Refik Anadol: “Falta mucho para que la Inteligencia Artificial pueda ser creativa”
En el Teatro Colón se presentará hoy una obra NFT del artista turco-estadounidense, que trabaja con algoritmos e imágenes digitales y considera que “los datos son el próximo lenguaje de la humanidad”
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Desde Nueva York voló al Amazonas, para convivir unos días con la comunidad indígena yawanawá. Luego hizo escala en San Pablo pero no logró llegar a Buenos Aires, donde ya se agotaron las entradas gratuitas para ver hoy una obra suya en el Teatro Colón, porque 2000 personas lo esperan para presenciar una conferencia suya en Estambul, su ciudad de origen.
Las fronteras no parecen existir para el “artivista” turco-estadounidense Refik Anadol, nacido en 1985 y radicado en Los Ángeles, que trabaja en la creación de su propio metaverso. Antes de que se rematara en Christie’s en mayo una obra suya por 1.380.000 dólares, con la que intervino la fachada de la famosa Casa Batlló de Antoni Gaudí en Barcelona, sorprendió en diciembre con una monumental escultura digital mutante exhibida en la playa del Faena Hotel, en el marco de la semana de Art Basel Miami. La misma que se podrá ver esta noche junto a la Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, en una experiencia organizada por artbag en el marco de la Semana del Arte, y que se instalará en un espacio público de la ciudad –aún no definido– del 20 al 22 de este mes.
Machine Hallucinations: Coral es una pieza realizada a partir de casi dos millones de imágenes de corales, disponibles en redes sociales, y registrada como Token No Fungible (NFT). Fue comisionada por la plataforma Aorist para generar conciencia sobre la necesidad de proteger el universo submarino y subastada a beneficio del proyecto The ReefLine, impulsado por Ximena Caminos. La compró otro argentino: David García, CEO de Borderless Capital, por 850.000 dólares.
Ahora ganará otra dimensión, cuando los músicos interpreten ese movimiento de imágenes procesadas por un algoritmo. Será un camino inverso a otras performances similares, como las presentadas en los últimos meses en escenarios de Estambul y Filadelfia. “Esta vez la música está respondiendo a lo visual, no al revés –explica Anadol, en una entrevista telefónica con LA NACION–. Cambia el diálogo en la colaboración con los humanos. Básicamente, la gente escuchará la banda de sonido de los sueños de la Inteligencia Artificial (IA)”.
–Recientemente, una obra de arte creada por un artista con IA ganó un concurso y desató una polémica. ¿Creés que puede la IA crear su propio arte?
–La IA es una extensión de la mente, es una herramienta poderosa que nos permite usar mucho mejor nuestras habilidades, nuestra creatividad. No veo un problema inmediato con eso. Por supuesto, como con cualquier tecnología, las cosas pueden salir mal. Soy consciente de esos potenciales conflictos, pero creo que con las máquinas tenemos una producción creativa mucho más relajada, segura y protegida. Para mí, la IA en este momento no puede crear su propio arte, no hay un sistema autónomo. Por eso no temo que se vuelva sensible. Todavía no decide por sí misma. No hay forma de que pueda tomar la iniciativa, tomar una decisión.
–No puede ser creativa.
–No por el momento. Y falta mucho tiempo para que eso suceda. Mientras tanto, podemos usarla como una extensión de nuestras mentes, para mejorar nuestra capacidad creativa y ampliar los límites de nuestra imaginación. Hay un gran potencial. Solo me pregunto: ¿qué más podemos hacer con esta tecnología?
–¿Y qué más podemos hacer? ¿Planeas exhibir tus obras en el metaverso?
–Sí, con mi equipo colaboradores estamos creando un nuevo metaverso, llamado Dataland, que integrará arte, tecnología, ciencia y naturaleza. Creo que desde el año próximo atraerá a personas de todo el mundo. Impulsaremos experiencias enfocadas en la naturaleza, para apreciar su poder.
–¿Por qué te interesa trabajar con datos?
–Porque creo que los datos son el próximo lenguaje de la humanidad. Cada máquina, cada computadora, cada teléfono, WiFi, sistemas Bluetooth... Todo se trata de datos. Los datos se convirtieron en el lenguaje de las máquinas. Estos números matemáticos pueden ser una sustancia muy importante, un pigmento que elimina todas las desigualdades, y usar la gran verdad de la ciencia para inventar un nuevo lenguaje. Todavía la mayoría de la humanidad no sabe cómo funciona la tecnología, cómo recopilamos datos, cómo la IA toma decisiones.
–¿Considerás que esto podría cambiar nuestra forma de ver, nuestra percepción?
–Sí. En mi trabajo me esfuerzo por hacer visible lo invisible, y creo que es un efecto muy emocionante e importante. Necesitamos entender el mundo.
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