Rébecca Dautremer: "Los chicos tienen una mirada propia para captar las imágenes"
Con doce escenas ilustradas a doble página, pintadas en el original con acuarelas, Rébecca Dautremer cuenta una vida. No es una vida cualquiera: en su último libro, Las ricas horas de Jacominus Gainsborough, la autora e ilustradora francesa retrata momentos relevantes de la vida de un conejo: desde el nacimiento hasta la muerte, con instantáneas de su entorno familiar, sus amistades, la educación, los juegos, el crecimiento, el trabajo, el amor.
Las ricas horas de Jacominus Gainsborough, publicado en el país por Edelvives, marca un punto de inflexión en la carrera de Dautremer. Después de una docena de títulos exquisitos, como Princesas olvidadas o desconocidas, con texto del francés Philippe Lechermeier, que vendió desde 2004 más de 550.000 ejemplares, ahora está centrada en enriquecer el vínculo entre imagen y contenido. De visita en Buenos Aires para presentar su reciente trabajo en la Feria del Libro y dar una conferencia en el Malba, Dautremer está acompañada por Taï-Marc Le Thanh, coautor de algunos de sus libros (Cyrano, El yeti y Elvis, entre otros). Es también su pareja y autor de un álbum magnífico: Dautremer (y viceversa), de la colección Contempla de Edelvives, que muestra el lado A y el lado B de la artista.
-¿Cómo empieza todo cuando crea un libro? ¿Por una idea, una imagen, una frase?
-Cada caso es diferente. Depende de si trabajo con un texto propio o de otro autor. Suele empezar con las ganas de crear imágenes. Las ricas horas de Jacominus Gainsborough es el primer libro en el que me impliqué mucho con el texto. A partir de una idea general, escribo un poco, imagino las imágenes y vuelvo al texto para corregir. Trato de trabajar el vínculo entre el texto y las ilustraciones, que es lo más importante.
-¿Cuál fue la primera idea que apareció para crear el universo del conejo Jacominus?
-Tenía ganas de hacer un libro con animales para volver a un mundo más infantil. Tomé como referencia el trabajo de la autora e ilustradora británica Beatrix Potter, creadora de Peter Rabbit. Quería darme un gusto y crear un mundo agradable, acogedor. A diferencia de otros trabajos, en este caso quería crear un universo sin segundas lecturas, sin cinismo. Un mundo en el que el lector se sintiera bien. Ese era uno de mis objetivos. También, quería contar toda una vida con solo doce escenas. Escribí las leyendas de cada cuadro y después mi editora me instó a escribir más sobre el protagonista. Esa fue una experiencia nueva. En este libro me animé a decir más.
-Jacominus genera ternura y, al mismo tiempo, tiene una historia fuerte e inquietante: hay cosas que le salen mal, tiene el cuerpo lastimado, sufre por amor.
-Quería aprovechar la imagen de ternura del conejo para atraer al lector y cuando abriera el libro poder contar la vida tal cual es: con alegrías y tristezas. Si hubiera hecho el mismo libro pero con un niño no hubiera podido abordar todos los temas: la muerte, por ejemplo. No es que no se pueda: yo no podría. Es la vida real mostrada en un mundo paralelo que lleva a identificarse y, al mismo tiempo, a aceptar las cosas malas. Pero no sé cómo funciona con el lector. Yo hago lo que puedo y lo que me sale.
-En la introducción aclara que es para todas las edades. ¿Cree que sus libros tienen un destinatario ideal en cuanto a edades o son para cualquier lector?
-Ante todo, pienso en mí. Hago lo que me gusta. Me doy gustos. Necesito sentirme bien con mi libro. Trato de comunicar las emociones que me interesa expresar. No presto atención al lector ni me preocupo por su edad. Sé que los más chiquitos no son mi público. Pero creo que los chicos tienen una mirada propia para captar las imágenes. Pueden ver todos los detalles, tanto como los adultos o más. No quiero simplificar ni eliminar nada para ellos porque creo que entienden todo. Si uso palabras un poco difíciles es porque así me manejé con mis hijos: jamás les hablé con diminutivos ni haciéndome la tonta. En la vida, a veces no entendemos una palabra, pero no importa porque igual entendemos el contexto. Con los libros es igual. Muchas veces, los códigos de narración en el cine son más sutiles que en los libros para chicos. Yo trato de jugar con ese tipo de códigos y elipsis. Jugar con el humor y el misterio.
-¿Cómo trabajó las imágenes de Jacominus? Las escenas parecen cuadros artesanales. No se advierte el uso de recursos digitales, aunque hay detalles muy precisos en los paisajes que parecen fotografías.
-Las pinté con acuarelas sobre papel. Primero hago croquis. Los originales son de casi un metro, más grandes que las páginas del libro para poder pintar los detalles de los fondos. Hago cada personaje por separado, la escenografía detrás, y luego busco la composición con la ayuda del Photoshop hasta lograr la escena perfecta. El momento más importante es el de la composición: determinar de qué se trata cada escena. Luego, colorear me lleva mucho tiempo, pero es lo que más me gusta. Pinto mientras escucho un audiolibro, música o veo un documental.
-Ya que se permite hacer lo que le gusta, ¿cuál es la parte del proceso que más disfruta?
-La más fácil es colorear; la más difícil, imaginar la composición. Necesito saber exactamente hacia dónde voy, tener en mi mente la imagen entera y bien precisa. Cuando descubro eso solo me queda ejecutar técnicamente la imagen que he construido en mi mente. Son placeres diferentes. Pintar es como un momento de meditación. Me lleva dos semanas terminar cada imagen. Y trabajo mucho: diez, doce horas por día. Necesito sentirme tranquila, sin estrés ni presiones. Es un momento muy agradable. Me siento dentro de una burbuja. Crear, imaginar una historia, es más difícil. A veces me siento eficaz y otras me pongo mal porque siento que no sale nada. Tengo sensaciones encontradas en esa etapa.
-El título de la conferencia en el Malba invita a dar un paseo por su obra y su técnica de trabajo. ¿En qué estaciones de ese viaje se va a detener?
-Hace unos años, también en el Malba, hablé sobre mi vida y mi recorrido artístico. Ahora voy a hablar sobre mis proyectos y mi experiencia: lo que aprendí en estos años con respecto a la narración visual. Dediqué mucho tiempo a practicar la técnica pura, pero no tanto al libro en sí mismo: a la narración, a las historias. Estoy concentrada en trabajar más el vínculo entre contenido e ilustración. Quiero compartir esta etapa con los lectores.
-Uno de sus libros más exquisitos, El pequeño teatro de Rebecca, reúne muchos de los personajes (propios o de autores clásicos) que aparecen en sus obras. Ahí trabajó con la técnica del calado en papel. ¿Volverá a incursionar por ese camino?
-Sí, justo terminé otro libro con esa técnica. El pequeño teatro de Rebecca es como una plaza donde se reúnen los personajes de mis libros. A diferencia de ese trabajo, que hice con papel troquelado porque no me daba el tiempo para pintar y componer cada página, el próximo se centrará en la historia de amor de Jacominus y Dulce, que está latente en Las ricas horas... Estoy experimentando con calado de papel con láser, que permite hacer muchos detalles y queda como si fuera un encaje. Me inspiré en la técnica del mejor libro del mundo en este campo: Your house, de Olafur Eliasson. Es una obra de arte, de unas 400 páginas, donde el arquitecto ha excavado la figura de una casa para que el lector se sumerja. Es magnífico. Tanto El pequeño teatro... como el nuevo volumen, que se llama La cita porque es un encuentro entre Jacominus y Dulce, son los libros que me hubiera gustado leer cuando era chica.
La inquietante vida de un conejo
Las ricas horas de Jacominus Gainsborough
Editorial: Edelvives
Páginas: 56
Precio: $990
La vida del conejo Jacobinus, desde que nace hasta que muere, narrada en doce escenas. La autora aporta, además, instantáneas que describen ideas y gustos del personaje.
Para agendar
Hoy, entre las 17 y las 20, Dautremer y Le Thanh firman ejemplares en el stand de Edelvives.
Mañana, a las 15, la autora dará la conferencia "Un paseo con Rébecca Dautremer", en el Malba.
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