¿Qué hacen El David y La Piedad en México?
Dos réplicas certificadas de las maravillosas esculturas de Miguel Ángel fueron adquiridas por la Fundación Carlos Slim y se exhiben en el Museo Soumaya, en Ciudad de México
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Ciudad de México-. El David, de Miguel Ángel, la más monumental de las obras del Renacimiento, volvió a sacudirse desde la eternidad para aferrarse de nuevo al futuro. Pero esta vez lo hizo de manera inédita, con el ambiguo don que ostentan las grandes piezas del arte, capaces de detener el flujo del tiempo y de seguir cambiando aún su propia materia. Fue con su “llegada” al Museo Soumaya, en Ciudad de México, desde donde emerge una réplica certificada de la mayor escultura de Michelangelo Buonarotti (Caprese, 1475-Roma, 1564), esculpida entre 1501 y 1504, y exhibida en la Galería de la Academia, en Florencia. La réplica, realizada entre 2018 y 2020, llegó hace pocos días al museo mexicano.
Pero el David no arribó solo. Lo hizo junto a otra réplica, en este caso de La Piedad, del mismo artista, cuyo original esculpió entre 1498 y 1499 y que se encuentra en la Santa Sede.
Se trata de la primera vez que esas dos obras conviven bajo un mismo techo. Las esculturas fueron realizadas con las autorizaciones que los Museos Vaticanos y el gobierno italiano otorgaron a la casa fundidora artística Ferdinando Marinelli, explicó Alfonso Miranda, director de Museo Soumaya, durante un recorrido exclusivo con LA NACION, bajo la mirada desafiante del héroe bíblico, que surge omnipresente desde cada punto del vestíbulo que lo exhibe.
“Las esculturas fueron talladas en escala 1:1 por la Galería Pietro Bazzanti, en Florencia -precisó-, bajo la dirección del escultor Roberto Domina, por escultores italianos”.
Pero lo que las vuelve únicas en tanto réplicas es el dato que destaca Miranda, experto en historia del arte: “El mármol, sin grietas ni vetas, procede de la misma cantera de Carrara de la región italiana de Toscana, de la que Miguel Angel obtuvo su material para sus volúmenes renacentistas”.
Nuevas formas de intimidad
La adquisición de las réplicas por Fundación Carlos Slim, para formar parte de la exhibición permanente de Museo Soumaya, propone nuevas miradas para el espectador, de acuerdo a su director. En el caso de La Piedad, de 2.600 kilos, Miranda sugiere algo más que la contención de la Virgen tras el Descendimiento de la Cruz. Es una “oportunidad de ver una nueva forma de intimidad espiritual, porque finalmente la quietud es lo que nos hace ver a una mujer más joven, con su hijo en el regazo”. Además “ese ciclo de vida y muerte, con la impronta de estudio del cuerpo humano por Miguel Angel, tiene al mismo tiempo una afrenta, de colocar su nombre en una cenefa de la propia Madonna”.
Ese nivel de detalle, también, lo aporta el hecho de que la réplica tiene variaciones mínimas, con un margen de error de menos del uno por ciento.
Para el caso del David, de 5.572 kilos y 5,17 metros, Miranda se adelanta a posibles sectores de la crítica, que podrían reclamar menor altura de exhibición. Sin embargo, “emula la idea original de Michelangelo”, al tener la misma altura y por el hecho de que la base también es una réplica de aquella que exhibe el original en la Galería de la Academia de Florencia.
A su vez, la accesibilidad completa a la escultura del rey David bíblico, que permite apreciar desde distintos niveles el momento previo al enfrentamiento con Goliat, entrega al espectador muestras de la “autodeterminación que caracteriza a Miguel Angel”: el acercamiento libre que concede el vestíbulo del museo concede el aprecio de todas las dificultades y decisiones del artista sobre aquél mármol frágil y poroso, que otros habían intentado cincelar. El director del Soumaya cita algunas: “La fractura mayor que presentó era precisamente la pierna, que está en una vertical; de ahí que decide ensanchar para que el peso se contenga y se equilibre con un árbol que pone en la parte de atrás de la pierna, dándole mayor solidez”.
La escalinata de la sala, que bordea por detrás a la escultura, permite además ascender en el detalle del cuerpo y su torsión (“característica del Renacimiento y del propio Michelangelo”), que enfatiza la musculatura.
Diálogos y acercamientos
Ambas esculturas dialogan a escasos metros bajo la mirada atenta de Auguste Rodin -estudioso confeso del artista renacentista- con La puerta del Infierno, el conjunto escultórico monumental creado por el francés en colaboración a la escultora Camille Claudel. En el Museo Soumaya, de hecho, se encentra uno de los bronces distribuidos por el Museo Rodin de París, realizado por la casa fundidora Coubertin con método de la cera perdida.
Sin estas réplicas certificadas, que comparten una misma cantera, sería imposible tener a Miguel Angel y a Rodin en una misma sala, señala el Alfonso Miranda, complacido por cierta justicia de la historia, que tiene como vehículo a la sala que dirige desde hace más de una década: “El estudio sistemático de Rodin hacia Michelangelo fue declarado por el propio artista francés y documentado por el propio Rainer Maria Rilke”.
Ese “diálogo natural” es posible verlo desde México, desde América Latina, de manera gratuita. Miranda comprende de antemano los pesimismos que pueden recordar que, para el caso de el David, no es el original que yace en Florencia. “Es una versión actual, ante la tarea de viajar desde la latitud latinoamericana a otras latitudes como Europa, que puede ser complicado; aquí lo podemos acercar desde México, de una forma gratuita”. El mayor acercamiento es acaso el de “la carga simbólica de repensar pasados y afianzar presentes”, pues “la vista de este David mira hacia la puerta del museo, dando la bienvenida, pero también hacia el Pacífico, el mar que alguna vez nos hermanó”.
Puesto allí, es cierto que la mirada de este David es mucho más que la del reto hacia el gigante Goliat. “Es de entendimiento -apunta Miranda-, de que no hay enemigo grande que no se pueda vencer. Discursos de paz, ya sea desde Ciudad de México, con este mármol; desde Montevideo, con la réplica en bronce; o con El Pensador de Rodin, que está en Buenos Aires. Porque unir a América Latina desde el arte es posible”, concluye.
Distintos métodos
La réplica de la versión de La Piedad que se exhibe en Museo Soumaya, cuyo original es emblema de la Basílica de San Pedro, se realizó con el antiguo método del pantógrafo manual, un instrumento que mediante la toma de puntos de un volumen permite duplicarlo con exactitud.
El David, por su parte, fue realizado a partir del yeso que se empleó para el vaciado en bronce por la casa fundidora Marinelli, cuando en 1929 el gobierno italiano encargó como obsequio para Uruguay una versión de la escultura renacentista. Ese yeso, que era posible manipular y fragmentar sin dañar el original, fue empleado en 2018 por la Galería Pietro Bazzanti para obtener, con un pantógrafo manual, “medidas tan precisas que permitieran su réplica exacta ahora en mármol”.
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