Redes románticas
Intimidades congeladas (Katz), de la socióloga Eva Illouz, encara el estudio de las emociones en el capitalismo. En el fragmento de la obra que adelantamos, la autora analiza las conductas que adoptan quienes buscan pareja en Internet. El amor responde a las leyes del consumo y de la competencia como una mercancía más
¿Cómo interactúa el yo en un sitio web de citas? ¿Cómo se llega a conocer a otros virtuales? Para poder acceder a la enorme reserva de posibles parejas disponibles, muchos sitios exigen que se llene un cuestionario llamado "perfil". Como proclama un sitio: "El objetivo es brindarle herramientas adicionales para contribuir a definir una afinidad emocional e ir más allá del mero plano físico". En el popular sitio web eHarmony.com , el sitio web de citas que crece con mayor rapidez, el cuestionario que contribuirá a la construcción del perfil no solo está diseñado por un psicólogo sino que también está patentado. En otras palabras, la tecnología de Internet se basa en un uso intensivo de categorías psicológicas y de presunciones sobre cómo entender el yo y cómo construir una sociabilidad por medio de la compatibilidad emocional. [...]
El creador del sitio es un psicólogo clínico, el doctor Neil Clark Warren, que asegura que cuenta con pruebas científicas (relativas a la personalidad, la forma de vida, la salud emocional, el manejo de la ira, la pasión sexual, etc.) que le permiten predecir matrimonios exitosos. Una vez que se contesta cerca de quinientas preguntas, se está listo para pagar la tarifa de inscripción e iniciar la búsqueda de un perfil compatible. El "perfil" es entonces la versión digital de quiénes somos. Es ese perfil psicológico el que se relacionará con los de otras personas que puedan ser compatibles.
Así, a los efectos de conocer a un otro virtual, se le exige al yo que pase por un vasto proceso de auto-observación reflexiva, introspección, autoclasificación y articulación de gustos y opiniones. Por ejemplo, match.com hace que el usuario construya su yo por medio de las siguientes categorías posibles. La sección sobre "tu aspecto" comprende descripciones detalladas de los ojos (hay ocho posibilidades para describir el color de los ojos), el pelo (trece posibilidades, por ejemplo, "trenzado", "con permanente", "batido" y "suelto"), tatuajes y una categoría sugestiva llamada "jáctate un poco: ¿cuál es tu mejor parte?" (ombligo, piernas, labios, etc.). La segunda categoría contiene "mis intereses", con subtítulos como "¿Qué haces cuando quieres divertirte?", "¿qué lugares de tu localidad prefieres frecuentar y cuáles son tus destinos de viaje favoritos?", "tus cosas favoritas", "¿cómo describirías tu sentido del humor?" y "¿qué tipo de deportes y ejercicio te gustan?". [...] Otra sección se relaciona con los "valores". Eso comprende un detallado cuestionario sobre fe y práctica religiosa y convicciones políticas. Otra sección comprende una serie de preguntas sobre la pareja deseada (se repiten las preguntas referidas al aspecto, la educación, la religión, la política, los hábitos en lo relativo a fumar y beber, etc). [...]
En resumen, en los sitios web de citas se nos exige simultáneamente que nos describamos de manera objetiva y que resumamos y refinemos, en la fantasía, los propios ideales (en cuanto a amor, pareja y estilo de vida). [...]
En primer lugar, el yo se construye descomponiéndolo en categorías discretas de gustos, opinión, personalidad y temperamento, y así se lo hace buscar a otro sobre la base de la idea y la ideología de la compatibilidad emocional y psicológica. Un encuentro exige una gran cuota de introspeccción y la capacidad de articular el perfil psicológico propio y el de otro.
En segundo término, el acto de subir un perfil a la web hace que Internet, al igual que otras formas culturales psicológicas como los talk shows y los grupos de apoyo, convierta el yo privado en una representación pública. Para decirlo con más exactitud, Internet hace que el yo privado se vuelva visible y que se despliegue públicamente ante una audiencia abstracta y anónima que, sin embargo, no es un público sino más bien un conjunto de yo privados. En Internet, el yo psicológico privado se convierte en una representación pública. [...]
Eso, a su vez, tiene cuatro consecuencias obvias. A los efectos de conocer a otra persona, hay que concentrarse intensamente en uno mismo, en la propia percepción de sí, así como en el propio ideal y en el ideal del otro. Puede decirse, entonces, que los sitios web de citas agudizan nuestro sentido de singularidad. La segunda consecuencia es que se invierte el orden en el que las interacciones románticas se condujeron tradicionalmente: si la atracción suele preceder al conocimiento de otra persona, aquí el conocimiento precede a la atracción, o por lo menos a la presencia física y la corporización de las interacciones románticas. [...]
La tercera consecuencia es que el encuentro se organiza bajo la égida de la ideología liberal de la "elección". No conozco ninguna tecnología que haya radicalizado de manera tan extrema el concepto del yo como "elector" y la idea de que el encuentro romántico debe ser resultado de la mejor elección posible. El encuentro virtual se organiza literalmente en la estructura del mercado.
Por último, Internet coloca a cada persona que busca otra en un mercado abierto de competencia con otras. Cuando se ingresa en el sitio, de inmediato se queda en situación de competir con otros que podemos ver. La tecnología de Internet ubica así al yo de manera contradictoria: hace que efectuemos una profunda introspección, es decir, que exige una concentración sobre sí a los efectos de plasmar y comunicar su esencia única, en forma de gustos, opiniones, fantasías y compatibilidad emocional. Por otro lado, Internet también hace del yo un producto en exhibición pública.
La autopresentación
[...] A primera vista, Internet permite un yo múltiple, lo que hace que el epítome del yo posmoderno sea su capacidad de lograr un yo lúdico, autocreativo y hasta engañoso en su habilidad de manipular la información relacionada con el mismo.
Sin embargo, los sitios de citas que analizo difieren de los usos posmodernos de Internet precisamente porque hacen que el yo se aprehenda a sí mismo por medio de tecnologías psicológicas del yo. De hecho, un yo posmoderno consiste sobre todo en las manipulaciones conscientes del propio cuerpo, los patrones de discurso, las maneras y la vestimenta. El trabajo de autopresentación que se realiza en y mediante Internet es de un orden diferente, ya que consiste solo en lenguaje, y más específicamente lenguaje escrito, y porque no apunta a otro específico y concreto sino a un público general de candidatos abstractos desconocidos. En otras palabras, el trabajo de autopresentación del yo posmoderno presupone e implica la capacidad de ser sensible a diferentes contextos sociales y de representar papeles diferentes en los mismos. En el caso de los sitios web de citas, la autopresentación adopta un carácter opuesto: presupone un movimiento introspectivo; es general y estandarizado (hay que presentarse por medio de un cuestionario estandarizado). No es sensible al contexto -ni a la persona-, en el sentido de que el propósito del perfil es decir la verdad sobre sí mismo independientemente de la identidad de quien vaya a leerlo. El trabajo de autopresentación se aleja varios pasos de la verdadera representación social y se realiza en términos visuales y lingüísticos, no para otro específico y concreto sino para un público generalizado y abstracto. [...]
La ironía, sin embargo, es que en el proceso de autopresentación, la apariencia física adquiere una importancia nueva y casi aguda en la foto que suele agregarse al perfil. A pesar de los aspectos descorporeizantes de Internet, la belleza y el cuerpo son omnipresentes, pero ahora porque quedaron congelados, convertidos en imágenes que congelan el cuerpo en el eterno presente de la fotografía, y porque esa fotografía se encuentra en un mercado competitivo de fotografías similares, por lo que los sitios web de citas generan intensas prácticas de autotransformación corporal. En realidad, como la foto vale por la persona, hace que muchos se embarquen en grandes cambios corporales. Por ejemplo, una de las entrevistadas, Sigal, una mujer de 20 años, dice que como resultado de Internet bajó veinte kilos, dado que tomó conciencia de que la fotografía desempeña un papel muy importante en la primera selección. [...]
Al presentarse por medio de una fotografía, se pone a los individuos literalmente en la posición de quienes trabajan en la industria de la belleza como modelos o actores, es decir que se los pone en una posición: 1) en la que se los hace hiperconscientes de su aspecto físico, 2) en la que el cuerpo es la fuente principal de valor económico y social, 3) en la que se los hace competir con otros por medio del cuerpo, y 4) en la que, por último, su cuerpo y su aspecto están en exposición pública. [...]
El plano lingüístico del perfil no reduce la situación de intensa competencia con otros, y el problema pasa por romper con la uniformidad de los perfiles.
Un ejemplo de esa uniformidad puede hallarse en un análisis del contenido de la pequeña casilla que resume el yo interior. Miré cien de esas casillas. Una sorprendente mayoría de las mismas usa los mismos adjetivos para describirse. "Soy una mujer divertida, sociable y segura", o "Soy linda y divertida; hace muy poco que estoy sola", "Soy sociable, llena de vida y divertida". [...] El proceso de describirse abreva en los guiones culturales de la personalidad deseable. Al presentarse ante otros de manera descorporeizada la gente usa convenciones establecidas de lo que es una persona deseable y se las aplica a sí misma. En otras palabras, el uso del lenguaje escrito para la autopresentación crea, irónicamente, uniformidad, estandarización y reificación. Digo "irónicamente" porque cuando la gente llena esos cuestionarios la idea es que tenga una experiencia de sí misma y presente a los demás aquello que la hace única.
Ese problema es algo que perciben bien los escritores de los manuales de citas. Por ejemplo: "Ya se trate de un hombre o una mujer, si usted suena como todos los demás, será difícil que a alguien se le ocurra una forma de escribirle". [...]
Para resumir, ahí donde el perfil psicológico más exitoso exige que alguien se destaque de la masa homogénea de "Soy divertida y graciosa", el perfil fotográfico exige, al contrario, que ese encaje en cánones establecidos de belleza y estado físico. Así, la gente que más éxito tiene en Internet es la que se distingue por su originalidad lingüística y su convencionalismo físico.
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