Relatos de pérdida y extranjería
Los relatos que componen éste libro de Ezequiel Alemian (Buenos Aires, 1968) abrevan en los procedimientos de la crónica, la entrevista, el diario, la biografía y la narrativa de aventuras. Aun así, todos ellos están atravesados por la extranjería y la pérdida, pero menos como hilván temático que como estado de la lengua. Perderse, por caso, como Ornette Coleman, quien años atrás, de visita en Buenos Aires, salió del hotel céntrico en el cual se hospedaba y, luego de caminar y de tomarse un tren, terminó en Tigre, donde la policía, como respuesta al llamado de una señora en el zaguán de cuya casa el saxofonista había hecho un alto para descansar, terminó llevándolo detenido ("Una meditación de Boris Pasternak"). La pérdida también puede adquirir ribetes más abstractos, como ocurre en "Padres e hijos", relato en el que al profesor Lindsay, tras sufrir un accidente automovilístico, "algo extremadamente huidizo, como lo definieron los médicos, se le había perdido para siempre". Pero más allá de lo anecdótico, lo que hay en Una introducción es creación por medio de la pérdida. Es decir, siguiendo a Bataille, hay poesía. Una escritura, pues, que corre riesgos, que escapa de las conclusiones, que da cuenta de la mismidad conmovida de su autor. Leer a Alemian es, sobre todo, "asomarse a la posibilidad de cambiar". Dada la amplitud de su propuesta, que incluye desde narrativa hasta poesía visual, sería inexacto decir que hay una puerta de ingreso a su universo, pero tal vez Una introducción sea lo más parecido a eso.
Una introducción
Por Ezequiel Alemián
Mansalva
124 páginas
$ 136