Lucía no quiere dormir si antes no le leen un libro, siempre el mismo.
Lo sabe de memoria, lo recita palabra por palabra y de principio a fin.
Había una vez…
Las hadas habitan el cuento que vive en el libro. De noche doblegan la oscuridad con sus larguísimos cabellos y encienden el valor de Lucía, que así se anima a dormir con la luz apagada.
Las hadas habitan el cuento que vive en el libro. De noche doblegan la oscuridad con sus larguísimos cabellos y encienden el valor de Lucía, que así se anima a dormir con la luz apagada.
A veces le lee su mamá, despacito y casi cantando las estrofas. Lucía ya conoce los ritmos de su voz y hamaca con su cabeza cada oración.
A veces le lee su papá, que pone voces diferentes cuando cambian los personajes. Voz gruesa cuando aparece Rudolf el ogro; voz de pito cuando chillan las viejas de la cueva y voz de gelatina cuando le toca hacer de algún hada. Papá no sabe cómo suenan las hadas.
Lucía los escucha noche tras noche, esperando en cada página que venga el sueño y se la lleve de paseo hasta el otro día. A veces llega antes de que el libro termine, a veces no viene y se queda mirando el techo, recordando partes lindas de su cuento.
Lucía duerme abrazada a su libro de hadas y justo antes de que empiece su viaje, se cuida de cubrirlo con la frazada y arroparlo sobre la almohada.
Ella sabe que es en realidad el libro el que no se puede dormir si no lo leen antes.
De Mentiras y Moretones, Sudamericana
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