¿Qué vas a leer con tu hijo esta noche? 7 cuentos ilustrados para pequeños lectores
Historias de familia, cuentos con animales, frutas y música y relatos sin palabras: un recorrido por siete libros pensados para los más chicos
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Esta semana seleccionamos siete libros muy diferentes entre sí que plantean preguntas interesantes y experiencias inquietantes: hay cuentos con música, con historias de familia, con animales, con frutas y verduras y hasta con gases. Algunos tienen textos breves y otros, ni una palabra. O solo sonidos. Todos son geniales. Pasen y lean.
10 motivos para que vengas pronto a casa, de Pablo Lugones y Alexandre Rampazo (Quipu). Me fascinan los libros que son tan sencillos como conmovedores. Con pocas palabras e ilustraciones despojadas, los autores de este nuevo título para pequeños y medianos lectores transmiten toda clase de sensaciones: de esas que nos inquietan un poco cuando esperamos la llegada de alguien querido. Expectativas, ganas de compartir planes y juegos, de contar secretos y descubrimientos: los motivos son diez, pero podrían ser muchos más. En las páginas finales se revela la razón principal de la “ansiedad” del narrador, pero no la vamos a contar.
¿Para qué sirve una abuela?, de Mario Méndez y Alejandro O’Kif (Riderchail). ¡Qué buena pregunta que propone este libro desde el título! Nunca se me había ocurrido preguntarme eso porque, para mí, una abuela sirve para todo. Al menos, esa es mi experiencia. Pero es la pregunta que se hace Antonella, la protagonista del cuento, cuando no se puede dormir. La nena tiene tres abuelas y el autor cuenta las tres historias y otra más. También, qué se responde Anto a eso de para qué sirve una abuela (o tres) y por qué cada una es tan especial.
Tapioco, de Sandra Siemens (AZ). Dedicado a “los buscadores de música”, este libro de la nueva Serie del Boleto está repleto de sonidos y armonías. Con bellísimas ilustraciones de Adriana Keselman, es ideal para compartir con los más chicos. Cuenta la historia de Tapioco, un hipopótamo que adora la música y toca el violín. Que ama la música es seguro, pero que toca el violín tendrán que descubrirlo ustedes. El cuento está acompañado por la letra de una canción, “Música”, y trae un código QR para acceder a una entrevista con la autora y algunas otras sorpresas. No se lo pierdan.
Mi gato, de Séverine Assous (Periplo). La autora e ilustradora francesa presenta un personaje que es fanático de los animales. Ama tanto a los bichos que ya adoptó varios como mascota: un caracol, una vaquita de San Antonio y a todos les puso el mismo nombre, Max. Ahora quiere un gato, pero a sus padres no les gusta la idea. Será cuestión de leer el libro hasta el final (y de prestarle atención a las escenas dibujadas en cada página) para saber qué pasó.
El pedito, de Géraldine Collet y Arnaud Boutin (Picarona). Aunque nadie lo reconozca (en especial, los adultos y los vergonzosos) a todos nos pasó alguna vez lo que le pasa al protagonista de este libro: siente que tiene ganas de tirarse un “pedito” pero no encuentra un lugar discreto. El baño está ocupado, en la terraza está el papá, en la habitación se encuentra con la mamá y así. Gonzalo está desesperado. ¿A dónde puede ir para lograr su objetivo tranquilo? Divertida y sin metáforas, una historia mínima que busca (y logra) la complicidad de los lectores de todas las edades.
Oinc, de David Elliot (Océano Travesía). Un cerdito rosa está a punto de darse un baño de inmersión. Su intención era relajarse, tranquilo, en soledad. Pero (siempre hay un pero en las buenas historias) de a poco otros animales empiezan a invadir su espacio de relax. Molesto, el cerdito encuentra la manera (su manera) de despejar la bañera. El relato, que tiene humor y picardía, está narrado solo con imágenes: las únicas palabras que aparecen en cada escena son los sonidos de los animales. Es uno de esos libros para amantes de los álbumes ilustrados que no hay que dejar pasar.
Vida, de Gaga Bilinkis (Editorial Jajejijoju). Un libro ilustrado sin texto que invita a los chicos y las chicas a imaginar historias posibles. Al pasar las páginas aparecen frutas y verduras con caras, sombreros, chupetes y otros accesorios. Son personajes que juegan en una plaza, festejan un cumpleaños, se cuentan secretos, toman helado, cocinan y muchas cosas más. A partir de las expresiones y de las acciones representadas, se pueden inventar tramas, diálogos, escenas sueltas. Al final, la creadora propone a los lectores que le cuenten cómo les resultó “la experiencia de jugar con este libro” en su cuenta de Facebook e Instagram: @gagabilinkis.
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