Rafael Barradas en Malba: un hombre flecha que da en el blanco
Con la exposición del uruguayo, el Malba celebra desde mañana en sus salas 20 años de arte; un pintor del presente que vibró más allá del Río de la Plata
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El gran artista uruguayo Rafael Barradas (Montevideo, 1890-1929) fue un pionero de la vanguardia internacional que brilló en el Río de la Plata e inauguró su propio movimiento en el arte moderno. “Lo que pinta Barradas no son las ciudades, ni los cafés, ni su familia. Pinta la condición humana, hombres y mujeres que ven la transición a la ciudad moderna, movimientos de masas, el automóvil, la luz eléctrica, la música reproducida de forma mecánica. Hay quienes dicen que Barradas es futurista, modernista o cubista; pero Barradas es un pintor del presente, y eso es lo que hace que hoy tenga una vigencia total”, introduce Enrique Aguerre, curador de la exposición con la que Malba celebra sus veinte años.
Organizada en colaboración con la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, la exhibición titulada Rafael Barradas. Hombre flecha reúne más de 130 obras distribuidas en cuatro núcleos, entre óleos, acuarelas y obras sobre papel, provenientes de la Colección del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), junto a una selección de importantes préstamos de colecciones privadas y públicas de Montevideo y de Buenos Aires, como las del Museo Nacional de Bellas Artes y del propio anfitrión, Eduardo Costantini. Quería, este último, celebrar el aniversario con una muestra de pintura moderna, esa que tanto le apasiona.
Aguerre es director del MNAV, que atesora cerca de 500 piezas del artista, y es una apasionado por Barradas, que no tiene tanta prensa como su contemporáneo, Joaquín Torres García, pero es igual de importante. Las obras escogidas para esta exposición abarcan de 1913 a 1923, durante su estadía en Barcelona y Madrid. No exhibió nunca en vida de forma individual en Buenos Aires. “Es la primera vez que se ve este recorte de su obra en su etapa más vanguardista”, dice Aguerre. Es uno de sus períodos más ricos, cuando sentó las bases de su concepción estética, el vibracionismo, un “ismo” puramente personal: descompone las escenas geométricamente para plasmar el dinamismo de la ciudad moderna, siguiendo las direcciones del cubismo y del futurismo.
En el primer núcleo, “Metrópolis”, está su incursión en ciudades como París y Barcelona. Hay ruedas, luces, locomotoras. Empieza a aparecer su lenguaje propio, el vibracionismo, que implicaba simultaneidad de formas geometrizadas sin jerarquización y el uso de colores planos que traducen el movimiento y la aceleración del tiempo, por ejemplo, en la pintura Violinista y Composición vibracionista. Entre el 1915 y el 1917 no se conocen obras del artista.
El segundo núcleo ya se centra en este nuevo ismo, a partir de 1918, cuando se inauguró Vibracionismo, su exposición individual-manifiesto en las Galerías Layetanas de Barcelona. En este sector se refleja su relación con Joaquín Torres-García con una selección de obras. “Rafael Barradas es maestro de sí mismo”, dice Aguerre. Lo admiraba a Torres-García, pero más a su hijo Augusto, de diez años, con el que hizo una exposición. Las cartas entre los dos maestros entre 1918 y 1928 fueron compiladas en un libro por Pilar García Sedas, y en una de ellas le escribe Barradas: “Yo vibraba de tal manera que creaba las cosas”. Él estaba en un café y escuchaba una banda con trompetas en la calle y el piano del café y todo vibraba: “Y era yo el que vibraba”.
El tercer grupo, “Formas al extremo”, refiere a su incorporación al movimiento ultraísta y a su intensa vida como tertuliano literario y de café. En noviembre de 1920, por ejemplo, Barradas y Norah Borges ilustraron el Manifiesto ultraísta vertical de Guillermo de Torre. Barradas soñaba con dedicarse solo al gran arte, pero se ganaba la vida de múltiples maneras: trabajaba en teatro en vestuario y escenografía –por ejemplo de la primera obra de García Lorca, El Maleficio de la mariposa–, en ilustración de libros y revistas y hacía afiches publicitarios. Con su hermana y su mujer fabricaban juguetes y libros de viñetas para chicos. Para el catálogo de la exposición, se utilizó un diseño tipográfico del propio Barradas, que remite al stencil, pero que estaba hecho a mano.
En este sector hay una galería de retratos con otro estilo propio, el clownismo, en el que Barradas caricaturiza quitando los ojos. “Un retrato sin ojos que te devuelvan la mirada es una máscara”, entiende Aguerre. Pero así se inmortaliza a él, a su familia, a García Lorca y a su platónica musa Catalina Bárcena. “Dibujo y solo me salen Catalinas dijo en una carta”, comenta.
En el último sector, “Adoraciones”, suena la música de Carmen Barradas (Montevideo, 1888-1963), su hermana, que era compositora y pianista: se influían mutuamente, y se titulaban las obras uno al otro. “Fue injustamente marginada por su condición de mujer y vanguardista. Recién ahora está teniendo el lugar que merece”, dice el curador. Otras influencias provienen de las tertulias artísticas que frecuentaba, donde conoció a poetas, críticos y artistas activos en la vanguardia como Salvador Dalí, Luis Buñuel, Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre y los hermanos Borges.
Es linda la historia de cómo conoció a Pilar, su mujer. Un día decidió ir caminando de Barcelona a Madrid. Cayó fulminado de agotamiento en Zaragoza, y lo internaron en un hospital público. Ahí lo atendió una enfermera, de quien se enamoró para siempre, que en este caso no fueron muchos años. El pintor murió de tuberculosis en Montevideo, a donde siempre quiso volver, a los 39 años.
El título de la exposición, Hombre flecha, está tomado de una carta de Barradas a Torres-García de 1926, donde el primero reflexiona sobre los procesos creativos de ambos y en referencia también al artista Pedro Figari: “Pasa, con Figari, lo que pasa con nuestras cosas. Pasa lo único que tiene que pasar. Es hombre camino, como nosotros. Hombre flecha, flecha que va aun blanco. Aunque no se dé en el blanco, ya es importante –tal vez lo único– tener blanco. Una flecha sin blanco no es flecha; es el caso de muchos hombres”. Quizá Torres, que dejó escuela, sea hombre camino. Figari y Barradas, que se cierran sobre sí mismos, parecen flechas, que dan en su propio y personal blanco.
Para agendar
Rafael Barradas. Hombre flecha. Del 21 de septiembre de 2021 al 14 de febrero de 2022. Sala 5, Nivel 2. Miércoles a lunes, de 12 a 20. Entrada: $400. Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: $200. Menores de 5 años y personas con discapacidad: sin cargo.
Conferencias (actividades gratuitas, a través del canal de YouTube del museo).
La fuerza de la vanguardia. Por Julio María Sanguinetti. Jueves 23 de septiembre, a las 18.
El arrabal de las vanguardias: Barradas en el contexto cultural hispano rioplatense (1910-1930) Por Gabriel Peluffo Linari. Martes 5 de octubre a las 18.
Rafael Barradas en contexto: la exposición Artistas modernos rioplatenses en Europa. Por Patricia Artundo. Martes 23 de noviembre a las 18.
Curso en línea. Felisberto Hernández: la música de las palabras y la voz de los recuerdos. Por Silvia Hopenhayn. Jueves 23, 30 de septiembre, 7 y 14 de octubre de 19 a 20.30. Informes: https://www.malba.org.ar/evento/curso-en-linea-felisberto-hernandez-la-musica-de-las-palabras-y-la-voz-de-los-recuerdos/