Revolución sin época
Con estilo fresco y aire novelesco, el investigador Philipp Blom revisa el legado y la influencia de los hombres más radicalizados de la Ilustración europea
Casi con el espíritu subversivo de un grupo punk , en el París del siglo XVIII un hombre llamado Paul Thiry d'Holbach organizaba en su casa ampulosas cenas a las que invitaba a los pensadores más radicales del momento. Ubicado en la actual rue des Moulins, su salón fue la sede de un ateísmo casi fanático y un materialismo radical, y reunió a figuras como los filósofos franceses Denis Diderot y Claude Adrien Helvétius, el pensador moral y economista escocés Adam Smith, su coterráneo, el empirista David Hume, y el penalista italiano Cesare Beccaria.
Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la Ilustración europea busca reanimar una batalla por la posteridad que la Ilustración moderada (Voltaire) e incluso valores contrailustrados (Rousseau) ganaron en detrimento de ideas radicales que revolucionaron el modo de pensar la cultura, la política y la religión. El desprecio del placer sexual, el lugar de las mujeres y la educación que ellas recibían; cuestiones más especulativas como la moralización de la naturaleza o el menosprecio de la evidencia que aportan los sentidos son algunos de los asuntos que los pensadores del círculo de D'Holbach discutieron y a partir de los cuales buscaron construir una nueva forma de ver el mundo. Para ellos, las ideas no se agotaban en el ámbito de lo teórico sino que tenían una dimensión moral innegable, lo que muestra que estos pensadores radicales pretendían cambiar las conductas.
El libro de Philipp Blom entrecruza biografías con un estilo fresco y cierto aire de novela, y logra que la historia de las ideas se arraigue en la vida cotidiana de los personajes que la protagonizaron. Lejos de adoptar el espíritu de un relato objetivo, académico e impreso sobre hojas atacadas por regimientos de ácaros, el autor mantiene vivo su relato en todo momento. Los pensadores se presentan como seres familiares (a los que Blom a menudo se refiere por su nombre de pila) y no como entidades ahistóricas, en concordancia con el espíritu materialista de los protagonistas. Esto vuelve el texto muy ameno e interesante, pero en ocasiones la pasión por la vida de los filósofos en cuestión llega a rozar la murmuración. Varios capítulos abordan las disputas provocadas por la personalidad paranoica de Rousseau, caracterizado como "el perro más ingrato del mundo". Aun cuando no falta evidencia histórica sobre el complicado temperamento del autor de El contrato social , el exagerado énfasis en los pormenores de sus peleas con los invitados del salón sugiere una ficción en la que el propio Philipp Blom toma partido por la "camarilla" de D'Holbach.
Si bien nuestra era posmoderna y su infinita heterogeneidad no parecieran ser tan reticentes a aceptar la posibilidad de un ateísmo crudo y un materialismo extremo, Blom sostiene que las ideas de la Ilustración radical fueron derrotadas por la historia. Ningún momento histórico las adoptó, ni siquiera la Revolución francesa, que ocurrió apenas unos años después de la muerte de Diderot y D'Holbach. Aunque aquella batalla por la posteridad haya terminado, todavía no se ha definido quién ganará la guerra por nuestra civilización. Si las ideas que hoy guían nuestras conductas son, según Blom, las de una Ilustración moderada, tal vez la época de esplendor de la Ilustración radical esté por venir.
Gente peligrosa