¿Quién es la más mona? Edgardo Giménez presenta una edición limitada de 80 obras digitales creadas por un algoritmo
El reconocido artista, que en octubre festejará sus 80 años, lanza por primera vez una serie digital de sus “monas no lisas”; las 80 imágenes, que conforman una edición limitada en formato NFT, se presentan mañana en José Ignacio
- 5 minutos de lectura'
¿Quiénes son las más monas de la movida esteña? Este fin de semana, en la novena edición de la feria Este Arte, que se realiza entre mañana y el lunes en la localidad uruguaya de José Ignacio, se develará el coqueto enigma. El reconocido artista Edgardo Giménez (Buenos Aires, 1942), que en octubre festejará sus ochenta años, presenta por primera vez una serie de sus “monas no lisas” en formato digital: Fancy Monas.
Cada una de las ochenta imágenes creadas de manera algorítmica a partir de una investigación sobre el archivo visual de Giménez (cuadernos, recortes y otros materiales gráficos) contó con el apoyo de la plataforma artbag. Sobre más de treinta millones de combinaciones posibles de elementos de las imágenes (mirada, traje, accesorios), el artista seleccionó ochenta monas que formarán parte de esta primera edición limitada de NFT.
“Las fancy monas se presentan sin mi presencia -dice Giménez a LA NACION desde su casa en Punta Indio-. Acabo de volver de Casa Neptuna, la residencia para artistas de Amalia Amoedo en José Ignacio que diseñé por teléfono, y que visitamos con María José Herrera: lo pasamos genial. El arte necesita incluir más humor y alegría. El que compra una de las monas, que es la que le toca ya que no puede elegir, va a ser dueño de algo original y tendrá que usar su imaginación: todo depende de la imaginación del que la compra”.
El artista cuenta que el proyecto surgió a partir de la fachada que hizo para el Centro Cultural Recoleta (CCR) en el pandémico 2021, con Re Mona. “La gente me llamaba para agradecer por la buena onda en medio del miedo que provocó la pandemia -cuenta-. Porque el arte te saca de la realidad y cuando una obra logra eso es increíble, significa que no es algo pasivo. Te estimula a cambiar el casete de la realidad”.
Para Giménez, trabajar con inteligencia artificial para crear las imágenes fue “como agitar un bolillero”. No obstante, destaca que no se trata de una cocreación entre él y la tecnología. “No le demos a la máquina más valor que el que tiene -dice-. Usa los datos, sigue mis instrucciones y salen las imágenes”. ¿Cuál es su mona favorita? “Tengo mis preferidas pero no puedo decir cuáles son -responde-. Si a alguien no le gusta la que le toca, se puede comprar otra”. Cada una de las monas cuesta 999 dólares y se pueden adquirir tanto en Este Arte como en la página web de artbag, donde se dan precisiones sobre el proyecto “moneril”. En menos de dos años, las monas de Giménez saltaron de la fachada del CCR al QR.
Este año, Giménez hará una muestra antológica, “con obras del pasado y del presente”, en el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD) y se publicará un libro con material histórico e inédito. “Voy a tener cien años y voy a seguir perfectamente igual -dice-. No pienso jubilarme. La imaginación es imprescindible para vivir mejor. El mundo te tira herramientas para abajo, pero el arte te mantiene a salvo y hace la vida más vivible e interesante. El arte es una especie de salvavidas”. ¿Quién curará la megamuestra en el MNAD? “Yo me curo solo”, responde.
Giménez discrepa con la postura que sostiene que “todo es arte”. “No es cierto -señala-. Algunas cosas son experiencias visuales que pueden ser arte o no. Por eso la gente tiene razón cuando ve algo y dice ‘¿Esta porquería es arte?’. Son búsquedas que a veces terminan en arte y a veces no. Como decía Jorge Romero Brest, ‘Hay que asumir los términos de la confusión’”. Además del NFT, los compradores de monas se llevan una serigrafía firmada por el artista pop. “Fue una buena experiencia”, concluye.
En la página de artbag (plataforma de arte NFT que trajo por primera vez a la Argentina al artista digital N1, RefikAnadol en una exhibición gratuita en el Teatro Colón y en los bosques de Palermo) se explica el modo en que funciona la tecnología NFT. “Hay dos instancias -dice Pablo de Sousa, chief art officer y cofundador de artbag, a LA NACION-. Una es la del NFT propiamente dicho; nosotros estamos trabajando para crear un club y que las fancy monas terminen funcionando como una suerte de club de coleccionistas de NFT de Giménez. Las propiedades de unicidad de las obras nos van a ir permitiendo pensar acciones, como la que hacemos con Stanley ahora: cada coleccionista tendrá un termo intervenido con una mona de Edgardo; el NFT servirá para recibir libros o regalos o entrar a una fiesta, por ejemplo”. Cada mona viene con su QR, que además suministra información sobre el proceso de producción de la imagen.
Cada mirada, sonrisa, peinado, accesorio, vestido y rasgo que hace única a cada fancy mona es una referencia histórica, resultado de un relevamiento documental de la producción e intereses de Edgardo Giménez. “Desde el momento cero buscamos puentes que vinculen estas nuevas herramientas con la práctica artística -agrega De Sousa-. Como veníamos trabajando en el tema de archivos y nos interesaba la obra de Edgardo, porque sabíamos la importancia de la coherencia de toda su carrera, con tantas publicaciones y proyectos, lo invitamos y empezamos a trabajar con sus cuadernos y gráficas anteriores. En los últimos años él tuvo un gran reconocimiento por su trabajo gráfico. Así generamos piezas únicas según los parámetros de comportamiento que él iba sugiriendo, por ejemplo, este sombrero no funciona con tal fondo, o tal pelaje tal no va con tal traje”. Porque la mona, vestida por Giménez, fantástica queda.
Otras noticias de Arte y Cultura
Más leídas de Cultura
“Un clásico desobediente”. Gabriela Cabezón Cámara gana el Premio Fundación Medifé Filba de Novela, su cuarto reconocimiento del año
“Enigma perpetuo”. A 30 años de la muerte de Liliana Maresca, nuevas miradas sobre su legado “provocador y desconcertante”
Perdido y encontrado. Después de siglos, revelan por primera vez al público un "capolavoro" de Caravaggio
Opinión. De “Fahrenheit 451″ a “Cometierra”: cómo empezó todo