“Pulsión”, la inquietante novela argentina que recrea el crimen de Fernando Báez Sosa desde la mirada de la madre de un acusado
La escritora marplatense Gabriela Exilart se inspiró en el caso del joven asesinado en Villa Gesell, que ahora llegó a juicio, para narrar una historia cruda en primera persona
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“El pibe caducó”, pronuncia uno de los agresores de un ataque mortal en manada que se cobra la vida de un joven a las puertas de un boliche en la costa argentina. Son palabras con las que se expresa uno de los principales protagonistas de Pulsión, la nueva novela de la escritora marplatense Gabriela Exilart, un texto que bebe del caso de Fernando Báez Sosa para abordar desde la literatura el drama social cuyo juicio conmociona al país por estos días.
Editado por Sudamericana, sello del grupo Penguin Random House, en diciembre pasado, el libro se compone del relato de dos personajes: Ada, madre de uno de los victimarios, y Magda, amiga del mismo agresor. A través de sus voces, la autora busca reconstruir el trágico suceso y abrir interrogantes de extrema vigencia desde la mirada de una madre: ¿cuánto conocen los padres sobre sus hijos? ¿Hay hechos que puedan evitarse?
Exilart es abogada, docente universitaria y una de las escritoras más taquilleras de Argentina. Cuando en enero de 2020 se conoció la noticia de la muerte de Fernando Báez Sosa a manos de sus agresores, la autora, que también es madre, se quebró “en mil pedazos”. Y empezó a escribir. “Me puse en los zapatos de ‘la otra’ mamá [la de un imputado por asesinato]”, cuenta sobre su decisión de dar vida al personaje de Ada, tan sensible como contradictorio.
“Nunca ningún familiar se nos acercó... qué se yo lo que pasa por la cabeza de ellos. Es increíble”, reveló estos días el padre de Fernando Báez Sosa, Silvino Báez, a los medios de comunicación sobre la falta de gestos por parte de los progenitores de los acusados tras el crimen de su hijo.
Enfrentarse a la temática desde la escritura representó para Exilart un proceso “desgarrador pero necesario, y que inicialmente no fue pensado como una historia sino que pretendía ser algo ‘sanador’”, revela hoy sobre el comienzo de la novela.
La autora investigó sobre casos similares de violencia juvenil y puso su esfuerzo en comprender, desde la psicología, “qué lleva a los grupos a actuar con total impunidad y desprecio por la vida”. Hoy reconoce que le cuesta adentrarse en el juicio.
-¿Experimentaste algún tipo de transformación en tus ideas durante el proceso de escritura antes y después de construir tu historia?
-Todo proceso de escritura genera un cambio. Escribir Pulsión me hizo reflexionar sobre cuánto conocemos a nuestros hijos, me dejó más preguntas que respuestas. Cuánto de lo que inculcamos los padres queda en ellos. ¿Sirven los buenos ejemplos? ¿Cómo es la naturaleza humana? ¿Hay personas naturalmente malas que se juntan para hacer daño? Y me dejó más miedos que antes cada vez que mis hijos salen de noche.
-Para alguien que no leyó la novela, ¿cómo definirías el espíritu del texto?
-Es una novela fuerte que nos lleva a la reflexión, a la charla profunda con los jóvenes, a un ojo atento, a no mirar para otro lado.
-¿Por qué te pareció relevante dar voz en primera persona a la madre de un victimario en esas circunstancias?
-Primero, porque como mamá no hubiera podido dar voz a la mamá de la víctima, no hubiera podido vivir ese personaje. Además, nunca pensamos en esa otra mamá, la mamá del victimario. Y si bien es un punto de vista parcial y limitado a lo que siente ella, creo que es necesario abordarlo para indagar en nosotros mismos, como padres, en qué hacemos con nuestros hijos y cuán atentos estamos a lo que hacen ellos, a sus discursos, a su manera de relacionarse con los otros. ¿Hay indicios de violencia que quizás no vemos? ¿Se hubiera podido evitar? También, pensar en todo lo que una madre está dispuesta a perder por salvar a un hijo, y Ada es un buen ejemplo de eso. Ada pierde todo. La escritura de Pulsión me dejó muchas preguntas.
-¿Has recibido comentarios sobre la similitud de la historia con la de Fernando?
-Todo el tiempo. Es inevitable no asociar Pulsión al caso de Fernando Báez Sosa. En la mayoría de los casos, los comentarios son buenos, la novela fue muy bien recibida, incluso me han sugerido que se lea en los colegios. Hubo un solo comentario de una lectora que cuestionó la novela, creo que no entendió el punto de vista. De ninguna manera se justifica la violencia, por el contrario, todo el tiempo se condena la misma. Lo que ocurre es que al estar contado en primera persona por la mamá de uno de los acusados, es imposible narrar lo que le pasa a la otra mamá, la que más sufre en la historia y en la vida real. A nadie se le ocurrió pensar que Ariana Harwicz, autora de Degenerado, apoye a los violadores, eso es no entender el punto de vista narrativo.
-¿Pensás que el juicio que se está llevando a cabo en Dolores puede tener un final similar al que escribiste?
-Por la actitud de los acusados y de sus familias, no lo creo. En mi ficción hay un pacto de silencio implícito, habrá que ver si se quiebra o no. La pregunta es dónde termina la amistad y empieza la complicidad. Por eso incluí al personaje de Magda, una jovencita que estaba esa noche, que también idealiza a Damián, uno de los acusados. Me interesaba pensar qué pasaría con ella, porque el amor de la madre es incondicional, pareciera que no tiene límite. Me costó encontrar el límite de Ada.
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