Recuperan la memoria del Centro Editor de América Latina
Ya se lograron reunir unos 1500 libros
Los libros del Centro Editor de América Latina (CEAL) no están reunidos ni registrados en ningún catálogo. Pero, tal como hubiera querido su creador, Boris Spivacow, sobrevivieron al tiempo y a los vaivenes políticos en las bibliotecas domésticas, en las librerías de viejo y en la memoria de miles de argentinos.
Durante este año, la Biblioteca Nacional se dedicó a rastrear y rescatar ejemplares de los libros que el CEAL editó entre 1966 y 1993. También, a completar el fondo editorial de su predecesora, Eudeba, entre 1958 y 1966. La propia editorial de la Universidad de Buenos Aires (UBA) donó unos 1000 libros.
En depósitos, bibliotecas personales, por medio de donaciones de los participantes en aquella emblemática empresa cultural y de compras realizadas en librerías, la Biblioteca Nacional reunió ya unos 1500 libros que tendrán un área especial en el depósito y podrán consultarse.
El 9 de octubre próximo, como un hito de medio camino, se inaugurará en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502) una muestra de homenaje al jefe de arte del CEAL y de Eudeba, Oscar Díaz, con ejemplares de libros y discos, pruebas de color, fotografías y afiches callejeros. Ese día se presentará también el libro Centro Editor de América Latina. Capítulos para una historia (Siglo XXI), una recopilación de ensayos de investigadores de distintas disciplinas, coordinado por Mónica Bueno y Miguel Taroncher.
"El proyecto empezó este año, con la idea de conmemorar el 30° aniversario del golpe de 1976 y en homenaje a Spivacow", contó a LA NACION la periodista e investigadora Judith Gociol, coordinadora del proyecto. "Los creadores del CEAL tenían en mente reeditar el fenómeno de Eudeba: la divulgación de materiales buenos a precios baratos", sintetizó.
Spivacow, que murió en 1994, fue designado gerente general de Eudeba en 1958, cargo desde el cual, con el lema "Libros para todos", sacó las ediciones fuera del ámbito universitario, las trasladó a los quioscos y a las ferias. Tras la Noche de los Bastones Largos y la intervención militar en la UBA, en 1966, Spivacow y su equipo -Oscar Díaz, Beatriz Sarlo, Aníbal Ford, Horacio Achával, Graciela Montes, Susana Zanetti, Jorge Lafforgue y otros- abrieron el Centro Editor.
Más obras, más lectores
El lema "Más libros para más" profundizó la impronta de Eudeba: salir a buscar lectores y acercarles textos de calidad. "Capítulo. Historia de la literatura argentina", "Polémica", "Mi país, tu país", "Siglomundo", "Los grandes poetas", y los libros infantiles son algunas de las colecciones más recordadas, como la modalidad de la venta por fascículos en los quioscos y su impronta de resistencia a las dictaduras militares. En 1980, con una orden judicial, el gobierno militar decidió la quema de un millón y medio de ejemplares del Centro Editor en un baldío de Sarandí.
"El CEAL ejerció una política cultural de carácter privado frente a un Estado que abandonó el proyecto de Eudeba", comentó a LA NACION Mónica Bueno, especialista en Letras, y una de las coordinadoras del libro, producto de una investigación financiada por la Universidad Nacional de Mar del Plata. En él, investigadores de letras, historia, geografía, sociología y bibliotecología analizan el Centro Editor como modelo editorial, en su aspecto político y en los modos de abordar la literatura argentina, la historia y la geografía.
Quizá la buena disposición de libreros, coleccionistas y protagonistas del CEAL para reconstruir la historia se deba a la misma motivación de estos investigadores. Como resumió Mónica Bueno, "los libros del Centro Editor forman parte de nuestras vidas, nuestros cuentos de la infancia y nuestras bibliotecas desde siempre".