Risas, lágrimas y muertes absurdas
El jueves se estrenó Te prometo una larga amistad, de Jimena Repetto en el cine Gaumont. Es un documental en clave de humor absurdo sobre la relación de Victoria Ocampo y Benjamin Fondane (1898-1944), el poeta, filósofo, dramaturgo y cineasta francés, de origen judío, nacido en Rumania. La trama se centra en la historia de la película dadaísta argentina Tararira, fruto de los esfuerzos de los dos amigos, de la que quedan pocos rastros. Dicen que el productor debutante Miguel Machinandiarena la destruyó porque temió un escándalo no rentable.
Fondane es hoy casi desconocido en la Argentina. Pocos lo leen en una época que desprecia la filosofía de la existencia y exalta la ciencia y la tecnología, que él detestaba. El recuerdo de Tararira sobrevive por notas periodísticas y estudiosos. Su director murió en octubre de 1944 en una cámara de gas de Auschwitz.
Victoria y Fondane se conocieron en París en 1929 en la casa del filósofo ruso “irracionalista” León Chestov. Se hicieron amigos. Ella lo invitó a la Argentina ese mismo año para dar conferencias en Amigos del Arte sobre el cine de vanguardia y proyectar películas como Entreacto, de René Clair; y El perro andaluz, de Luis Buñuel.
Aunque la producción de Repetto se presenta como documental, es más bien un making of con mezcla de géneros, desde la comedia musical y la sátira hasta la tragedia. Laura Nevole y Hener encarnan a V. O. y Fondane. Las situaciones absurdas y cómicas abundan: el director había sido en sus comienzos un dadaísta defensor del absurdo. Tras la lectura del místico existencial Chestov, pasó a ser su discípulo y epígono. Fondane se rebelaba contra la finitud de la vida humana, rechazaba el racionalismo destructor, y clamaba por la ausencia de Dios. Victoria-Nevole dice ante la cámara que la película es absurda. Lo mismo dijo Fondane en 1936, cuando Victoria le propuso rodar en Buenos Aires lo que sería Tararira. Aceptó venir. Filmó, dejó el montaje para otros, y volvió a Francia. La película sólo se dio en una función para invitados, que la celebraron. Hoy quedan pocas fotos.
Fondane pensó mucho sobre el cinematógrafo. Escribió “cinepoemas” concebidos como guiones, especie de manifiesto personal en el que distinguía el cine experimental del comercial. En el “cinepoema”, predomina, decía, “el elemento trágico, ‘humour’, una crítica lírica del hombre”.
La frágil economía del intelectual hizo que trabajara como guionista de la Paramount de Francia. Debía leer y corregir guiones ajenos para hacerlos comerciales. V. O. buscó rescatarlo de esa situación, le propuso hacer una película sobre Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, pero no encontró inversores. En cambio, los consiguió para otro proyecto, que sería Tararira, una comedia musical de espíritu absurdo, con algo de los hermanos Marx.
En 1936, el escritor vino a Buenos Aires para filmarlo. En la película, actuaría el Cuarteto Aguilar de laúdes, integrado por los virtuosos y cómicos hermanos españoles Paco, Ezequiel, Elisa, y Pepe. En una carta a su hermana Lina, Fondane le contó la trama: “Será la caricatura de la sociedad moderna […]. Los Aguilar no podrán ser contratados para un concierto porque se los toma por bandidos y, hacia el final, se rebelarán contra las condiciones que les ponen para tocar: rechazarán el consabido casamiento y el beso final, destrozarán el salón de la duquesa que los contrató y con los restos ejecutarán el Bolero, de Ravel”.
En 1944, V. O. consiguió que le otorgaran una visa a su amigo judío para exiliarse en la Argentina. Él se negó: no quería dejar sola a Lina, su hermana, que moriría de tifus. Fondane fue arrestado y enviado a Auschwitz. No se sabe si estuvo junto a Lina cuando ella murió.
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