¿Quién dijo que la pintura ha muerto? La feria apuesta a la multiplicidad de miradas
Su final fue anunciado muchas veces, pero terminó siendo protagonista de la edición de este año; balance y consejos de galeristas consagrados a jóvenes
Como si estuviera disfrutando para siempre de su séptima vida, el gato pintado hace medio siglo por Nicolás García Uriburu posa con picardía sobre un fondo de flores desde el stand de Roldán Moderno. Valuado en 110.000 dólares, ayer esperaba a su comprador mientras se vendían varias obras del pionero del land art, horas después de que otro óleo sobre tela fuera rematado en Christie's de Nueva York por 131.250 dólares. ¿Quién dijo que la pintura estaba muerta? Pocos finales fueron tantas veces anunciados. Y sin embargo es una de las grandes protagonistas de arteBA, la feria que hoy cierra con muy buen ánimo su 26a edición en La Rural.
Lo de Uriburu era previsible. En estos días es homenajeado nada menos que en la Bienal de Venecia, a casi un año de su muerte y cuando están por cumplirse cinco décadas de su célebre coloración de los canales. Pero no son sólo sus pinturas las que están llamando la atención de cientos de coleccionistas internacionales. El interés por esta disciplina se hizo evidente desde las primeras horas de la feria, cuando un cuadro con los reconocibles personajes de Antonio Seguí se convirtió en la primera obra vendida gracias a una donación del Hotel Panamericano al Museo Emilio Caraffa, de Córdoba. Ayer, Roldán ya había vendido todas las obras colgadas del artista argentino radicado en París.
"La pintura no va a morir nunca. La han tratado de matar tantas veces, y siempre vuelve. Es una necesidad del hombre desde la cueva de Altamira", dijo a LA NACION la galerista Marina Pellegrini desde el stand de Vasari, donde ya se vendieron varias obras de grandes pintores como Rómulo Macció -también fallecido el año pasado-, Marcia Schvartz y Alfredo Prior. A pasos de allí pueden encontrarse otras recientes de Guillermo Kuitca (Ruth Benzacar), Juan Tessi (Nora Fisch), y Andrés Waissman (Gachi Prieto), una de cuyas obras pasó a integrar ayer la colección del Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza. Incluso también de pintores más jóvenes, como Juan Becú (Nora Fisch), Nathan Zeidman (High Art), Hulda Guzmán (Machete), Joaquín Boz (Barro) y Gimena Macri (Pasto).
"La pintura es muy seductora", señala la galerista Nora Fisch, representante de varios artistas que exploran los límites de esa disciplina. "En la reciente Bienal de Whitney hubo una gran presencia de la pintura, revitalizada con temas políticos, y en la Argentina también hay una tradición pictórica muy fuerte", agregó.
El fiel de la balanza
El equilibrio entre obras de maestros y emergentes es uno de los grandes logros de esta edición de arteBA. Y Antonio Berni se lleva, una vez más, casi todas las miradas. Cosmocosa le dedicó el stand entero a las obras sobre papel del artista rosarino, similares a las que se exhiben hasta mañana en el Museo de Arte Moderno. Muy en sintonía con lo que ocurre dentro de La Rural, también en el Moderno las bizarras construcciones de Diego Bianchi comparten sala en estos días con piezas de grandes artistas como Gyula Kosice, Roberto Aizenberg y Enio Iommi. "Esa muestra es un ejemplo de cómo los artistas del pasado sostienen, dialogan y alimentan el presente", señaló Amparo Díscoli, directora de Cosmocosa.
Justo enfrente, en el stand de la uruguaya Sur, Claudia Fontes se detuvo a observar el Apocalipsis pintado por Antonio Berni en 1981. Su figura central, un caballo blanco presa del pánico en medio de una escena violenta, parece presa del mismo conflicto al que alude la artista con El problema del caballo, la monumental instalación que representa al país en estos días en la Bienal de Venecia. Residente en Inglaterra y representada en la feria por Ignacio Liprandi, Fontes viajó a Buenos Aires para dar ayer una charla en el auditorio, con entrada gratuita.
Una conexión similar quedó muy bien lograda en la galería rosarina Diego Obligado, gracias al contraste entre las pinturas abstractas de Anselmo Piccoli, uno de los grandes maestros argentinos del constructivismo abstracto, y las plantas creadas por Román Vitali con cuentas de acrílico.
Integrar generaciones y disciplinas con amplitud de miras parece un buen horizonte para esta nueva era de arteBA, que mira al futuro después de haber cumplido un cuarto de siglo el año pasado. En esta edición pueden encontrarse obras desde 80 dólares -de Andrés Matías Pinilla, ganador del premio En Obra, en la galería El Dorado en el Barrio Joven- hasta la imponente escultura de Botero, de 3,5 metros de altura, que Daniel Maman trajo desde Italia. Con esta última contrastan también, por su tamaño, los trabajos en miniatura de Liliana Porter (Ruth Benzacar), David Cevallos (No Lugar), Pablo Zicarello (SlyZmud), y Alfio Demestre (Pasto).
La pintura convive muy bien con un mayor protagonismo de la performance, proyectos innovadores como el de Adriana Minoliti (Agustina Ferreyra/Mite) y el lugar que mantienen las instalaciones. La única disciplina que parece haber perdido terreno es la fotografía, con la desaparición de la sección Photobooth. Sin embargo, su lugar está muy bien defendido por artistas jóvenes como Nicolás Oks (Miranda Bosch), Cecilia Szalkowicz (Ignacio Liprandi) y Lucía Mara (Jorge Mara). Las videoinstalaciones del trío de artistas uruguayos Básica TV en la galería UV, ganadores del premio En Obra 2016, se cuentan entre las paradas más atractivas del Barrio Joven. Y entre los trabajos sobre papel se destacan los tridimensionales calados sobre mapas de de Hernán Soriano (Document Art).
"Paciencia" y "perserverancia" son las palabras que repiten varios galeristas con trayectoria a la hora de aconsejar a los más jóvenes. "Que elijan a sus artistas con cuidado, sin preconceptos, con los ojos bien abiertos", dice Jorge Mara. "Que dialoguen con los artistas para ver cuál es su proyección. No creo en los autodidactas", agrega Estela Totah, de Del Infinito. Esta galería exhibe la primera pieza de acrílico de Rogelio Polesello, que el artista conservó en su comedor y nunca quiso vender. Muy bien representada en la feria también por María Calcaterra, su obra simboliza como pocas el espíritu que inspira esta edición de arteBA: la multiplicación de las formas y las miradas.
Más compras en la recta final
- El Guggenheim Museum de Nueva York adquirió la obra Forty Years III, de Liliana Porter en la galería Ruth Benzacar
- Eduardo Costantini compró para su colección personal Tres bordados, de Feliciano Centurión (en Walden); dos dibujos de Haroldo González (EN Galería del Paseo); Reja Yo, de Eduardo Basualdo (en Ruth Benzacar) y dos pinturas de Juan Tessi y cuatro dibujos de Luchita Hurtado (en Nora Fisch)
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