¿Qué vas a leer con tu hijo esta noche? Cuentos ilustrados con olas, lunas y colores
Hay historias que nos despeinan como el viento frente al mar; hay otras que nos envuelven como el sol cuando pega fuerte contra la arena; hay historias que iluminan; otras que cantan y resuenan. Esta semana les presentamos una selección de libros especiales para disfrutar al aire libre: cuentos ilustrados con la naturaleza como protagonista. Pasen, lean y disfruten.
Mi amigo el mar, de Magela Demarco (La Brujita de Papel). Reedición del primer libro publicado hace unos siete años por la autora de Sola en el bosque y Un papá con delantal, entre otros títulos para chicos y chicas. Con ilustraciones de Caru Grossi que representan escenas de playa, es ideal para leer mirando (o imaginando) el mar mientras la brisa nos despeina. El texto breve y en letras mayúsculas de imprenta invita a los pequeños lectores a sumergirse en una historia entretenida con un final feliz y prometedor. La contratapa dice así: “El mar está vivo y a veces hace cosas… como quitar y devolver, alejar y acercar, y por supuesto, revolcarnos. Una historia llena de espuma, arena en los cachetes, amor y olas, muchas olas”. Ahora viene con un sutil cambio en el final: en lugar de un novio, la protagonista encuentra un amor.
Luna y la luna, de Laura Wittner y Pum Pum (Periplo). De la colección Los chiquitines, pensada especialmente para los más chiquitos de la casa, un librito precioso con textos de la autora y poeta con ilustraciones de la muralista urbana conocida como Pum Pum. La historia es preciosa y está protagonizada por dos lunas: una nena que lleva ese nombre y la luna que la acompaña desde el cielo. Otros títulos de la misma serie que me encantan son Música en el jardín, de Mariana Ruiz Johnson, sobre una orquesta formada por bichos como hormigas y ciempiés, y El jardín nos enseña los colores, de Marco Farina, con flores de toda clase súper coloridas.
Los colores del arcoíris, de Juliana Perdomo (Catapulta). Y hablando de libros con colores, este álbum diseñado con un formato redondeando como un medio arcoíris seguro va a atraer la atención de los nenes y las nenas en etapa de jardín. Al pasar las páginas, aparece una historia cortita sobre un color con escenas ilustradas en la misma gama. Rojo, naranja, amarillo, verde, celeste, azul y violeta forman un gran paraguas colorido que habla de la naturaleza y también de la diversidad.
Si yo fuera un gato, de Paloma Sánchez Ibarzábal y Anna Llenas (Planeta Junior). Un gato azulado hecho con un material que parece cartón se pasea por las páginas de este libro recién llegado a las librerías locales. La autora propone una idea interesante: cuenta no solo lo que le gustaría hacer a un gato sino también lo que no haría. Por ejemplo, pisar charcos los días de lluvia y patinar sobre hielo. Nada de eso le gustaría al narrador si fuera un gato. En cambio, disfrutaría de ronronear cerca de una estufa en invierno y tomar sol en los techos. Las ilustraciones de Llenas, autora del best seller El monstruo de colores y de El topito Terremoto, juegan con los recursos del collage y los trazos de lápices. Un libro ideal para jugar a ponerse, por un rato, en el lugar del otro y mirar la vida desde otro ángulo.
Esto no es un círculo, de Nella Gatica (Gerbera). Novedad de la colección Nube de algodón, que salió este mes junto con otros dos libros de cartoné divinos, diseñados para las manos de los más chicos: Días de sol, de Luciano Barberán y Fita Frattini, y Mi papá, de Barberán y Cecilia Codoni. “Esto no es un círculo” propone el libro desde la tapa y así empieza un juego de palabras, sentidos, humor e imágenes que resulta muy atractivo. En cada página aparecen animales con sus sonidos y al final la autora invita a los pequeños lectores a dibujar. Los que quieran pueden compartir sus dibujos en las redes con el hashtag #estonoesuncirculo.
Una piedra inmóvil, de Brendan Wenzel (Océano Travesía). “Hay una piedra inmóvil junto al agua, la hierba y el barro, y es como es, donde quiera que esté”. Así empieza este relato poético que invita a viajar por paisajes y sensaciones: hay movimiento, hay luz, pero también hay quietud y oscuridad, además de diferentes texturas, colores, olores y recuerdos.
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