¿Qué vas a leer con tu hijo esta noche? Clásicos con una vuelta de tuerca o cuando Caperucita se comió al lobo
Los cuentos clásicos se reformulan gracias al talento y la creatividad de muchos autores e ilustradores contemporáneos. Los personajes (en especial, los femeninos) son más fuertes y menos temerosos y muchos ofrecen una vuelta de tuerca en la trama y finales adaptados a estos tiempos.
En la selección de esta semana hay varias Caperucitas rojas que se enfrentan al lobo: me fascina una en especial, la creada por la diseñadora francesa Marjolaine Leray, que no sólo no se intimida cuando el lobo aparece en medio del bosque sino que le dice, muy segura, que tiene mal aliento. La pueden conocer en el álbum Una caperucita roja, publicado en el país por Océano Travesía. Y atención padres, tutores o encargados de la lectura: si bien aparece en el cuento la famosa frase "Para verte mejor", "Para escucharte mejor" y esas que conocimos en el original, Leray propone una inteligente variación que atraerá a los lectores más grandes. A continuación, muchas y variadas Caperucitas y lobos que no siempre son feroces. ¡Qué suerte!
En Caperucita en Manhattan (Siruela), la española Carmen Martín Gaite traslada la historia a la Nueva York actual. Sara Allen debe recorrer todos los días un camino entre Brooklyn y Manhattan para visitar a su abuela. Un día, se encuentra con un hada madrina y un excéntrico millonario llamado Mister Wolf.
La joven y talentosa ilustradora británica Bethan Woollvin también ofrece a los pequeños lectores una versión renovada de cuentos clásicos como Caperucita, Rapunzel y Hansel y Gretel. Por el álbum Caperucita, que acaba de publicar en el país unaLuna, Woolvin ganó en 2014 el premio Macmillan de ilustración. Con una paleta de blanco, negro y grises, reservando el colorado para el traje y las botas de la protagonista (y algún detalle en cada doble página), la autora cuenta la historia más o menos como la conocemos hasta que a Caperucita se le ocurre un plan para deshacerse del lobo. Algo parecido plantea en su inquietante y maravillosa adaptación de Hansel y Gretel (unaLuna).
Dicen que Caperucita, de Mónica López y Valeria Dávila (AZ). Con ilustraciones de Leandro Szulman, en este libro para los más chicos también hay un lobo con aliento feo y una Caperucita que "nunca hacía la tarea ni se lavaba los dientes". Y aunque las autoras mantienen el final trágico para el lobo, el cuento (escrito en rima) tiene mucho humor y giros coloquiales. López y Davila son autoras de otros títulos de la misma colección: Dicen que Cenicienta, ilustrado por Javier Giménez Ratti; Dicen que Hansel y Gretel, con ilustraciones de Julio Real; Dicen que Pinocho, ilustrado por Cristian Bernardini; y Dicen que La Bella Durmiente, con dibujos de Rojo McGil.
Caperucita roja, de Adolfo Serra (FCE). ¿Se puede contar la historia de Caperucita y el lobo sin palabras? En este álbum publicado por Fondo de Cultura Económica en 2013, el ilustrador español ofrece una bellísima versión sin texto con poderosas metáforas visuales. El viaje silencioso de la chica a través del bosque puede leerse, también, como un recorrido por el pelaje del lobo, desde la cola hasta el hocico. Poético y conmovedor, en ese camino no faltan el peligro y el miedo.
Para cuidarte mejor, de Ximena García (Uranito). Otra vuelta de tuerca inteligente a Caperucita Roja. En este cuento ilustrado, la chica se queja por los excesivos cuidados de la madre, que no le permite ir sola a visitar a la abuela. A la noche, mientras la mamá sueña con un feroz lobo que asusta a su hija, la nena sueña que se hace amiga del lobo. Atención jóvenes y adultos: no se pierdan los comentarios entre paréntesis que aparecen en cada página.
Dos que muestran otros puntos de vista. En Lo que no vio Caperucita Roja, de Mar Ferrero (Edelvives), el nudo del relato original está contado por varias voces personajes diferentes: Caperucita, la abuela, el lobo y un grupo de animales del bosque. Cada uno aporta su propia mirada sobre un mismo asunto. Y algo así propone Luis Pescetti en Caperucita Roja (tal como se lo contaron a Jorge). Publicado por Loqueleo e ilustrado por O’Kif, el libro aporta una versión del cuento imaginada por un chico de hoy.
Cuentos al revés, de Gianni Rodari (Loqueleo). Y si hablamos de grandes autores para chicos no podemos dejar afuera al gran Rodari. En este cuento del escritor italiano suceden cosas extrañas. Caperucita Roja secuestra al lobo. Blancanieves que trata mal a los enanitos. La Bella Durmiente tiene insomnio. Y Cenicienta termina abandonada por el príncipe y tiene una madrastra buena y feliz. Rodari encadena las escenas con humor y maestría. Y arma un relato desopilante que les muestra a los chicos otra versión de historias conocidas. Ilustrado por Nicoletta Costa.
La historia de Cenicienta tal como me la contaron a mí, de Adela Basch (Edebé). La escritora argentina parte del famoso personaje maltratado por la madrastra y las hermanastras para construir un cuento muy divertido que revela el lado B de Cenicienta: en esta versión, la joven no es una sufrida sirvienta sino una obsesiva de la limpieza y de la perfección. Exigente y demandante, esta Cenicienta moderna no asume sus TOCs y trata bastante mal a las otras tres mujeres que solo quieren ayudarla. Con ilustraciones de Cecilia Gandolfo, es un cuento simpático con personajes que generan empatía. Todos menos, obvio, Cenicienta.
Cuentos silenciosos, de Antonio Rodríguez Almodóvar (Edelvives). Con el artista francés Benjamin Lacombe como ilustrador, este libro con textos del autor español no solo trae versiones de clásicos como Peter Pan, Pulgarcita, Pinocho, Los amantes mariposa, Caperucita, Alicia en el país de las maravillas, Barbazul y La Bella Durmiente sino que los ofrece a los lectores en tres dimensiones. Un genial homenaje a los cuentos de la infancia en formato pop up.
El lobo feroz sólo quiere ser amado, de Christine Naumann-Villemin y Annick Masson (Pípala). Uno nuevito, recién llegado a la redacción y a las librerías. Novedad del mes de Pípala, este álbum está protagonizado por una escritora que recibe con frecuencia quejas de brujas, ogros y demás malos de ficción para pedir otros roles en los cuentos. Una tarde, la escritora recibe la visita de un lobo que busca, en apariencia, "volverse" bueno. Como si fuera un tratamiento de rehabilitación, la escritora lo somete a toda clase de pruebas para probar si el lobo puede controlar sus impulsos feroces. No voy a contar el desenlace porque, en este caso, sería gravísimo. Sólo les recomiendo que lean el cuento hasta el final.
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