Puro disfrute
En el comienzo, siempre es esto. Lo fue también para aquellas y aquellos que, por estos días, deslumbran al mundo desde París: clavados, saltos sincronizados, natación artística, estilos libre, espalda, mariposa. El cuerpo humano elevado a su máxima expresión; gentileza, fluidez, precisión, velocidad, sincronía, equilibrio. Por sobre todo, belleza. Años y años de entrenamiento duro, la más férrea de las disciplinas traducida en el más sutil de los movimientos. Cuerpos que surcan el agua con la ferocidad de una flecha, seres que atraviesan en aire con la blandura del agua: una y otra vez los juegos olímpicos nos reconcilian con la posibilidad de la gracia. Y en el trasfondo, lejos de los entrenamientos, antes de las decisiones, la vocación o el cálculo, el puro disfrute. Lo que muestra esta foto: una niña en la gloria, un segundo antes de que el agua la abrace.
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