Recuerdo de un griego universal
Hijo de griegos, formado en el Colegio Nacional de Buenos Aires, Miguel Kehayoglu supo reunir en su vida y en su trabajo las condiciones naturales de un espartano de ley. Como empresario fundó la exitosa compañía El Espartano, heredera de la tradición milenaria de tejedores orientales a la que sumó su amor por la pintura. De esa relación nació, en 1977, la galería Praxis, pionera en la difusión, comercialización y exportación del arte latinoamericano. Inauguró el concepto de expansión continental con la apertura de filiales en México, Nueva York y, más tarde, Miami. Tras una larga enfermedad, Miguel Kehayoglu se fue como había vivido: silenciosamente. Hasta en el tono de su voz grave se advertía esa vocación por hacer las cosas bien pero sin ruido, con el perfil bajo y la mirada atenta en las dos direcciones hacia las que orientó su vocación: los negocios y el arte. Con Adriana Addiechi, su mujer de toda la vida, tuvo dos hijos: Damián, que ha tomado con energía las riendas de El Espartano, y Nuria, encantadora y sensible, hoy al frente de Praxis, quizás el proyecto más personal y entrañable de su padre. Tuve el privilegio de compartir largas charlas con Miguel en su despacho del último piso del petit-hotel de Arenales, al que supo dotar de un "formato" de exhibición absolutamente innovador. Mientras acariciaba las cuentas del rosario, que siempre tenía entre sus dedos, compartía el entusiasmo por dos programas que definieron el perfil de Praxis: la creación de una colección de serigrafías firmadas por grandes artistas contemporáneos y la convocatoria bautizada 15 x 15, que cada dos años reunía en la galería obras de quince jóvenes creadores seleccionados por quince críticos. Difusión y promoción, ése era el compromiso. Deja Miguel la huella de su trayectoria de humanista, guiada por la certera visión del hombre de negocios.
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