Estalló la feria: largas filas para escuchar a best sellers nacionales y un carnaval en homenaje a Puig
El público colmó La Rural desde temprano; a las 20, se abrieron las puertas para el ingreso gratuito en la celebración de la ciudad que continuaba hasta la madrugada
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En el primer sábado de la 46 edición de la Feria del Libro, los pasillos de los ocho pabellones de La Rural estuvieron colmados desde temprano. Coincidieron charlas a sala llena de best sellers nacionales como Florencia Bonelli, Darío Sztajnszrajber, Eduardo Sacheri y Tiffany Caligaris, la Noche de la Ciudad con entrada gratuita desde las 20 y un homenaje a Manuel Puig y la presencia de los primeros políticos, Martín Redrado y Facundo Manes. Hubo larguísimas filas para conseguir firmas y fotos en stands y el firmódromo.
A las 20, cuando se levantaron los molinetes para el ingreso gratuito, los recién llegados (grupos y familias con chicos) se mezclaron con los visitantes tempraneros que se repartían en los puestos de las editoriales y librerías, en las colas para ingresar a las salas y, también, en las tribunas al aire libre de la pista central de La Rural, a pesar del frío, donde muchos improvisaron picnics y mateadas. Allí, tradicionalmente, el gobierno porteño organizaba un recital con artistas de renombre como Jorge Drexler. Este año no hubo show, pero muchos se sumaron al baile folklórico en el stand de provincias como Santiago del Estero.
Desde las 19, la performance callejera de la artista Flavia Da Rin invitó al público a sumarse a los festejos por los 90 años de Puig, que se cumplirá en diciembre. Puigísima se desarrolló en los alrededores del ingreso de Avenida Sarmiento. El autor de Boquitas pintadas irrumpió en la piel de un gran muñeco, acompañado de personajes de su universo literario con música y procesión, animando a los paseantes a unirse a la gran celebración de las letras y la literatura. Unos diecisiete performers desfilaron hacia la entrada del predio para ingresar a la feria junto con el público. La formación, al estilo de una comparsa de carnaval, estaba integrada por diferentes personajes icónicos de sus ficciones: dos muñecos títeres manipulados por actores que representan al autor y a Rita Hayworth; una pareja de cabezudas señoras chismosas; una cabezuda Gladys Hebe Donofrio; un grupo de “manifestantes rosa-sábana” formado por performers y músicos -en colaboración con la Dirección General de Enseñanza Artística del Ministerio de Cultura de la Ciudad- y la artista drag Soy Vedette en el papel de Mimí Pons. Al cierre de esta edición, se esperaba el inicio de “Puig Revisitado”, una performance sobre su obra.
Durante toda la jornada, casi no quedó un sector de la feria sin gente. Volvieron las tradicionales filas para comprar libros, entrar a los baños y hasta para conseguir un pancho y una gaseosa. Si bien los que entraron después de las 20 se ahorraron los 450 pesos de la entrada, muchos gastaron eso o más en los puestos de comida: un café chico cuesta $240 y uno mediano, $300, lo mismo que cualquier gaseosa. Una medialuna, $180; un sándwich de jamón y queso, $500; una hamburguesa con queso y panceta $ 800.
La autora Florencia Bonelli fue una de las más convocantes del sábado. Después de su charla, a las 17.30, empezó a firmar ejemplares en el stand de Planeta. La fila daba varias vueltas por los pasillos y llegaba hacia afuera. Tres horas después, seguía firme con la lapicera en la mano. Tiffany Caligaris también reunió muchos seguidores de sus novelas juveniles en la sala José Hernández, que tiene capacidad para mil personas. Lo mismo lograron más tarde Darío Sztajnszrajber y Soledad Barruti, que recorrieron la actualidad y los mitos frente a un auditorio abarrotado en la charla “Comer, pensar, amar”.
“Estamos muy felices de volver y de poder compartir este espacio”, dijo el filósofo en su regreso a la Feria del Libro. Frente a mil personas, la dupla habló de filosofía, alimentación y vínculos sin dejar de lado el humor a la hora de profundizar en los temas que centran sus investigaciones, como el hambre, los malos hábitos alimenticios o la insatisfacción unida a ciertos consumos. A partir de referencias a la mitología griega, Sztajnszrajber y Barruti advirtieron, entre otras cosas, del peligro de “devorarse a uno mismo en pos de saciar el propio deseo consumista”. El autor de Filosofía a martillazos se centró en el caso de un rey mitológico “soberbio, arrogante y derrochón” al que la propia comida le daba hambre y que terminó saciándose solo cuando terminó por devorarse a sí mismo. “La exacerbación del hambre desenfrenado no puede terminar sino en una tragedia”, dijo Sztajnszrajber, antes de que Barruti mencionara la vigencia del mensaje que atesora el antiguo relato. Los dos firmaron libros y se sacaron fotos con sus lectores afuera de la sala cuando terminó la charla.
A la misma hora, en la sala Julio Cortázar, Eduardo Sacheri presentó su última novela, El funcionamiento general del mundo (Alfaguara), frente a unas doscientas personas que pudieron conocer de primera mano diversos aspectos sobre la intimidad de un escritor que también habló sobre los procesos creativos de su oficio. Sacheri contó que por primera vez decidió emprender un viaje como hace Federico Benítez, el protagonista de su novela. “Necesitaba recorrer los miles de kilómetros hacia la Patagonia para tomar notas e imaginar lo que podía pasar en ese viaje de cuatro días del personaje junto con sus dos hijos adolescentes”, dijo. En el cierre, contó al público la anécdota de cuando todavía no era tan conocido y fue a la feria a firmar ejemplares. Pero como no reunía público, se fue hasta el stand de Ediciones de la Flor para que le firmara un libro de cuentos su admirado Roberto Fontanarrosa. No se animó a decirle quién era. “Fue la última vez que lo vi”, confesó emocionado. Después de la charla, fue hasta el nuevo espacio “firmódromo” a encontrarse con sus lectores. Ya era de noche y hacía frío. Sacheri no quiso defraudar a nadie: se calzó una bufanda de lana, firmó autógrafos y se sacó fotos con todos.
En la previa del feriado del domingo 1° de mayo, Día del Trabajador, la Noche de la Ciudad continuaba hasta pasada la medianoche con stands abarrotados, multitudes en los pasillos y música de fondo.