Realeza equina
Se llama Escuela Española de Equitación, pero no porque sea un enclave ibérico en plena capital austríaca: su creación se remonta a mediados del siglo XVI, a la línea española de los Habsburgo y a la llegada, por aquellos tiempos algo remotos, de caballos que fueron parte de las cruzas que derivarían en uno de los seres más exquisitos que habitan el planeta: el caballo lipizzano. Estilizados, elegantes e inteligentes, están incluidos en el listado de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, son adorados tanto por vieneses como por curiosos y turistas, y hacen honor a su origen –caballos oficiales de la corte de los Habsburgo– cuando, lejos de los carruajes, deslumbran en las competencias de salto. Aquí vemos a algunos de ellos en sus establos, atentos a los movimientos de sus cuidadores, sin duda de sangre no tan azul como la de los aristocráticos equinos.
Más leídas de Cultura
Paloma Picasso. "No voy a negar que el mío es un apellido fantástico para conseguir lugar en restaurantes"
“Efecto Piranesi”. Cárceles sin salida en el Museo Nacional de Bellas Artes
Un Tintoretto en La Plata. Pettoruti la había descartado como una "burda falsificación" y ahora confirman que pertenece al maestro veneciano