Referentes de la nueva literatura del yo
"No se escribe ciertamente por necesidades literarias, sino por la necesidad que la vida tiene de expresarse", analizó en una oportunidad la filósofa y ensayista española María Zambrano.
Este pensamiento bien puede acompañar la fuerte presencia del yo en la literatura, esa que desde hace un tiempo está puesta bajo la lupa y arroja los más disimiles análisis. "Justo pensaba en eso, porque no suelo escribir en primera persona", abre el juego Julia Coria, autora de Todos nos sale bien, novela autobiográfica en la que narra los veinte meses previos a la muerte de su marido.
Coria, junto con Belén López Peiró (Por qué volvías cada verano) y Mercedes Halfon (El trabajo de los ojos) integrarán la mesa En primera persona, el domingo 4 a las 15, en la Feria de Editores, que se realizará en Ciudad Cultural Konex. Por su parte, Dolores Reyes, la autora de la celebrada Cometierra, formará parte del encuentro Mejor acompañadxs, el sábado 3 de agosto, a las 18, que explorará sobre los desafíos, deseos y las ventajas de trabajar en compañía.
"Hay una razón por la que decidí contar Todo nos sale bien de esta manera –aclara Coria, de profesión socióloga–. Es una historia que me atraviesa por completo, pero más allá del tinte biográfico, es una historia que valía la pena contar., como tantas otros, pero ésta justo era la mía".
–¿Fue una necesidad catártica?
–No, nunca tuve la sensación de que era una cosa catártica. Para hacer catarsis salía a correr por el parque, lloraba, pataleaba, cocinaba. Quienes conocían la historia me decían que tenía que escribir la novela y no podía contarla desde otro lugar, que no fuera desde el yo.
Para Belén, estar frente al papel sí fue catártico. Ocurrió en el taller de escritura de Gabriel Cabezón Cámara, donde iba más que nada a hacer ficción, a correrse de su costado de periodista, a indagar en otro campo. Pero llegó una propuesta de Abuelas de Plaza de Mayo, que invitaba a escritores inéditos a escribir una antología para adolescentes que explorara el significado de la palabra identidad. "Gabriela propuso que escribiéramos algo. Llegué a casa, y lo que hice fue contar el abuso en primera persona, nunca antes lo había hecho. Después, comenzaron a aparecer las otras voces. Cuando se lo mostré a ella, me dijo que siguiera con esto, que no dejara de escribir".
A partir de ese momento, Belén comenzó a transitar un camino que la llevó primero a reconocerse como víctima del abuso que padeció entre los 13 y los 16 años de un tío que quería como a un padre, para luego salir de ese lugar y encontrar en el empoderamiento el espacio que le permitió contarlo todo y superar aquella experiencia en una frase que simboliza su camino: "Todo lo que perdí se volvió mi escudo".
Usar anteojos desde antes de aprender a leer llevó a Mercedes Halfon a preguntarse hasta qué punto esos lentes habían generado una forma de ver, y de esta manera reflexiona acerca de qué es ver y cómo se construyen las imágenes en el arte y en la vida. "El año pasado murió mi oculista", así comienza El trabajo de los ojos, texto de Halfon que narra la relación con su propia visión, puntualmente con el estrabismo, la enfermedad que apareció en la infancia y que también padecieron su madre y su hermano. "Los lentes en mi familia siempre fueron gruesos".
Sobre un territorio que se mueve entre lo real y lo imaginado aparece Cometierra, la novela con la que Dolores Reyes irrumpió en el mundo editorial y que será traducida al inglés, francés y neerlandés. "Es cierto, no está el yo, pero si está presente lo que una es y ve, lo que se escucha y mi propia geografía, que es la del conurbano. Está mi mirada", reflexiona Reyes sobre la historia de esta joven que de niña tragó tierra y supo en una visión que su papá había matado a golpes a su mamá. Esa fue solo la primera de las visiones.
A la hora del análisis, suele decirse que las mujeres encontraron en la literatura del yo, una aliada para "contarse". Un buen ejemplo fue lo ocurrido en 2017, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en el que eligieron Black Out, de María Moreno, como el libro de 2016. Un descarnado relato de sí misma que marcó un camino a seguir.
"Mujeres que escriben hubo siempre –irrumpe Dolores–. Sí, estábamos marginadas a ciertos espacios, quizá olvidadas. Hoy podemos decir que estamos más visibilizadas y ganando lugares desde la escritura. Estamos retomando el legado de nuestras escritoras, descubriéndolas, como el caso de Sara Gallardo [se reeditó su obra y Enero, publicada originalmente en 1958, es hoy una de las más buscadas; cuenta la historia de una adolescente que debe enfrentarse a un embarazo no deseado luego de ser víctima de una violación], incluyéndolas en las bibliografías de estudios. ¿Cuántas obras hay de tantas otras autoras que no fueron reeditadas? Por suerte, compartimos sus libros para que no sean olvidadas. Eso sí, impacta la necesidad de que esas voces no se pierdan".
Que las editoriales decidieran apoyar obras firmadas por mujeres responde, como bien dice Julia, a los espacios ganados en la sociedad. "Mi propia biblioteca es un reflejo de lo que siempre ocurrió, entre los diez libros escritos por hombres, encuentro uno de una mujer. Hoy, hay una decisión editorial que, claramente responde a un cambio de la sociedad."
Ordenar la biblioteca fue también para Mercedes una manera de visualizar esta situación de los espacios ocupados por escritoras. "Separé los libros firmados por mujeres y descubrí que ocupaba el 15 por ciento del espacio. Como contrapartida, hoy, en museos y librerías ocupan un lugar importante –analiza–. Hay una especie de híper demanda, híper atención, que algunos tratan como si fuera una moda. Me parece que hay que desconfiar y desmarcarse de ese lugar que pregunta de qué escriben las mujeres o afirman ‘así escriben las mujeres’, como si ser mujer fuera ser diferente".
Lejos del marketing, y de esas preguntas que intentan englobar las miradas femeninas como si existiera una sola, Belén se anima a indagar en otro terreno, el del empoderamiento. "Las mujeres alzan la voz, las editoriales apoyan, pero también hay oídos que quieren escuchar estas voces. No sé quién hubiera leído hace diez años una historia sobre abuso o de violación narrada en primera persona, o una historia como la de Dolores, que habla de femicidios. Claramente, hay una herencia en el campo de la no ficción argentina que estuvo muy marcada por varones y era material de denuncia, como el de Rodolfo Walsh –expone–. María Moreno marcó el camino en estos últimos años. Estamos delineando un recorrido en el confluyen un montón de cambios. Hoy seguimos escribiendo, siempre lo hicimos, lo que ocurre es que hay una industria editorial que acompaña y personas que quieren leernos".
Todas coinciden en que siempre las mujeres estuvimos presentes en la literatura y Dolores pone foco en las letras clásicas, esas que estudió en la UBA. "En la literatura griega se pueden hacer lecturas de género a partir de Antígona, Medea, Aristófanes (en Lisístrata, narra la primera huelga sexual de las mujeres). La cuestión es que siempre estuvimos narradas por otras voces. Lo que sí me pregunto es por qué si la que escribe es una mujer, o la protagonista es una mujer, tiene que ser leído solo por mujeres. Por qué no pueden incluirse todes en la voz que roda la vida".
–¿Consideran que en la actualidad el lector tiene una necesidad de reconocerse en un relato de su tiempo?
–Julia Coria: Desde la publicación de Todos nos sale bien, me escriben mucho por Instagram. En su mayoría, es gente que está en la misma situación que narro en la novela. Son personas que acompañan la enfermedad terminal de una pareja, de un hermano, de un hijo. Hay una identificación.
–Dolores Reyes: En mi caso, las que me escriben son hijas del femicidio o abuelas que están luchando por tener la custodia de esos nietos, hijos del femicidio. Es verdad, hay una identificación a través del texto, un necesidad, una movilización que se da desde la lectura. Que la literatura del yo tenga como narradoras principales a las mujeres es porque hay una necesidad de narrar lo que está pasando, y hoy, en la sociedad argentina, y creo que en el mundo, las que estamos movilizadas somos las mujeres.
En este reconocerse, la novela de Belén López Peiró, Por qué volvías cada verano, fue clave para que Thelma Fardin reflexionara sobre lo que vivió cuando tenía 16 años, de gira con el elenco de Patito feo y tomara la decisión de iniciar el proceso judicial contra Juan Darthés en Nicaragua. A través de múltiples voces, Belén narra la historia del abuso sexual que padeció en su adolescencia, en manos del marido de su tía, un comisario de la provincia de Buenos Aires, en el pueblo de Santa Lucía, ese lugar que Belén pintó a los 15 años y que se convirtió en la tapa del relato cuya pregunta, esa que repetían hasta el cansancio, lo atraviesa todo.
"Todo autor es su propio personaje y es también su propia intriga. Imposible renunciar a sí mismo", de eso estaba convencido el escritor francés Gustave Flaubert
"Es muy común que uno busque en el texto cierta relación con la biografía del autor, pero también es cierto que lo que uno escribe está muy marcado por la propia vivencia", reconoce Dolores, quien ya está trabajando en su nueva novela. "El final de Cometierra quedó abierto –anticipa–, además, el hilo de la maestra no está del todo resuelto y esto lo digo sin spoilear, así que estoy transitando por esa historia, con lo que sucede con los personajes. Estoy muy metida en eso y analizando las devoluciones que recibo en el taller que hago con Selva Almada".
–¿Cuánto aportan los talleres a la hora de construir una obra?
–Dolores: Para mí, son fundamentales las devoluciones, confío en la lectura, en los comentarios, en las miradas.
–Julia: Hace 27 años que hago talleres, es mi zona de confort, además tengo un grupo de autores con los que me junto una vez por mes para analizar proyectos literarios. Nos leemos entre nosotros.
–Belén: Siempre sentí que mi novela era una obra colectiva. La hice en un taller en el que nunca me pusieron en el lugar de víctima, al contrario, la construcción fue desde el empoderamiento. Si tenían que decirme que lo que estaba narrando era una porquería, no lo dudaban. Respeto mucho ese acompañamiento y valoro el trabajo colectivo.
–Dolores: Los talleres rompen con esa idea del escritor solitario y, en el caso de las mujeres, está presente esa voz colectiva. Lo que te puedo asegurar es que te bajan muy rápido el ego.
–Mercedes: Hice muchos talleres, pero sobre todo de poesía. Son espacios donde te ayudan a perder la ingenuidad. Si bien la escritura es un momento individual, privado y hasta salvaje, esta la etapa de la corrección, de concientización de la obra, sin duda tiene que ser colectiva. Actualmente, doy clases en UNA [Universidad Nacional de las Artes] en la Licenciatura en Artes de la Escritura, una carrera que le dio un marco institucional a la escritura y que tiene el espíritu de los talleres.
–Dolores: Que se haya creado ese espacio para mí es una señal, que rompe con ciertos mitos y de la necesidad de escritura que hay.
–Mercedes: Antes se creía que solo podían escribir los que tenían talento innato. Muchos sostienen que no se enseña a escribir y por eso se burlan de los talleres y de que se apueste por carreras como ésa. Claramente, hay talento innato y otros talentos que se forman.
Nuevamente, será Entropía la que editará la nueva novela de Mercedes. Tendrá una estructura de diario personal y, como El trabajo de los ojos, ofrecerá esa mezcla de ficción y documental. "Es un diario en Berlín, el relato de una chica que va a Alemania a ver a su pareja y cuando llega, se encuentra que está en otra situación". Julia prepara un libro de cuentos cortos y Belén indaga en el terreno autobiográfico. "Pensé que el paso siguiente iba a ser la ficción", reconoce, pero a la hora de sentarse a escribir, apareció nuevamente su yo.
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