Reabrió el Louvre, el museo más visitado del mundo: cómo es la "nueva normalidad" de la Gioconda
PARIS – Después de tres meses y medio de cierre debido a la pandemia, el museo del Louvre reabrió hoy sus puertas al público. Mucho menos numerosa que en sus mejores días y sometida a nuevas reglas de acceso y circulación, la gente festejó el acontecimiento con aplausos.
"Estoy realmente feliz de acoger a los visitantes. La función de un museo es, sobre todo, recibir a la gente. Hemos consagrado nuestra vida al arte y queremos compartir nuestra pasión. Hoy, es el caso", declaró Jean-Luc Martinez, presidente-director del Louvre esta mañana, cuando el museo más visitado del mundo abrió sus puertas.
Es verdad, la afluencia no fue la misma debido a la ausencia de los turistas extranjeros. Pero varias decenas de personas hicieron pacientemente la cola esperando la apertura a las 9 de la mañana. Tampoco las reglas para visitar el museo son las mismas. Grupos de 500 personas pueden entrar cada media hora para respetar las reglas sanitarias, y el uso de barbijos es obligatorio.
"Hoy reservaron 7.000 personas, cuando habitualmente recibimos unas 30.000", precisó Martinez, reconociendo que las pérdidas registradas estos meses fueron considerables. "Unos 40 millones de euros, normalmente provenientes del turismo estadounidense, chino, coreano, japonés y latinoamericano", indica.
El público del Louvre está normalmente conformado por 75% de extranjeros. Por el momento, sin embargo, solo los europeos y los franceses podrán visitarlo puesto que las fronteras exteriores de la Unión Europea solo se han abierto a un grupo de 15 países. Esa lista incluye a China, pero a condición de que el gobierno de Pekín autorice a su vez el ingreso de los europeos a su territorio.
Qué se puede hacer y qué no
Es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que el museo permanece cerrado tanto tiempo. En esas condiciones, las autoridades del Louvre esperan tres años difíciles y reconocen que el total de billetes vendidos este año estará muy lejos del récord, registrado en 2018 con 10 millones de entradas.
En cuanto a la circulación dentro del edificio, todo el dispositivo ha sido estudiado para respetar las reglas sanitarias. La Gioconda, estrella absoluta del museo, la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo y otras maravillas son accesibles, lo mismo que otras salas con las colecciones más plebiscitadas por el público, como las antigüedades egipcias, griegas y romanas.
Otras colecciones —un 30%— no podrán ser visitadas durante las primera semanas. Por ejemplo, las esculturas francesas del Medioevo y el Renacimiento o las salas de arte africano, asiático, de Oceanía y América. De todos modos, los visitantes tienen a su disposición unas 30.000 obras, sobre una superficie de 45.000 metros cuadrados. Al mismo tiempo, un nuevo sistema de audioguía en nueve idiomas estará disponible a partir del 15 de julio, con el objetivo de explicar mejor la historia de las salas y las colecciones, sus misterios y anécdotas.
El público tampoco puede utilizar los vestuarios ni los distribuidores automáticos. "Mejor no traer abrigos, cascos de moto o valijas. El ingreso a las salas con ese tipo de objeto está prohibido", advierten los responsables del Louvre.
Flechas azules indican el recorrido obligatorio en caso de afluencia, sin posibilidad de volver atrás. Esas marcas son particularmente visibles frente a La Gioconda, para evitar que la gente se agrupe frente al cuadro.
Una sola exposición temporaria, visible antes del confinamiento, fue prolongada: "Figura de artista", en la Pequeña Galería. Pequeña y muy didáctica, presenta una selección de maravillosas pinturas —sobre todo retratos— propiedad del Louvre: de Rembrandt a Dürer, pasando por Delacroix y Vigée-Lebrun.
La temporada, que debía estar consagrada a los genios del Renacimiento a partir de marzo, después del éxito fenomenal de la exposición Leonardo da Vinci, fue postergada. El público deberá esperar hasta octubre para asistir a dos grandes exposiciones: El cuerpo y el alma: de Donatello a Miguel Angel y Albrecht Altdorfer: maestro del Renacimiento alemán.
Reclamos
Pero no todo fue alegría este lunes cuando se abrieron las puertas del Louvre. Con barbijos marcados con una cruz sobre la nariz y pancartas de La Gioconda en la mano, decenas de guías manifestaron fuera del museo para denunciar su precaria situación, reclamando sobre todo el mismo estatus laboral que los artistas, mucho más ventajoso.
"El gobierno inyectó 18.000 millones de euros para salvar la industria turística, pero no destinó nada a los guías", lamentó uno de ellos a la televisión.
Con el objetivo de no agregar más precariedad a esa situación, el Louvre decidió no aceptar grupos de más de 25 personas, que deberán obligatoriamente estar equipados de cascos y micrófonos.