¿Qué vas a leer con tu hijo esta noche? Los libros nacionales elegidos por la Fundación Cuatrogatos
Entre los veinte títulos ganadores en el concurso iberoamericano de promoción de la lectura hay siete de autores argentinos. Acá se los presentamos
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Me encanta dar buenas noticias del campo de la literatura infantil y juvenil. Este viernes se conocieron los ganadores del concurso anual que organiza Fundación Cuatrogatos, una OGN con sede en Miami, que dirigen los escritores Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez. Entre sus principales objetivos están la investigación y el estudio de la producción editorial en español dedicada a los lectores infantiles y juveniles.
Desde 2014, la fundación distingue títulos de distintos países con el objetivo de difundir la lectura de calidad producida por escritores e ilustradores iberoamericanos. Un comité de lectores de formación multidisciplinaria (filología, educación, sociología, comunicación, bibliotecología, teatro y artes visuales) elige veinte libros de ficción para chicos y jóvenes, publicados en español por pequeñas y grandes editoriales. En el proceso de selección del premio 2022, se consideraron 1203 libros enviados por 217 sellos de 19 países y, también, autoeditados. Entre los seleccionados hay libros álbum, poemarios, cuentos y novelas para un amplio rango de edades (desde bebés hasta jóvenes) publicados en Argentina, Chile, España, México y Perú.
Entre los 20 ganadores hay siete argentinos. Es un orgullo, una vez más, que la mayoría de los elegidos ya hayan sido recomendados en esta sección a lo largo de 2020 y 2021. A continuación, se los presentamos:
El alumno nuevo, de Pablo De Santis y Cristian Turdera (Calibroscopio). El autor de El inventor de juegos y Hotel Acantilado, entre otros títulos para chicos y jóvenes, cuenta la historia de un extraño alumno nuevo que se suma un día a un curso de sexto grado. “Todo en él era perfecto: el guardapolvo almidonado, los zapatos negros recién lustrados, el pelo dorado, los ojos azules, hechos para el asombro”, describe la narradora asombrada. A Ema no le cae bien que el chico intente espiar lo que ella anota en su cuaderno. Con un giro inesperado que mantiene la curiosidad hasta el final, es un relato inquietante que va a dejar pensando a chicos, medianos y grandes. Las ilustraciones de Turdera juegan a la perfección con el clima que genera el texto. El estilo de las imágenes y el diseño de las páginas le dan al libro un look “antiguo” que me fascina.
Vida del muerto, de David Wapner y Matías Trillo (Calibroscopio). Un libro maravilloso que narra la historia tragicómica del único muerto de un pueblo, al que velan y sepultan una y otra vez. Como “nada es eterno, y los muertos tampoco”, un día este muerto se vuelve viejo y se jubila. Pero ¿muerto el muerto se termina la muerte? La respuesta (y no hay sola una) depende de cada lector. Wapner, con una ambigüedad desconcertante, y Trillo, con unas ilustraciones alucinantes, crearon un relato irónico, inteligente y con un exquisito humor negro que va a atraer la atención de curiosos de todas las edades, por distintas razones.
Así es mi mamá, de Gabriela Burín (Fondo de Cultura Económica). Este álbum ilustrado protagonizado por una madre y una hija muy peculiares está dedicado a Juana, la hija de la autora. El relato está narrado por la nena, que les cuenta a los lectores por qué su madre es tan especial. “Mi mamá es única en su especie. Podría estar exhibida en un museo”, dice al principio. Con humor y complicidad, madre e hija comparten diversiones, experiencias y aventuras. Un libro para leer de a dos que inauguró la edición argentina de la colección infantil A la Orilla del Viento.
Mi abuela tiene un león, de María Elina (Periplo). Ilustradora y artista visual, María Elina narra con textos y con imágenes lo que siente y piensa un chico frente a una situación que nos impacta a cualquier edad: cuando los abuelos empiezan a perder la memoria, ya sea por una enfermedad o a causa de la vejez. “Un día, mi abuela se olvidó de mi nombre”, dice León al principio de la historia, bastante sorprendido porque la abuela está rara y lo llama Carlitos. Las ilustraciones, delicadas y en tonos pastel, resultan tan conmovedoras como el relato, que apela a la sensibilidad y a la empatía sin buscar impacto ni dar golpes bajos. Lo recomiendo para una lectura compartida, en un momento de calma, cuando haya tiempo disponible para conversar después sobre el cuento o sobre lo que les dispare la historia de León y su abuela desmemoriada.
Tres novelas para adolescentes
Entre las categorías presentadas por la Fundación Cuatrogatos para orientar la lectura de los libros elegidos figura “Para los que se volvieron grandes lectores”. En ese campo hay tres novelas de autores argentinos: La más callada de la clase, de Sergio Aguirre, y Graymoor, de Sebastián Vargas, ambas de la colección Zona Libre de editorial Norma; y Siempre nos estamos yendo, de Verónica Sukaczer, publicada por Nube de Tinta, un relato sobre una familia migrante. “La original y sólida estructura de esta novela nos permite acompañar a sus personajes en un conflicto que no se ubica en un espacio geográfico o temporal específico, lo cual subraya su preocupante vigencia”, dijo el comité de selección.
La más callada de la clase, del autor de Los vecinos mueren en las novelas, es una historia para lectores sin edad. Aguirre, que recibió el Premio Nacional de Literatura en 2018 por La señora Pinkerton ha desaparecido (Norma), define la novela como fantástica, policial, de suspenso, de intriga y hasta de amor. Y está en lo cierto: es muchas novelas en una sola. Ya desde la tapa, el ojo de vidrio azul de una muñeca que se ve rota y fraccionada nos advierte que la trama puede resultar inquietante. El escenario, un pueblo donde (en apariencia) nunca pasa nada, la época (la década de 1960) y el punto de partida (un incendio y un nacimiento) nos invitan desde el inicio a disfrutar de un thriller psicológico apasionante, que no podremos largar hasta el final.
En Graymoor, Vargas indaga en el pasado de un pequeño pueblo bonaerense a través del trabajo del periodista Damián Yunque, que reúne testimonios de ex estudiantes del colegio secundario de Graymoor para reconstruir sucesos ocurridos dos décadas atrás. Dice el jurado: “Compuesta con la precisión de un mecanismo de relojería y haciendo gala de una gran solvencia narrativa, esta novela de autodescubrimiento y amistad, de crímenes y de venganzas, se mueve entre las fronteras de lo cotidiano y lo insólito para situarnos frente a personajes e historias potentes y perturbadoras”.
Yuelán, también de Vargas, que integra la colección Ala Delta de Edelvives, quedó entre los libros finalistas. A mí me resultó fascinante. Está inspirado en la trama que dio lugar a la ópera Turandot, de Puccini. “Los buenos relatos pueden tener muchos nombres y vivir muchas vidas”, dice el narrador cuando empieza a contar esta historia fantástica que tiene que ver con los nombres y la identidad y también con el amor y los deseos. Un gran acierto son los guiños que hace el narrador cuando “interrumpe” el relato para hablarle directo a los lectores.
Otros finalistas de creación local
La desobediente, de Paula Bombara (Loqueleo). Una novela epistolar que rinde homenaje a las primeras feministas, esas mujeres que lucharon para poder estudiar, investigar, enseñar y enamorarse sin aceptar imposiciones. En la trama aparecen una joven huérfana adoptada por sus tíos, el doctor Viktor Frankenstein, su célebre criatura y los grandes avances de la ciencia a fines del siglo XVIII.
Justo antes de dormir, de Laura Wittner y Natalia Bruno (Lecturita Ediciones). Todo lo que podemos pensar e imaginar cuando estamos a punto de quedarnos dormidos, en ese momento (a veces, mágico; a veces, extraño) en el que suelen aparecer también dudas y fantasías. Con preguntas y respuestas acompañadas por ilustraciones en tonos ocre, a toda página, las autoras presentan un diálogo entre una nena y su madre en el rato previo a ir a dormir. Mientras se cambian de ropa, van al baño, se lavan los dientes y se acomodan en la cama, comparten las últimas palabras del día sobre la noche, los sonidos, las texturas, las imágenes y las sensaciones. Un cuento poético breve de esos que conmueven, aunque uno no pueda explicar bien por qué.
Manos de viento, de Istvansch (Arte a Babor). La editorial especializada en libros de arte para chicos publicó este álbum creado íntegramente con papeles recortados. El autor e ilustrador hizo un teatrino con fondos y telones intercambiables que aparecen en cada escena junto con títeres de palito. Con el marco de esas bellísimas ilustraciones, Istvansch cuenta historias de los primeros habitantes de la Patagonia e invita a conocer, a la distancia, la fabulosa Cueva de las manos. Dedicado a “Tere” Andruetto (“amiga, maga, sabia consejera”), el libro nació como un proyecto del Centro Municipal de Cultura de Perito Moreno (Santa Cruz) y llegó a las librerías de todo el país.
Empieza así: “Antes del antes del antes estaba el viento. Y los cañadones de altas paredes de roca, el río, el hielo y la nieve, que cada tanto castigaban como daban vida al calafate y al coirón, al choique y al guanaco. Después del antes (mucho después del antes, mucho antes del ahora) el viento trajo unas gentes. Esas gentes trajeron una idea, y esa idea fue ‘que mi huella sobreviva’.”
Bonus track
Una nueva biblioteca digital
Planeta Lector cumple 5 años y lo celebra con un nuevo catálogo y una biblioteca digital que tiene como objetivo acercar a chicas y chicos a escritores consagrados. En 2022, además de novedades como los poemas ilustrados de Silvia Arazi del libro Trenes así o asá y el cuento “Dragoncito verde claro”, de Graciela Repún, entre muchas otras, se suma una plataforma digital con más de 800 títulos que se pueden leer desde la PC, notebook, tablet o celular. La biblioteca ofrece recursos para trabajar en aula, para desplegar el Plan Lector, para leer de modo recreativo, para disfrutar de las vacaciones, entre otras propuestas. Para acceder a los materiales hay que registrase en la web de Planeta Lector.
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