“Quiero que me quieran”, el arrorró que acunó la llegada al mundo de Maradona
Algunas aplicaciones online nos sitúan frente a una suerte de parque de diversiones virtual. Allí donde antes había espejos que deformaban el reflejo de los visitantes y otro tipo de dispositivos llevados en los 60 al museo por el arte cinético y el Op art (un Le Parc de diversiones) hay ahora filtros donde someter un retrato a los contornos del arte clásico o algoritmos que cruzan nuestra biografía con la historia del pop. El sitio playback.fm, como uno más de esos juegos de feria, captura la atención del internauta (¿alguien puede no serlo hoy?) con una promesa sencilla e irresistible: ¿Qué canción estaba en el número uno el día que naciste? Es una suerte de tarot pop: la canción del chart estadounidense (el algoritmo es tan hegemónico como la industria informática) puede decirnos algo sobre nuestro propio destino, si al fin y al cabo las canciones fueron, son, grabadas por estrellas. Como indica el evangelio popular, el domingo 30 de octubre de 1960 nació en el Hospital Evita de Lanús el futuro D10s del fútbol. Ese día, de acuerdo al tarot pop, la vida de Diego Maradona llegó envuelta en el arrullo de Brenda Lee que llevaba seis días en el número uno del Billboard 100 con la azucarada balada “I want to be wanted”: “Quiero que me quieran”.
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Brenda Lee tenía casi 16 años cuando metió su segundo número 1 (el primero había sido “I’m sorry”, meses atrás) iniciando una meteórica performance en los charts solo superada durante los 60 por Los Beatles, Elvis y Ray Charles. Y era chiquitita, como en la canción de Abba: apenas despegaba un metro con cuarenta y cinco centímetros del suelo. Dice su entrada en Wikipedia que “Little Miss Dynamite”, como la llamaron los medios, nació en diciembre de 1944 en la guardia de caridad de un hospital de Atlanta, una sala de emergencia donde acudían quienes no podían pagar una maternidad. Que compartía la misma cama con sus hermanos en una casa sin servicio de agua potable pero donde sí había una radio a la que la Brenda se aferró como un mirlo. Que con tres años ya la sacaban a cantar por el vecindario a cambio de dulces o monedas. Que a los nueve quedó huérfana de padre (un albañil) y que desde los diez, cantando en eventos o en la estación de radio, se convirtió en el principal sostén de su familia. Es una historia que resuena, ¿no? El D10s entró por primera vez a una cancha de primera división con casi 16 años y también se convirtió muy pronto en el sostén de toda su familia (y bastante más también) dejando atrás una infancia todavía más pobre que la de Brenda Lee, la voz precoz y madura que reinaba en las radios del norte la mañana que empezó su historia en el sur.
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“I want to be wanted” había sido adaptada al inglés para la pequeña Brenda de un éxito del Festival de San Remo de 1959 llamado “Per tutta la vita” (Pino Spotti y Alberto Testa) que sonó también en las voces de Rita Pavone y Mina, estrellas de un pop italiano cinecittá irrepetible. En la versión de Brenda, después recuperada por Olivia Newton John, el tarot pop habría encontrado algo cifrado sobre el destino final del D10s. “Tan sola que solo mi corazón sabe como quiero que me quieran/Ahora mismo, no mañana/Ahora mismo quiero que me quieran”.
Cuando la multitud llegó a la calle ya era tarde.
Brenda Lee vive tranquila en Nashville sin sospechar que, para estos espejos deformantes 2.0, su voz está unida a la del argentino más famoso de la historia.
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