Recrear la vagina: el cuerpo como obra de arte sorprende en ARCO
Con un video que registra la operación, la joven artista peruana Wynnie Mynerva capturó la atención de los medios locales antes de que la feria madrileña abriera hoy a invitados especiales
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Primero la tijera, después las agujas. Las piernas están abiertas, y el video muestra en primer plano cómo se cosen tres cuartas partes de una vagina. “No la uso para tener sexo ni tampoco quiero ser madre; el cuerpo es una materia prima con la cual podemos hacer lo que queremos. La libertad existe cuando se hace uso de ella”, dice con dulzura y firmeza a LA NACION Wynnie Mynerva, joven artista peruana que capturó la atención de los medios locales antes de que la feria madrileña ARCO abriera hoy a invitados especiales.
Vestida con un corpiño rosado, un corset de charol negro con cadenas que rodean su cuello, una minifalda y botas bucaneras con cordones rojos, agrega: “Crecí en un distrito del sur de Lima muy violento, donde no podía vestirme como quería. En Villa El Salvador la gente trata de camuflarse, para no resultar herida. A través de mi obra, busco soluciones a mis conflictos y espacios de reconciliación con mi cuerpo”.
Detrás suyo, en el stand de la galería Ginsberg, una pintura de cinco metros de ancho por 3,5 de alto muestra la síntesis de esa experiencia, presentada por primera vez en septiembre en una muestra en Lima. Además de los cuerpos femeninos en transformación se ve un revólver, un cuchillo, un gato, un corazón. Símbolos que recorren la obra de esta artista de ascendente carrera internacional, que comenzó a llamar la atención en la edición 2019 de la feria limeña PArC.
Ahora, gracias a ARCO, su historia se está viralizando. Como ya es costumbre en Madrid cada año, apenas los periodistas locales consiguen entrar al centro de convenciones de Ifema ponen el foco en la obra más atractiva para provocar polémica. En 2019 todos hablaban del muñeco hiperrealista de cuatro metros de altura que representaba al rey Felipe, creado por Santiago Sierra y Eugenio Merino; el comprador debía quemarlo en el plazo de un año, tras pagar por él 200.000 euros. Y en 2020 fue el turno de pieza creada con marcador por Riiko Sakkinen, artista finlandés residente en España, que incluía la frase “Franco no fue tan malo como dicen”.
Claro que no es lo mismo. Si bien la obra de Mynerva da impresión, no fue creada para generar impacto mediático en la feria que abre las puertas del arte latinoamericano al mercado europeo. “Hace muchos años quería hacerme la operación -dice sobre Cerrar para abrir, exhibida en la sección Opening, dedicada a galerías jóvenes-. En mi trabajo busco investigar a través de la sexualidad, algo que no exploré porque lo asociaba con la prostitución en condiciones insalubres y deshumanizantes. Cuando presenté el video en la galería, pintamos las paredes de amarillo porque la idea era celebrar. Mis amigas me trajeron torta, fue como haber nacido de nuevo”.
El tema de recrear la vagina no es nuevo en la historia del arte. Ya en 1866 Gustave Courbet la pintó en primer plano, de forma muy realista, por encargo de un diplomático turco que quería un retrato de su amante. Titulada El origen del mundo, la obra permaneció oculta durante más de un siglo, integró la colección de Jacques Lacan y hoy se exhibe en el parisino Museo de Orsay. Más poético pero no menos provocador, Anish Kapoor exhibió en los jardines de Versalles una escultura definida por los medios como “la vagina de la reina”. Dirty Corner (La esquina sucia), instalación transitable de diez metros de alto por sesenta de largo, generó tanto rechazo que llegó a ser vandalizada con grafitis antisemitas.
“Odio esa pieza”, había dicho a LA NACION en 2017 sobre El origen del mundo ORLAN, artista que se sometió a múltiples operaciones para recrear su identidad, y que decidió adaptar la idea de Courbet a la imagen en primer plano de una erección. “El origen del mundo es una mujer sin cabeza, sin brazos, sin piernas –observó entonces, cuando participó en Buenos Aires de la Bienal de Performance-. Se hace zoom sobre el sexo y la vagina. Es como si fuera una víctima de un asesino serial. Es sádico. Está metido en la cabeza de los hombres que la mujer es sólo su órgano reproductor”.
Para Mynerva, autodefinida como “pansexual”, cerrar esa puerta fue liberador. “Hacerme esta cirugía es darme el futuro que quiero vivir”, aclara al recordar que su pareja, que es trans, se vio obligada a vestirse de hombre para dar su consentimiento ante los médicos. “Tuvimos que hacernos pasar por una pareja heterosexual binaria para lograr la aprobación –explica-. Se han hecho muchos avances en cuestiones de género, pero no en medicina. Qué importante es cuando el arte exige que la realidad se desborde”.
¿Hasta dónde llegará? La gran pregunta, en un país con arraigada tradición católica, es si los reyes pasaran por allí mañana en su tradicional recorrido. Una parada obligada será sin duda la sección 40 (+1), dedicada a celebrar las cuatro décadas de ARCO, donde la galería Ruth Benzacar es la única representante de América Latina. La región tiene una propuesta propia, titulada Nunca lo mismo; cocurada por el argentino Mariano Mayer, incluye a otras tres de nuestro país.
“No definiría una identidad latinoamericana en el arte, sería un error –dice este último a LA NACION-. Lo que hay es una poética, una sensibilidad particular y una manera de construir formas y de reflexionar sobre el mundo contemporáneo con sencillez, con los materiales que hay a mano”. Una vagina, por ejemplo.
Para agendar:
ARCO 40 (+1), hasta el 27 de febrero en Ifema Madrid. Edición virtual en arco-exhibitions.ifema.es
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