Rafael, 500 años: el Vaticano inaugura los homenajes al genio del Renacimiento
ROMA.– Después de un 2019 dedicado a Leonardo da Vinci en el quinto centenario de su muerte, el 2020 es el año de Raffaello Sanzio da Urbino, más conocido como Rafael, genio del arte que también pasó a mejor vida hace 500 años, el 6 de abril de 1520.
Nacido en Urbino, centro de Italia, en 1483, Rafael es considerado junto a sus dos rivales, Michelangelo –Miguel Angel– y Leonardo, parte de la trinidad de los grandes maestros del Renacimiento. En el marco de una virtual maratón de muestras, exhibiciones y demás eventos rafaelianos, el Vaticano le dio hoy el puntapié inicial a los homenajes con algo único: la posibilidad de admirar, en su ambiente natural, diez tapices diseñados por él nada menos que para la Capilla Sixtina. Si este famosísimo lugar –donde suele realizarse el cónclave para elegir el nuevo papa– ya deja sin aliento con sus maravillosos frescos de Miguel Angel, Perugino y Botticelli, decorada en su parte "baja" por estos diez espectaculares tapices resulta embriagante.
Encargados por el papa León X (1513-1521), estos valiosísimos "arazzi" de Rafael –que se conservan en la Pinacoteca vaticana y que representan las historias de San Pedro y San Pablo-, desde hoy podrán verse en forma extraordinaria por una semana, hasta el domingo.
Se trata de un evento único, que así, al completo, ni siquiera pudo ver Rafael, que murió a los 37 años, pocos meses después de su estreno en la Capilla Sixtina.
"El 26 de diciembre de 1519, pocos meses antes de la prematura e imprevista muerte del artista, para la fiesta de San Esteban, los primeros siete tapices de la serie fueron exhibidos en presencia de quien había hecho el encargo. El ceremoniero de la capilla papal, Paris de Grasis, describió entonces que, según todos los presentes, nunca antes se había visto nada más bello en el mundo", contó Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos, en una conferencia de prensa. "Y la intención de los museos del Papa es compartir esto para recordar a una figura clave, el divino Rafael, a medio milenio de su muerte", agregó.
La historia de los tapices que parecen pinturas
Los "arazzi", tan perfectos que parecen pinturas, fueron tejidos en Bruselas en el famoso taller de artesanos flamencos de Pieter van Aelst. Allí recrearon los "cartoni" (dibujos) realizados por Rafeal, que hoy son propiedad de la Reina de Inglaterra.
Rafael –que ya había pintado los frescos en las cuatro estancias del apartamento de Julio II en el Vaticano– recibió en 1515 el encargo de realizar estos tapices para decorar la parte baja de la Capilla Sixtina, pintada con frescos de falsas cortinas.
Cuando León X –(Giovanni de’ Medici), hijo de Lorenzo el Magnífico, miembro de la célebre dinastía florentina– asumió, con 37 años, dos predecesores, Sisto IV y Julio II habían decorado la entonces llamada "capilla magna", el centro espiritual del Palacio Apostólico Vaticano con frescos de Botticelli, Domenico Ghirlandajo, Perugino (...) y Miguel Angel, que había pintado la bóveda, pero no aún el Juicio Final. El Papa León X quiso sumarse a esta sinfonía de imágenes y como todas las superficies posibles aptas para la pintura estaban cubiertas, decidió enriquecerlas con decoraciones efímeras. Entonces los ‘arazzi’ tenían una larga tradición como escenografía para fiestas laicas y eclesiásticas y eran utilizados como decoraciones para las apariciones en público de emperadores, reyes, príncipes y soberanos, así como para reuniones importantes. En la Capilla Sixtina, además, posiblemente tenían también un efecto sobre la música, muy amada por León X, ya que mejoraban la acústica, según los expertos.
Como a partir de 1400 se habían convertido en un objeto de gran éxito, porque además de embellecer los salones, eran muy prácticos –podían enrollarse, mover de lugar y cambiar totalmente el aspecto de un ambiente–, los tapices eran carísimos y no sólo porque estaban realizados con sedas e hilos de oro y plata.
Los tapices de Rafael pudieron verse por última vez en su sitio natural, la Capilla Sixtina, pero sólo por algunas horas, en 1983 y durante una velada, en 2010. Pero fue distinto. "Este evento es excepcional porque todos los tapices fueron restaurados en nuestros talleres en los últimos años y es la primera vez que los dejamos por una semana en la Capilla Sixtina, el lugar por el cual fueron diseñados", subrayó Jatta.
Alessandra Rodolfo, curadora de la exhibición, contó que fue una odisea montar los "arazzi". No sólo porque no quedó ningún documento que indique para qué parte de la Capilla Sixtina fueron pensados, sino también por el peso que tiene cada tapiz. "Tardamos 13 horas para ponerlos. Cada arazzo, al margen de ser muy delicado, pesa entre 50 y 70 kilos", dijo Rodolfo, que también evocó las "peripecias" que vivieron estas obras, que fueron en un momento empeñadas para sostener el costo de los cónclaves, saqueadas, robadas por fuerzas de Napoléon y luego recompradas por el Vaticano.
Jatta contó que en el marco del gran año rafaeliano uno de los tapices será prestado a la National Gallery de Londres. Otro, en cambio, irá a la maxiexhibición que se inaugurará en las Escuderías del Quirinal el 5 de marzo próximo, que será "la madre de todas las muestras del año".
Aunque no solo son muestras. Desde el 1° de enero y durante todo el 2020 Rafael será recordado en Roma con un rosa roja colocada sobre su tumba, que se levanta en el Pantheon. Fue el propio Rafael que quiso ser sepultado en este gran monumento romano, en la capilla de la Madonna del Sasso, obra que él mismo le encargó al pintor veneciano Lorenzo Lotto (1480-1556). Sobre la lápida pueden leerse las palabras en latín que le dedicó al genio el cardenal y escritor Pietro Bembo (1470-1547): ILLE HIC EST RAPHAEL TIMUIT QUO SOSPITE VINCI RERUM MAGNA PARENS ET MORIENTE MORI ("Aquí yace Rafael por quien, mientras estuvo en vida, la Naturaleza temió ser vencida y, cuando murió, temió también ella morir").
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