vigencia de esos libros de Arlt, escritos en la década de 1930 y que aludían a un momento de profundo cambio de nuestra sociedad".
Para Piterbarg, codirectora de Erdosain, la película conserva de la serie el recorrido que hace Remo, el protagonista de las novelas. "Para nosotros fue muy importante retratar la ciudad y al hombre frente a la ciudad, y el soliloquio de ese hombre sobre el conflicto que significaba vivir en una sociedad que estaba empezando a explotar". Las novelas de Arlt se publicaron en momentos de graves conflictos sociales y políticos. "Este sinsentido de una sociedad cuyo único objetivo era la producción infinita de mercancías y dinero, y que Erdosain encarna muy bien, era un conflicto material y metafísico al que Arlt trató de encontrarle una solución mediante una conspiración para derribar ese sistema y construir uno nuevo". El homenaje al escritor porteño incluye textos de Horacio González y María Pía López, imágenes del rodaje y una presentación en vivo que se podrá seguir a través de la cuenta de Facebook de Centro Cultural Kirchner desde las 19:30.
Una potencia imperfecta
"La literatura de Roberto Arlt se lee en presente -afirma Sylvia Saítta, investigadora del Conicet y autora de la biografía El escritor en el bosque de ladrillos-. Si sus crónicas periodísticas son testimonios de lo está pasando o de lo que ya pasó, su narrativa habla de aquello que puede ser pero que todavía no ha sucedido". Para Saítta, que prologó Aguafuertes españolas con interludio africano para el sello Hernández, las novelas artlianas atestiguan las circunstancias históricas, políticas, sociales y culturales de su época a través de las perspectivas distorsionadas de locos, delirantes o visionarios. "Lejos de ser un registro realista de lo que sucede, son la representación de la violencia que la soledad, la desigualdad, la masificación producen en la subjetividad de quienes las padecen, en los años treinta u hoy -señala-. La literatura de Arlt habla del desencanto ante las promesas de modernización y de progreso que nunca se cumplen; de la frustración frente a los ideales fallidos del matrimonio burgués; de la angustia de vivir en un mundo del que los dioses se han ido. Una literatura violenta en tiempos violentos".
Las huellas de Arlt, sus "cross a la mandíbula" (de lectores y del statu quo), más la reivindicación de la "prepotencia de trabajo" para imponer un estilo, se pueden seguir en las obras de autores como Julio Cortázar, Abelardo Castillo, Guillermo Saccomanno, Ricardo Piglia y Osvaldo Soriano, que sostuvo: "Fue nuestro Balzac pequeño, a la medida de una comedia humana modesta y analfabeta, fue nuestro Dos Passos atónito y desmañado, pero, sobre todo, nuestro Dostoievski desnaturalizado y furioso".
Su influencia también prosigue en obras de nuevos narradores. La narradora y editora Ana Ojeda, autora de Falso contacto, cuenta que su relación con Arlt viene de lejos. "El primer libro suyo que leí fue El juguete rabioso -dice-. Recuerdo que me resultó áspero, cacofónico, brutal. Violento al divino botón, pensé. Probablemente topé con él luego de Rayuela y la melancolía exánime de Cortázar, con lo cual el choque fue desolador. Pero, como Alien, algo de ese grotesco poderoso anidó en mí porque, sin proponérmelo, empecé a volver: a Los siete locos, a El amor brujo, a Los lanzallamas, a las aguafuertes". Años atrás, Ojeda se ocupó de la revisión de Aguafuertes cariocas, publicado por Adriana Hidalgo en 2013. "Recuerdo los intercambios con el editor, con paso de comedia, para tratar de desentrañar la entelequia de qué es un error en Arlt. Porque están los de ortografía, que hace cien años se regía con otras reglas, los de sintaxis, los de puntuación. Los atribuibles a tipógrafos, a la distracción, los incomprensibles. Arlt es todos ellos y es justamente esa potencia imperfecta la que nos sigue hablando hoy, porque ¿quién no quiere apropiarse del futuro? Eso es universal".
A los 42 años, el escritor que desafió su tiempo murió de un ataque al corazón, dejando una obra que transformó el canon de la literatura argentina con un oído puesto en los acentos de la tradición y otro en el poder emancipador de las vanguardias.