Recuerdos de una lectora voraz
La autora de Memorias imperfectas ofrece en su nuevo libro una selección de “escenas, estampas e historias” de los últimos cuarenta años en la vida literaria del país
Uno de los primeros juicios críticos que recibió Josefina Delgado –Pepita, para sus amigos– sobre Memorias imperfectas fue el de una lectora. "Su libro despierta la memoria", le dijo, agradecida. La lectora desconocida había sido certera. Quien lea estas páginas no podrá menos que desear recordar esas "escenas, estampas o historias" con las que su autora fue seleccionando y privilegiando el variado componente del libro. "En realidad, cuenta Delgado, tomé la decisión de escribirlo gracias a mi editora, Florencia Cambariere, pero la acepté inmediatamente, porque, llegado cierto momento de la vida, uno debe estar ‘ligero de equipaje’, como dice Machado, y también, porque la mía ha sido la historia de muchos en la Argentina: una historia atravesada por las dictaduras y las malas gestiones".
El prólogo a la obra está encabezado por un epígrafe de Giuseppe Ungaretti: "Los recuerdos: ese inútil infinito...", y las menciones a los recuerdos (esas memorias imperfectas del título) son constantes y recorren el libro: "...los recuerdos llevan a los recuerdos, y los propios se mezclan con los ajenos [...]. Todo en los recuerdos literarios está ligado, y las lecturas son un ir y venir...". ¿Cómo se trabaja un material así, recogido a lo largo de más de 40 años de trato intenso con el mundo literario argentino e internacional, para que nada de lo fundamental quede afuera? "Hice listas: de quiénes fui amiga; con quiénes tuve contactos ocasionales o esporádicos, y dividí esos recuerdos en escenas (Donoso y Evtuchenko, por ejemplo), estampas e historias (las relaciones más largas), para empezar a trabajar", explica la autora.
Hay lugar especial en este siglo recién comenzado para las memorias y los libros de memorias. Delgado cita algunos que ha leído: Adiós a los padres, de Héctor Aguilar Camín o la obra de Alejandro Zambra, desde la ficción; El refugio de la memoria, de Tony Judt, o Thomas Mermall y sus Semillas de gracia, memorias de guerra, paz y amistad, y en particular el escritor y periodista Marcos Ordóñez y Un jardín abandonado por los pájaros. "Estas memorias de ahora son distintas de las que caracterizaron el fin del siglo XX –reflexiona Josefina Delgado–. Éstas son más afectivas, más sentimentales; el personaje que relata (yo, en este caso, y por consejo también de Cambariere) está más metido en la obra, se recupera la tradición de la literatura del yo. Todo eso que se ve muy bien en Coto vedado de Juan Goytisolo. Es también, de algún modo, hacer historia, o intrahistoria."
Memorias imperfectas está organizado en seis partes, y cada una de ellas, en distintos capítulos, algunos dedicados a un escritor en particular (Graciela Cabal, José Bianco, Antonio Di Benedetto, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sabato, Julio Cortázar, Marta Lynch, para nombrar sólo algunos). De esta verdadera selva de nombres, hay dos que se destacan: "Borges y yo" y "Donoso, mi amigo". La particular relación que Delgado tuvo con Borges (trabajó varios meses con él en un prólogo a unas obras selectas de Shakespeare, para la editorial Círculo de Lectores) fue motivo para escribir una especie de diario, cuyos fragmentos están también es estas Memorias..., para contar cómo era la vida cotidiana con Borges, a quienes más interesados están hoy en conocer su método de trabajo, los jóvenes:
Son, sobre todo, aquellos más jóvenes, interesados por un modo peculiar de lectura, el de Borges: esquivo, oblicuo, contradictorio, pero siempre increíblemente innovador, y que se choca con una palabra desgraciadamente tan de moda hoy en muchos ámbitos, "creativo", y que finalmente aplasta los juicios personales para reducirlos al cumplimiento de un mandato demoníaco, el de "crear". Borges supo que los creadores no existen. Desde esta modestia vanidosa, hizo su obra.
Con José Donoso nació además una amistad intensa y duradera, que tuvo su momento estelar en el festejo del cumpleaños número setenta del escritor, en 1994, en Santiago de Chile. Poder seguir a Donoso y a su gentil acompañante por las calles de Buenos Aires, o en sucesivas Ferias del Libro, conociendo escritores más jóvenes o comiendo un choripán, por ejemplo, se constituye no sólo en una riquísima posibilidad de conocer el pensamiento y el humor de uno de los más importantes escritores latinoamericanos del boom, sino también en una muestra de cómo opera este texto. Como en los libros de cuentos, uno puede escoger un capítulo, sin seguir el orden predeterminado, y no se perderá, porque Josefina Delgado llega a rescatarlo en otro capítulo con los mismos personajes y otros nuevos que se han ido agregando.
Así como en la vida de cada uno se suceden hechos y personajes, en este mundo literario tan nuestro, los escritores y los distintos representantes de la cultura argentina y latinoamericana van apareciendo y de ellos vamos sabiendo lo que se sabe de la gente querida que participa de nuestro día a día. Casamientos, hijos, viajes (muchos viajes), reuniones en las librerías o encuentros en alguna manifestación política o en las numerosas bibliotecas que Delgado conoció muy bien, la organización de encuentros internacionales o la participación en ellos, y, además, comidas y desayunos y tés, como los tomados con Alicia Steimberg.
Por fin, hay un segundo relato, esta vez gráfico. Las ocho páginas de fotos, del archivo personal de Pepita, en blanco y negro y en color: las más recientes al principio, las más remotas, al final, en un desandar de la historia de este testigo literario y lectora voraz que ha sido y sigue siendo Josefina Delgado, de su historia personal y literaria, y de nuestra historia como sociedad contradictoria y riquísima en la expresión de su cultura.
Delgado ha viajado mucho y representado el país en innumerables ocasiones; entre otras, ante la Unesco (Cerlalc) y ante la Asociación de Bibliotecas Nacionales de Iberoamérica (Abinia). Dos de las distinciones más importantes que ha recibido en los últimos años son el Premio Julio Cortázar a la difusión del libro y el Mujer de las Letras otorgado en 2014 por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Por delante, hay ahora varios proyectos, cuenta: "Una novela bastante postergada; un libro sobre viajes literarios, colateral a las Memorias..., bien autobiográfico, es decir, qué pasó con la literatura en cada viaje (por ejemplo, el que hice a Canarias para ver los manuscritos de Benito Pérez Galdós) y quizás un libro de personajes, la gente que vi y que conocí, como Susan Sontag, Nadine Gordimer o el Negro Villordo [el poeta Oscar Hermes Villordo]".
Adn Josefina Delgado
adn Josefina Delgado
Buenos Aires, 1942
Egresada de Letras (UBA), ha sido docente, editora, crítica literaria, escritora y también abarca la gestión pública en áreas emparentadas, como las bibliotecas, los archivos y los patrimonios. Entre los libros anteriores a Memorias imperfectas, pueden mencionarse Escrito sobre Borges (1999), Alfonsina Storni. Una biografía esencial (2001, reeditada en 2008), El bosque de los libros. Cómo leer y por qué (2002), y Salvadora. La dueña del diario Crítica (2005 y 2009).
Egresada de Letras (UBA), ha sido docente, editora, crítica literaria, escritora y también abarca la gestión pública en áreas emparentadas, como las bibliotecas, los archivos y los patrimonios. Entre los libros anteriores a Memorias imperfectas, pueden mencionarse Escrito sobre Borges (1999), Alfonsina Storni. Una biografía esencial (2001, reeditada en 2008), El bosque de los libros. Cómo leer y por qué (2002), y Salvadora. La dueña del diario Crítica (2005 y 2009).