Rey Andújar. “Crecí leyendo a Borges y a Macedonio y escuchando a Fito Páez”
El escritor caribeño participó del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, en Resistencia, y visitó Buenos Aires para presentar su novela “Candela”; “No creo que España siga siendo el filtro de lo que deba leerse en América Latina y el Caribe”, dice
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En su primera visita a la Argentina, el escritor dominicano Rey Andújar (Santo Domingo, 1977) participó de la 27ª edición del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura que se realizó en Resistencia y luego pasó unos días en Buenos Aires, donde presentó la edición local de Candela (Corregidor), su segunda novela que integra una “trilogía policial caribeña” con El hombre triángulo y Los gestos inútiles; además, visitó la librería El Ateneo-Grand Splendid, paseó por las agitadas calles porteñas y conversó con escritores, editores y periodistas. “Nunca había vivido una experiencia como la del Foro, ver a 1500 personas por tres días consecutivos escuchando a escritores y docentes hablando de literatura me impresionó -dice Andújar a LA NACION-. Escuchar a Samanta Schweblin, de quien soy admirador, hablando de su experiencia de lectura, y luego a Dolores Reyes en el cierre, que no tenía ni idea de quién era y entender de dónde viene el fenómeno y lo que ella siente como escritora, me pareció muy interesante porque son experiencias que están muy lejanas a mí”.
Candela, su novela de 2007 que Corregidor lanzó en la colección Archipiélago Caribe, comienza con el ¿asesinato, suicidio o accidente? de Renato Castratte, que deberá investigar (hasta donde se lo permitan) el teniente Imanol Petafunte en unos pocos días, con el trasfondo de la amenaza de un “ciclón batatero” en plena temporada de huracanes y las normas impuestas por la corrupción dominicana. Los saltos al pasado de los personajes dejan entrever que las condiciones de vida en la isla no han cambiado con los años. Andújar cuenta que su decisión de titular la novela con el nombre de la prostituta haitiana con poderes de adivinación -el personaje de Candela- fue criticada en su país, donde las tensiones con Haití aún perduran (como revela la construcción de un muro fronterizo). Con la impronta del “pop caribeño” -estilo que combina dosis de lirismo, mitologías, denuncia social y uso de expresiones de la lengua popular- Andújar ciñe el destino de sus personajes en una parábola fatal. En 2021, Candela fue llevada al cine por el escritor y director dominicano Andrés Farías Cintrón. “Estoy muy contento con la película y espero que pronto se estrene en la Argentina”, dice Andújar.
El dominicano, que vive y da clases en Chicago, fue convocado por la ministra de Cultura de su país natal [Milagros Germán Olalla] como productor general de la XXIV Feria Internacional del Libro Santo Domingo. “Fue muy exitosa, se consiguieron cosas que van a quedar para el futuro -revela-. Hubo algunos problemas de organización que se dieron por sabotajes externos; es el evento que maneja uno de los mayores presupuestos a nivel nacional y siempre hay grandes intereses políticos allí. Fue una de las ferias más inclusivas que ha habido en años, la comunidad LGBTQ tuvo su propio espacio, pudimos hacer un festival de teatro y uno de música, y es la feria donde se han vendido más libros”.
-¿Cómo es la situación económica actual en Santo Domingo?
-Es complicada, muy complicada. La industria turística está remontando cada vez más y el presidente [Luis Abinader Corona] está enfocado en ver cómo le saca provecho. Se ha conectado la industria del cine con la del turismo.
"Las pocas librerías que hay en mi país están languideciendo."
-¿Y la industria editorial?
-Es muy precaria. Tenemos un problema de distribución y el poco mercado que hay todavía sufre el shock de la falta de librerías. Las grandes librerías han cerrado, solamente quedan las que están asociadas a otros negocios. Las pocas librerías que hay en mi país están languideciendo. Espero que podamos salir del shock y buscar alternativas, porque si los libros no se pueden vender en librerías, porque no hay, quizás podamos seguir vendiendo libros en otros espacios. Al mismo tiempo que te digo que hay un problema de distribución, se imprimen más libros hoy que hace diez años. Hay nuevas editoriales independientes; a nivel de calidad y tecnología las compañías de impresión que existen en el país se han modernizado. Esa dictadura de tener que publicar diez mil ejemplares es cosa del pasado, hoy puedes publicar desde veinticinco hasta doscientos ejemplares por demanda, entonces pienso que la próxima etapa es aceptar que podamos ubicar otros espacios, llevar los libros al cliente, ponérsela fácil a los lectores. El desafío ahora es la distribución.
-¿Tus libros allá se publican en alguna editorial local?
-Nunca he tenido la oportunidad de publicar en una editorial local, históricamente siempre han sido sellos internacionales. Llegan a Santo Domingo por Isla Negra, una editorial que está en Santo Domingo y en San Juan de Puerto Rico. Alguna vez llegué a publicar con Alfaguara antes de que fuera Penguin, entonces soy un escritor raro en ese sentido. Tengo la particularidad de que puedo publicar con una editorial pequeña, independiente, y algunos libros con editoriales ya reconocidas o grandes, por ejemplo con Corregidor ahora.
-¿Cuándo te fuiste de Santo Domingo?
-Siempre digo que uno no se va; uno se va quedando en otros lugares. Viajaba por cuestiones familiares, por el asunto de la misma migración, pero en 2001 me voy con el interés de estudiar; cuando tomé una clase de poesía de la Beat Generation en Nueva York me decidí que por ahí iba a ser el camino. Publiqué un primer cuento que ganó una mención en un concurso y seguí mandando cuentos a otros concursos y, mientras iba conociendo más el medio y obteniendo reconocimiento y lectores, me decido con una primera novela, que por cierto me la corrige una argentina, Mónica Volonteri, que vive en Santo Domingo desde hace varios años. Después de esa primera novela empieza mi carrera formal e internacionalmente me empiezan a conocer. En 2003 sale El hombre triángulo, protagonizada por un policía dominicano un poco atormentado por su sexualidad, por verse atrapado en esa situación policial corrupta.
-Tiene semejanzas con Candela.
-Candela es mi segunda novela, y mi segundo intento de policial; extiendo las cosas que había experimentado con El hombre triángulo, como el cruce de géneros, la sexualidad y la corrupción. Y la tercera novela, Los gestos inútiles, también es un nuevo intento. Salió en 2015 y ganó el VI Premio Alba de Narrativa Latinoamericana y Caribeña durante la Feria del Libro de La Habana ese mismo año.
-¿Esa situación que se describe en tus novelas de corrupción, pobreza y desigualdad, tan diferente de la postal paradisiaca que se tiene del Caribe, ha cambiado en tu país?
-Para nada. Con la última lo amplío un poco más al campo de la política y pongo a un personaje que es político y explico un poco el contexto histórico de cómo se da esa corrupción política, y dónde entra la corrupción en nosotros como caribeños, cómo se promueve.
-¿Cuáles son las características de la corrupción caribeña?
-Son crímenes de oportunidad, como que yo te voy a poner en una posición ya sea política o del cargo público, y tú tienes que estar alerta para cuando se te dé el momento y te robas el dinero o te aprovechas. Hubo un presidente que tuvimos, Juan Bosch, que no era comunista sino socialista y que hablaba de los valores del Estado y del poder que eran muy peligrosos en ese tiempo y se confundieron con comunismo. El tipo era un intelectual, pero nunca pudo explicarle a la gente que no era comunista, y la gente del otro partido apoyado por Estados Unidos se encargó de decir que él estaba loco y que era comunista. Lo único que se salvó fue su partido, que se vuelve el partido más corrupto históricamente del país, y quien los pone en el poder a ellos es Joaquín Balaguer, que fue como el segundo dictador que tuvimos nosotros, por no entregarle el gobierno a José Francisco Peña Gómez que era un negro y se presumía que era hijo de una haitiana. Por eso en Candela está esa preocupación por la identidad de los personajes.
-¿Aumentaron los conflictos entre dominicanos y haitianos?
-Solamente la sospecha de que puedes tener una vena haitiana te desautoriza cualquier posición de peso en la República Dominicana. Haití ocupó la República Dominicana por veintidós años, entonces el nuestro es uno de los pocos países que no obtiene su independencia de España sino de un país vecino, y a eso se suma el asunto racial, porque gran parte de la población de Haití proviene de esclavos. ¿Cómo voy a tener mi independencia de alguien “menor” que yo? Y en ese sentido históricamente la tensión se mantiene muy viva y limita las relaciones entre ambas repúblicas. Se ha estudiado mucho el modo en que a nosotros se nos presenta el personaje del haitiano desde la niñez, si tú no comes el haitiano viene y te va a llevar, los haitianos son sucios, son violentos, son ladrones; es muy raro que yo encuentre a alguien hablando bien de un haitiano en nuestra sociedad.
-Sin embargo, hay mucha inmigración haitiana en República Dominicana.
-Mucha, los haitianos han construido el país, es la mano de obra para los trabajos que el dominicano no quiere hacer: construcción, agricultura, el corte de caña. Históricamente ellos tienen muy pocas opciones, Haití es uno de los países más pobres del mundo, el país más pobre de América, y tienen muy pocas opciones de migración. Ahora mismo tienen una crisis institucional muy grave. El país está dividido por sectores que las pandillas han adoptado, y son ellas las que manejan el país.
-¿El Caribe es una región menos homogénea que América Latina?
-Sí. Cuando tú hablas del Caribe hispánico, que encierra lo que es Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, y algunas zonas de Colombia, Venezuela y México, pero básicamente son las Antillas. Y luego está el Caribe francés, el Caribe holandés, el Caribe inglés. Nosotros lamentablemente no nos comunicamos, hay una distancia geográfica que no se corresponde con la distancia cultural que existe en el Caribe.
-¿Te asumís como un escritor caribeño o dominicano?
-Mi militancia está en el trabajo que hago, me cuido mucho de andar con pancartas porque creo que eso le quita impacto al trabajo que uno pueda hacer. Respeto mucho a los militantes y al activismo pero no es mi profesión. En ese sentido me considero un escritor caribeño, he viajado mucho por el Caribe, participado en conferencias, voy a Cuba con frecuencia. Doy clases de crítica literaria en Chicago y en el Caribe. Considerarme un escritor caribeño abarca otras islas, otras literaturas, otros intereses también. Un escritor dominicano pertenece a una escuela o a una generación, y yo tengo muy claro que no es mi caso porque me muevo mucho y tengo otros intereses y otras realidades, que es el movimiento en las Antillas.
-¿Por estas mismas cuestiones geopolíticas la literatura caribeña no ha podido romper el cerco que la vincule más con América Latina?
-Claro, si nuestro mercado editorial no existe. Acuérdate de que durante mucho tiempo nuestro mercado editorial estaba dictado por lo que dijera España, pasando por México o por la misma Argentina; incluso para que nosotros conociéramos a un escritor argentino tenía que pasar por España primero, y España decirnos a nosotros que ese escritor argentino, chileno o mexicano era importante, entonces ahí nosotros accedíamos a él. Quizás todavía eso no ocurre porque todavía no tenemos un mercado de editoriales independientes en las cuales nos podamos dar apoyo unos a otros. Hubo un momento en Puerto Rico, a principios de los años 2000, en donde la industria editorial independiente estaba en boga, pero compañías como Amazon o Borders, grandes multinacionales de libros, mataron ese mercado incipiente que le estaba dando oportunidad y enseñándole el modelo de negocio a República Dominicana. Lo que se salvó fueron algunas editoriales pequeñas y los escritores que pudieron salir de ese movimiento independiente. Por eso queremos volver a impulsarlas junto con las librerías. Hay muchos lectores, es una falacia que no se lee.
-¿Eso está cambiando?
-Gracias a que el negocio está cambiando, hay editoriales que pueden tener una presencia en América Latina sin tener que pasar por España primero. No creo que España siga siendo el filtro de lo que deba leerse en América Latina. No tiene que ver con la historia del colonizador y el colonizado, no quiero meterme con eso. El negocio cambió y la percepción de los lectores ha cambiado también. Hay en la región editoriales pequeñas y medianas de gran calidad y con criterio editorial; pueden vender en España, cómo no, pero ahora llegan en forma directa a las pocas librerías dominicanas o puertorriqueñas sin necesidad de tener la validación del mercado español.
-¿Qué significado tiene haber sido publicado en la colección Archipiélago Caribe de Corregidor, junto con autores como Eduardo Lalo, Aurora Arias y Marcial Gala?
-Es como un pequeño milagro, porque yo no tengo agente, soy independiente y es raro que un escritor como yo llegue a la Argentina, pero también se da por el tipo de lectores que son los argentinos y por el interés de María Fernanda Pampín, del cuidado de lectora que tiene de poder tener en Corregidor un poco de todo lo que es el concepto de Latinoamérica y el Caribe, una representación de todo ya sea a nivel histórico, de ensayo, de ficción. Pertenecer a esta colección es para mí ya es un logro, no solo para mí sino para las letras caribeñas, de que podamos hacer esa conexión de lectura. El escritor quiere que lo lean, y ahí se da esa conversación, entonces publicar con Corregidor me permite conectarme no solamente con un público argentino que admiro mucho porque son grandes lectores y grandes críticos, sino que también me van a leer en Colombia, en Chile, en México. Para alguien que como yo creció leyendo a Borges y a Macedonio, escuchando a Fito Páez y viendo imágenes de lo que es la Argentina, el hecho de que mi literatura termine haciendo contacto con una editorial de prestigio como Corregidor es una alegría inmensa.
-¿Y ahora qué estás escribiendo?
-La novela que estoy trabajando ahora tiene que ver con un género de ficción más especulativa; me interesa mucho el tema nuclear y atómico en el Caribe. Mi novela transcurre en el año 2077.
Así empieza la novela de Rey Andújar
Mientras el charco de sangre negra que se desliza por la cuneta llega a la alcantarilla, el teniente Imanol Petafunte recuerda, entre otras cosas, el aguacero, la tarde oscura derritiéndose en el azaroso calor, cuando de repente la lluvia, con disciplina militar, empezaba a caer desde un cielo nublado y negro como una pesadilla. El teniente no puede evitar la nostalgia generada por el agua brevemente iluminada por las luces de neón. Trata de mantenerse sereno aunque sabe de antemano a lo que tendrá que enfrentarse. Entre los curiosos, un cadáver en el pavimento.
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