Regreso triunfal: gran éxito de convocatoria y ventas en el balance de la Feria del Libro
Lectores, autores, editores y organizadores, todos estuvieron de acuerdo en festejar la vuelta a La Rural después de dos años; se vendió hasta un 30% más de ejemplares y los jóvenes protagonizaron el fenómeno; mañana es el último día de este encuentro que promete ser récord
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Una de las frases que más se escuchó hoy en La Rural fue “No se puede caminar”. El veredicto de lectores, autores, editores y organizadores es unánime: la postergada 46ª edición de la Feria del Libro porteña fue un éxito de convocatoria y ventas, pese a la crisis socioeconómica que atraviesa la Argentina. Incluso de lunes a jueves era dificultoso avanzar por los pasillos y llegar hasta las cajas de los stands. Por eso, en términos pirotécnicos, se dijo que La Rural había “estallado”, “explotado” e incluso “reventado” de gente: quedan las imágenes de la concurrencia con bolsas cargadas de libros o en largas filas para obtener el autógrafo del escritor favorito como testimonio. El récord lo obtuvo la estadounidense Shelby Mahurin, que firmó durante ocho horas seguidas ejemplares de su trilogía Asesino de brujas (Puck).
La literatura infantil y juvenil “traccionó las ventas”, como observó Stella Maris Rozas, gerenta del Grupo Claridad, donde los best seller fueron una edición de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll e ilustrada por Valeria Docampo, y Soy un lobo muy feroz, de Pamela Cano Correa. Para confirmar esta hipótesis, bastaba asomarse a los stands de Kapelusz, Urano y Cúspide, donde siempre había largas colas de chicos. Urano -que agrupa varios sellos- informó un sorprendente aumento en la venta de ejemplares respecto de 2019 del 150%. Le siguió V&R, con el 110%. “Los jóvenes se quedaron con la Feria”, observó la flamante directora editorial del Grupo Planeta, Adriana Fernández. Los grandes grupos declararon aumentos en las ventas entre el 20% y el 30% respecto del año prepandémico.
En el podio de ese boom despuntaron las novelas románticas e histórico-románticas, con títulos de Florencia Bonelli, Gabriela Exilart, Gloria V. Casañas, Florencia Canale, Patricia Suárez, Mariela Giménez y Viviana Rivero, entre otras. “Vinimos tres veces y todavía no terminamos de recorrer la Feria”, dijeron a coro madre e hija ante el stand de El Emporio. “Hace mucho que no veíamos una edición tan concurrida: muchos autores y autoras, visitas de todo el país, jornadas profesionales muy convocantes y gran cantidad de público”, sintetizó Valeria Fernández Naya, directora de Marketing y Comunicación de Penguin Random House (PRH).
Algunos de los títulos más vendidos del Grupo PRH fueron Boulevard 1, de Flor M. Salvador; el primer volumen de la serie de Harry Potter, de J. K. Rowling; Violeta, de Isabel Allende; El club de los psicópatas, de John Katzenbach, y Masacre del comedor, de Ceferino Reato. La lista del Grupo Planeta la encabezaron El hechizo del agua, de Bonelli; Soy una tonta por quererte, de Camila Sosa Villada; Calles, de Felipe Pigna; Estrés, sufrimiento y felicidad, de Daniel López Rosetti, y Pamela Stupia, con su trilogía Hopendath y Cuando te vas.
De Mariana Enriquez “se vendió todo” -cuentos, novelas y crónicas- en los stands de Riverside y Galerna. “Era increíble como se llevaban Nuestra parte de noche”, contó uno de los vendedores. El terror despuntó con títulos de los estadounidenses Stephen King (Plaza & Janés) y Michael McDowell (La Bestia Equilátera), el italiano Dario Argento (Letra Sudaca), el boliviano Maximiliano Barrientos (Caja Negra), Leonardo Oyola (Literatura Random House), Pablo Forcinito (Metalúcida) y Pablo Martínez Burkett (Muerde Muertos).
Por primera vez en la historia de la FIL porteña, una autora travesti, la cordobesa Sosa Villada, fue récord de ventas con la novela Las malas y los cuentos de Soy una tonta por quererte (Tusquets), y el miniensayo El viaje inútil, de DocumentA/Escénicas, que publicó uno de los libros premiados por la crítica, Inundación, de Eugenia Almeida (otra cordobesa), autora de la novela policial Desarmadero (Edhasa). Me acuerdo (Godot) de Martín Kohan y Las señoritas (Lumen), de Laura Ramos, también fueron galardonados y muy buscados. La novela del chileno Cristián Alarcón, El tercer paraíso (Alfaguara), cosechó lectores.
Los visitantes ilustres, del Nobel Mario Vargas Llosa en un mano a mano con Jorge Fernández Díaz al español Javier Cercas, y de la chilena Diamela Eltit a la francesa Emilienne Malfatto, presentaron sus novedades y, como Katzenbach, los ibéricos Carmen Mola y sus colegas locales (Eduardo Sacheri, Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez, Isol y María Teresa Andruetto) firmaron ejemplares y posaron para la foto. Pese a la propuesta de los organizadores de la Feria, pocos optaron por hacerlo en el desangelado firmódromo.
Se homenajeó a dos Nobel de Literatura, el colombiano Gabriel García Márquez y el portugués José Saramago; a la escritora española Almudena Grandes, y a Antonio Di Benedetto, Manuel Puig, Libertad Demitrópulos, Juan Forn, Leopoldo Brizuela y Horacio González.
En los stands colectivos (de Los Siete Logos y Todo Libro es Político a Typeo, Big Sur y los debutantes Camalotal, Un Cuarto Impropio y Panorámica) se cultivó la bibliodiversidad. Allí, títulos de escritoras como la pionera Virginia Woolf (Godot), Djuna Barnes (rescatada por Hekht), Margo Glantz (El Cuenco de Plata), Sylvia Molloy (Eterna Cadencia), Jamaica Kincaid (traducida por Inés Garland para La Parte Maldita), Beatriz Vignoli (Nebliplateada), Alejandra Costamagna (AñosLuz), Nora Domínguez (Beatriz Viterbo), Katherine Mansfield (Chai), Hebe Uhart (Adriana Hidalgo), Eva Illouz (Katz) y Vinciane Despret (Cactus) migraron de La Rural a casas y bibliotecas.
“El balance de esta edición ha sido muy positivo -dijo a LA NACION Ezequiel Martínez, director general de la Feria-. Fue la Feria del regreso, del reencuentro y también de la pluralidad, donde todos nos pudimos escuchar”. El pluralismo reivindicado por los organizadores se manifestó desde el inicio, con el crítico discurso de Guillermo Saccomanno a la Feria, y en actos de todos los colores políticos. “Hemos tenido jornadas de educación, de narración oral, el festival de poesía, los diálogos con escritores y escritoras de la Argentina y de América Latina: todos colmados de gente -agregó Martínez-. A las jornadas profesionales asistieron doce mil personas y fueron las más exitosas en mucho tiempo”. Por ejemplo, algunos editores contaron que, gracias a las compras de los libreros durante las jornadas, habían recuperado el monto del alquiler del stand.
Al cierre de esta edición, aún no se había informado la cantidad de asistentes a la Feria 2022, pero se prevé que superará el millón de personas. Tampoco se comunicó si mañana -último día de apertura en la Rural-se podrá ingresar gratis, como ocurrió en ediciones pasadas. “La respuesta del público ha sido elocuente, no solo los fines de semana sino también de lunes a viernes; eso se reflejó en las ventas, en la gente que se iba con bolsas de libros en las manos -concluyó el director de la FIL-. Es la mejor postal que una feria puede dar. Fue un regreso que se esperaba con mucha ansiedad y se comprobó que la gente busca encontrarse con los autores”. Pese a la crisis, los lectores son una especie invencible del ecosistema cultural.
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