¿Qué vas a leer con tu hijo esta noche? Oliver Jeffers y una mirada cósmica sobre los conflictos
Un recorrido guiado por siete libros para pequeños y medianos lectores: de la guerra de Troya en historieta a lo nuevo del autor de “Cómo atrapar a una estrella”
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Esta semana recomendamos siete libros de edición reciente que descubrí en la última Feria del Libro de Buenos Aires. Presten atención porque hay para todos los gustos, edades y estilos.
Mientras tanto en la Tierra, de Oliver Jeffers (Fondo de Cultura Económica). En su último libro editado en el país, el autor e ilustrador nacido en Australia en 1977 invita a los lectores a dar una vuelta por el espacio y, de paso, ver qué sucedía en nuestro planeta en distintos momentos de la historia. Con las frases “Buscando nuestro lugar a través del tiempo y el espacio” y “Una mirada cósmica sobre los conflictos” como subtítulos, Jeffers cuenta en el epígrafe: “Gran parte de la inspiración para este libro vino luego de varios intentos de tratar de explicar el conflicto histórico y geográfico de Irlanda del Norte –para gente lista, que no sabía o no le importaba- a la distancia de un océano”.
Es que el autor de libros excepciones como El destino de Fausto y Lo que construiremos vivió en Belfast, Irlanda del Norte, donde estudió en la Universidad de Ulster, y luego cruzó el océano para instalarse en Brooklyn, Nueva York. El narrador de la historia, un padre con dos hijos, sale a pasear con el auto y, de repente, ese paseo se convierte en un viaje interespacial que fascina a los chicos. Y fascinará, también, a los lectores.
Lucilucilú, de Laura Escudero Tobler (Loqueleo). Con ilustraciones de Flor Rodríguez Actis, este libro de edición reciente es ideal para los más chicos de la casa. Con letras de imprenta mayúscula y dibujos súper coloridos que funcionan como fondo de los cuentos, está protagonizado por Luci, una mini exploradora a quien no le gustan las arañas ni los truenos (a mí tampoco). Y mucho menos que su mamá intente desenredarle los rulos. Una historia ideal para jugar con las palabras y hacer volar la imaginación.
La guerra de Troya, de Nicolás Schuff y Mariana Ruiz Johnson (Siglo XXI). Una versión libre de la Ilíada, de Homero, narrada con viñetas. En el prólogo, los autores aclaran: “En este libro hay una guerra. Hay hombres y mujeres que lloran, se enojan, se reconcilian, se aman, piensan, extrañan, luchan por sus ideas y sufren por sus muertos. Tal vez sea por eso que son aventuras que todavía encuentran eco en nosotros: porque nos hablan acerca del misterio y la maravilla de ser humanos y estar vivos”. Estructurado en once partes, la historia se desarrolla entre dioses griegos, mitos y aventuras, con textos breves, globitos de diálogo y dibujos súper expresivos en blanco y negro, hasta el gran final, con caballo de Troya incluido y una nueva aventura, la de Ulises, que (como bien rematan los autores) forma parte de otra historia.
Cosas que decimos a cada rato, de N. Schuff (Sudamericana). Otro libro reciente del autor de muchos de mis títulos favoritos. En este caso, ya desde el inicio, el lector se encuentra con una advertencia: al pasar las páginas se encontrará “con los casos –los éxitos y los fracasos- de un singular grupo de gente que padeció literalmente algunas formas de hablar: las frases dichas sin pensar, los giros propios del idioma”. Así, entre “las cosas que decimos a cada rato” aparecen frases como “se comió una letra” y “duerme como un tronco” pero, atención, cada una con una breve y fantástica historia que intenta explicar (o no) de dónde salió.
Tengo un hijo alto, de Laura Wittner y María José de Tellería (Calibroscopio). Apenas descubrí este ejemplar, en la última Feria del Libro de Buenos Aires, exclamé: “¡Yo también!”. Es que ser madre de un niño alto no es moco de pavo (frase común que bien podría “saltar” de este párrafo al libro anterior). Empieza con una afirmación con la que me identifiqué enseguida: “Hace poco mi hijo era chiquito” (el mío, también). Pero, de repente, ya me mira desde arriba y sus besos quedan enganchados entre mi pelo a la altura de la frente. Igual que al hijo alto del libro (al que la ropa le queda corta, como al mío) todo el mundo le pregunta si juega al básquet (y a mí, qué le doy de comer, como si la clave fuera un superalimento que lo estira más allá del metro ochenta). Ah, hablando de medidas, el libro trae un accesorio muy útil de regalo: un “medidor” para comparar las alturas de la madre y del hijo alto.
Julián, el escribidor, de Lula Bertoldi y Naty Martínez (Sudestada). Julián escribe con lápiz rojo por todos lados. Literalmente: cuando se le terminan las hojas sigue en la mesa, las sillas, el piso y hasta la casa del perro. Escribe lo que piensa, lo que imagina, lo que se pregunta. Por ejemplo, si habrá chicos en la luna. Escribe, a veces, con faltas de ortografía porque (eso imagino yo) debe estar aprendiendo a escribir. Escribe sobre emociones, sentimientos, “sobre la risa de los árboles y las lágrimas de la lluvia”. Recomiendo mucho leer lo que escribe Julián y, después, seguir la propuesta de las autoras e inventar algo para decirle al escribidor en la figura con renglones rojos que viene con el libro.
Palitos chinos. Cuentos y poesías de mi barrio, de Florencia Esses (Aique). Nueva edición con ilustraciones de Adriana Keselman, ahora en la serie Magenta de la colección El trébol azul, recomendada para lectores a partir de los siete años. La narradora de las historias se llama Martina, tiene 25 años y es periodista de un diario barrial, donde escribe todas las semanas sobre “las costumbres y los pasatiempos de mis vecinos”. No se pierdan los cuentos y los versos con rima de Martina.
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