Retratos de Pablo Bernasconi para mover el mundo
El autor e ilustrador publicó dos libros nuevos: un volumen de colección que reúne noventa retratos de personalidades del mundo y un álbum para chicos y grandes con un mensaje muy especial
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Pablo Bernasconi acaba de publicar dos libros nuevos y pronto saldrá uno más, que será muy especial porque tiene que ver con una experiencia personal. Mientras tanto, el autor e ilustrador ya presenta en sus redes sociales imágenes de Para mover el mundo (Fondo de Cultura Económica) y Retratos (Catapulta), un volumen de colección que reúne el material de los dos tomos anteriores, además de otros personajes que retrató en los últimos años con su particular estilo.
Retratos tiene más de 220 páginas y una bellísima edición de lujo con una tapa que representa una obra de arte, un “detalle” que lo convierte en un libro objeto. Allí aparecen María Antonieta, Salvador Dalí, Steve Jobs, Gabriel García Márquez, Caetano Veloso, William Shakespeare, Janis Joplin, Madonna y Diego Maradona, entre otras figuras de todo el mundo y de distintas disciplinas.
En diálogo con LA NACION, desde Bariloche, donde vive y trabaja, Bernasconi explica: “Retratos 1 salió en el 2008 y Retratos 2, en el 2014 publicados por Edhasa. Esta edición de Catapulta no sólo reúne las dos anteriores, sino que también añade una nueva selección de retratos que hice en los últimos años. Personajes clásicos e icónicos que quería añadir, como Frida Kahlo, Pablo Picasso o Karl Marx y, también, algunos más contemporáneos como Donald Trump o Vladimir Putin, además de muchos otros. Esta edición es, efectivamente, más lujosa, grande y voluminosa, con ciertos detalles como las citas en español y en su idioma original, un bello texto inicial de María Paula Zacharías, además de continuos retoques que agregué para mejorar cada personaje. Yo mismo veo una evolución entre los primeros retratos publicados hace más de quince años, y los últimos. Creo que como proyecto integral y para concebir mejor la idea, era necesario un libro que reuniera todo”.
Así, las 90 ilustraciones seleccionadas son una excelente muestra del trabajo del autor de Finales y El infinito, entre muchos otros libros para distintos públicos. Cada retrato, creado con la técnica del collage artesanal y digital, está acompañado de una frase. La de Maradona, por ejemplo, dice: “En la clínica hay uno que se cree Napoleón; otro, San Martín; y a mí no me creen que soy Maradona”.
¿Qué une cada cita a cada retrato, más allá de la autoría de esas palabras? “Los retratos son construcciones metafóricas, repletas de guiños y pistas que el lector puede deducir. Dentro de esa construcción metafórica, me pareció prudente añadir las propias palabras del retratado, como para completar el círculo de pistas y, sobre todo, para darle a cada uno y una la posibilidad de hablar de ellos mismos. El hecho de que esta edición contenga además las citas en su idioma original (ruso, chino, árabe, alemán, entre otros) añade un punto de proximidad mucho más precisa”, dice Bernasconi.
En el prólogo “La poesía no miente”, Zacharías escribe: “Al contrario de los artistas que cultivan la libre interpretación de su obra (esa manía por las impresiones arbitrarias que puedan suscitar sus obras), Bernasconi quiere que su idea se entienda. ‘No juego al capricho’, dice. Busca ser fiel al personaje y desde los juegos semánticos, desde un costado tangencial, generar en el otro el goce del descubrimiento. Propicia la búsqueda detectivesca, con aprecio a la inteligencia del otro. Hay un diálogo entre el autor y el lector en cada pieza. Un minué de inteligencias”.
Cuando se le pregunta con qué criterio elige los personajes para ilustrar, el artista responde: “Todos los personajes son íconos de algo. No son sólo celebridades o personas famosas, sino también símbolos de algún concepto que quise reflejar: de la literatura, del cine, del arte, del deporte, de la política. En general, si uno presta atención, no se repiten personajes que simbolicen lo mismo, sino que apelan a ópticas diferentes para contar cada uno su historia. Lo importante de este tipo de retratos es expandir la percepción física que tenemos de las personas para observar de cerca su relevancia conceptual y humana. Es lo que me atrae de este tipo de imágenes: confiar en la inteligencia del otro”.
Entre sus favoritos se destacan los que le llevaron más trabajo: “Supongo que algunos retratos, los que más me costaron, terminaron siendo los que más me gustan. Y mi conclusión es que tiene que ver con la carga afectiva que puse en ellos. El Principito, Edgar Allan Poe, Franz Kafka y las Abuelas de Plaza de Mayo fueron, por ejemplo, personajes que tardé mucho en hacer, donde puse mayor cuidado, tiempo y cariño, y los resultados a mi forma de ver son diferentes, o al menos destacables”, asegura.
Por esas cosas de la casualidad, la publicación de Retratos coincidió con la de Para mover el mundo, un libro con una estética más infantil, pero con un mensaje bien profundo. ¿Hay entre los dos una “idea” de fondo que los une: algo así como “Retratos de personajes necesarios para mover el mundo”? “Retratos se imprimió en China y demoró mucho más de lo que creíamos en salir aquí y, por eso, los dos libros se superpusieron un poco. Sin embargo, es cierto que muchos de los personajes tienen mucho que ver con lo bueno que ha generado la mente humana, pero también con lo malo. No olvidemos que retraté a Donald Trump....”, responde con humor.
Según Bernasconi, Para mover el mundo es “un libro que claramente podrían leer los chicos, pero no diría que es exclusivo material para la niñez. La impronta y la intención del libro intenta justamente unir la mayor cantidad de franjas etarias, para poder consensuar cuál es el compromiso que entre todos tomamos ante los cambios que necesita el mundo. Creo que el aporte de una mirada de niño es esencial para poder disparar cierto estado de conciencia que hoy busca el adulto”.
El álbum está estructurado a partir de las letras de la frase que le da título: paciencia, abundancia, rumbo, ambición son las primeras palabras ilustradas, unidas por un personaje (una nena) que tira de un ovillo. Según el autor, la idea inicial partió “de una analogía de Arquímedes que dice: ‘Denme un punto de apoyo y moveré el mundo’, para explicar de forma extrema el poder potencial de una de las primeras aplicaciones de la mecánica, la palanca”.
Y agrega: “Hace mucho tiempo vengo jugando con la idea de trasladar ese principio, esa herramienta, a un experimento social, vinculando por supuesto el punto de apoyo con la ayuda, la solidaridad, la confianza en el otro. Este libro sugiere a partir del acrónimo, 16 maneras de comenzar a mover el mundo. Por supuesto, es una lista acotada y personal, pero no deja de ser un comienzo. Creo que la voluntad de expresar que las propuestas son más importantes que quienes las lleven adelante se refleja en cada página. No por nada comienza con una frase de Noam Chomsky: ‘No deberíamos estar buscando héroes. Deberíamos estar buscando buenas ideas’.”
¿Qué otras palabras y acciones harían falta para mover el mundo tal como está hoy? “Se me ocurren muchas más, porque de cada acción se despliegan nuevas necesidades. Quizá podría añadir originalidad, empatía, entendimiento, urgencia... Lo que intenta también el libro y, eso va a ser tarea en las casas y en las escuelas, es que los lectores puedan sumar palabras que consideren primordiales. El mundo las necesita”.