“Recortes de vida”: Eduardo Longoni expone imágenes espectrales que no había mostrado antes
La muestra “Fotos inconclusas” reúne 32 imágenes tomadas a lo largo de dos décadas; fueron hechas para “intentar borrar la tristeza”, dice este referente del fotoperiodismo
- 6 minutos de lectura'
Diablitos y monjes, fantasmas femeninos y paisajes beatíficos, un hombre paloma y un árbol bandera son algunas de las sorpresas visuales de la nueva muestra del fotógrafo Eduardo Longoni (Buenos Aires, 1959), Fotos inconclusas, que se inaugura mañana en Phuyu (“nube”, en quechua), Esmeralda 986. Referente del fotoperiodismo en la Argentina -basta recordar las impactantes fotos La Tablada de 1989 y la del gol con la mano de Diego Maradona, en el partido contra Inglaterra en el Mundial de Fútbol de México, en 1986-, Longoni presenta 32 fotos digitales y analógicas, en color y en blanco y negro; muchas no se habían exhibido antes.
“Fotos inconclusas representa el pasado caminado, lo visto y capturado, nos lleva en el viaje, del norte argentino hasta el mismísimo monte Fuji y todo lo intermedio en el camino -escribió el fotógrafo Cristias Rosas, director de Phuyu, para el catálogo digital de la muestra-. Finalmente podría pensarse que los fantasmas son las fotografías mismas, incorporando la imagen de un instante que no existe más pero que al mostrarse, por un instante, nos vuelve a hablar desde un más allá”.
“Veinte son imágenes que fueron surgiendo en el camino de la vida, sin un rumbo claro y con la única intención, ingenua desde luego, de guardarme en la cámara y en el alma esos momentos que se escapan irremediablemente”, dice Longoni en diálogo con LA NACION.
“La idea de la exposición surgió a partir de la tristeza -revela-. Hablo todo el tiempo con gente que está triste. Quizá sea mi percepción a partir de mi propia tristeza. Y en este contexto preferí dejar de lado todas mis fotos más clásicas y apelar a estas imágenes que son pequeños recortes de vida, instantes de luces, de escenas bellas, de paisajes sanadores. Para intentar borrar la tristeza”. Se exhiben fotos tomadas en las últimas dos décadas. En 2013, el fotógrafo fue reconocido como Personalidad Destacada de la Cultura por el gobierno porteño.
“Son fotos que mostré poco, muchas nunca salieron de mi casa”, dice. Sobre el carácter “inconcluso”, agrega: “Creo que las fotos se completan con la mirada de los otros, con los espectadores, con los lectores, mientras eso no sucede me gusta llamarlas fotos inconclusas”.
Se pueden ver, además, doce imágenes de la serie Infancia proyectada, hecha con “imágenes perdidas” de la niñez. “Mi mamá me había tomado decenas de fotos con su Kodak Fiesta, una camarita barata de aquellos años 60 del siglo pasado -cuenta-. Eran diapositivas de mi vida en Mar del Plata. Al mismo tiempo hallé en su casa los cuadernos de mi escuela primaria que ella había conservado. Me llevé las fotos y los cuadernos y durante días miré mi infancia con cierta nostalgia. Hasta que en algún desvelo se me ocurrió la idea de proyectar las diapositivas en aquellas páginas llenas de primeras letras y garabatos y tomar una foto de esa superposición. Tienen una doble mirada, la de mi mamá y la mía”.
Para Longoni, que hizo ensayos fotográficos sobre la vida de los escritores, el mundo de la fe, las fiestas populares y la situación política y social del país, la fotografía al principio representó una salida laboral que lo ayudó a costear su carrera universitaria. “A los veinte años estudiaba historia y esa era mi pasión -recuerda-. Pero la fotografía fue amor a primera vista. Y empezó a ocupar todas las horas de mi vida, dejé la facultad y nunca más me aparté de las imágenes. No sé si tengo muy claro cuál es la función del arte fotográfico; yo siento la necesidad de hacer, de tomar una foto, de pensar un proyecto, de perseguir una idea”.
“La fotografía se volvió una manera de expresión universal -asegura Longoni, que ha publicado trece fotolibros con sus trabajos-. Todos los dispositivos toman fotos nítidas y vivimos una explosión de imágenes que se matan unas a otras. Es una catarata que nos impide muchas veces distinguir donde termina una foto y dónde comienza otra. Casi la actitud contraria a lo que es para mí la fotografía: la paciencia y la contemplación como punto de partida”.
En su opinión, el principal afectado por esta “democratización de la fotografía” es el fotoperiodismo. “Los diarios y noticieros están plagados de imágenes de cámaras de seguridad o vigilancia, de fotos de ocasionales testigos de algún acontecimiento -señala-. Y esto ha sido fatal para conservar una mirada coherente de cualquier medio de comunicación. Obviamente hay excepciones y fotoperiodistas que trabajan con seriedad historias con mayor profundidad con resultados óptimos”.
Los precios de las imágenes de Fotos inconclusas oscilan entre los 600 y los 1100 dólares. “Hay coleccionistas de fotografía en el país, aunque no la cantidad necesaria para mantener un mercado activo -dice-. Pero la fotografía se va abriendo su camino, claro que siempre teniendo que sortear los vaivenes económicos de nuestro país”.
“Nací a la fotografía como fotoperiodista puro, con la noticia dura en tiempos de dictadura, tratando de mostrar y denunciar aquel precepto militar de que lo que no se ve no existe. Para mí la cámara fue durante décadas el instrumento para darles voz y visibilidad a aquellos que no las tenían. Ahora, ya alejado de los medios hace mucho, trabajo en proyectos más reflexivos. Los años nos imponen más pensamiento antes de emprender la acción”.
Actualmente trabaja en simultáneo en varios proyectos. “El que tengo más avanzado es un diálogo musical entre el tango y el flamenco -anticipa-. Ambos géneros vienen desde mi cuna, mi papá un gran bailarín de tango y mi abuela una andaluza de Jaén que traía el flamenco en su sangre”. Y concluye: “Siempre me gusta la idea de inaugurar una exposición, como antes lo era publicar fotos en los diarios, porque es compartir con la gente, es terminar de darle sentido a lo que hago en soledad”.
Para agendar
Fotos inconclusas, de Eduardo Longoni, se inaugura el jueves 11, a las 18, en la galería Phuyu, Esmeralda 986. Se puede visitar de lunes a viernes, de 15 a 19, hasta el 22 de agosto.
Otras noticias de Fotografía
- 1
El director del Museo de Bellas Artes actúa en “Queer”, la adaptación de la novela del ícono contracultural William Burroughs
- 2
Murió Beatriz Sarlo a los 82 años
- 3
“Blackwater”: la saga matriarcal de terror gótico que es un fenómeno global
- 4
El legado de Beatriz Sarlo se define entre el exmarido y los discípulos de la intelectual