Premio Príncipe de Asturias de Comunicaciones para George Steiner
"El lenguaje es lo que más me importa", expresó el profesor estadounidense
El ensayista estadounidense George Steiner ganó el premio Príncipe de Asturias de Comunicaciones por una obra que tuvo la virtud, según el jurado, de allanar las diferencias culturales entre distintas visiones del mundo.
El ganador del premio de 5 millones de pesetas (26.500 dólares), bautizado en honor del príncipe Felipe, heredero de la corona española, fue anunciado por el profesor de derecho Manuel Olivencia, presidente del jurado de intelectuales españoles que lo otorgó.
"Steiner... representa una síntesis armónica de tendencias opuestas en la visión del mundo, lo cual nos hace pensar en la posiblidad de un entendimiento general," dijo Olivencia.
Sus obras incluyen los ensayos "The Death of Tragedy" (La muerte de la tragedia), de 1961, "Language and Silence" (Lenguaje y silencio), de 1967, "Real Presences" (Presencias reales) de 1988, y "Errata: An Examined Life" (Erratas: Una vida examinada), de 1998.
El premio será presentado en una ceremonia que se celebra hacia fines de año en la ciudad septentrional de Oviedo, capital de Asturias.
Un estudioso de la cultura europea
George Steiner, profesor de Literatura Comparada en las universidades de Cambridge y Ginebra, intelectual y ensayista estadounidense, está considerado como uno de los más brillantes estudiosos de la cultura europea.
Autor de una extensa obra entre la que cabe destacar "Tolstoi o Dostoyevski", "Lenguaje y silencio", "Antígonas" o "Martin Heidegger", su más reciente publicación, en francés e inglés, este mismo año, es su ensayo "Gramáticas de la creación".
En él, Steiner, que considera que asistimos a una modificación sustancial del concepto mismo de persona, plantea las cuestiones sobre el origen y la evolución, la técnica y la espiritualidad de nuestras culturas, desde el Génesis hasta la actualidad.
Nació en París en 1929, en el seno de una familia judía de origen vienés, rodeado de libros y de música y de la tradición hebrea centroeuropea, y se educó en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, con maestros como Lévi-Strauss o Jacques Maritain.
Su familia, que había dejado Austria tras su anexión por la Alemania de Hitler, permaneció en la capital francesa hasta su invasión por las tropas nazis.
Exiliado en 1940 en Estados Unidos, cuya nacionalidad adoptaría más tarde, prosiguió primero su formación en el Liceo Francés de Nueva York. En las universidades norteamericanas de Chicago y Harvard y británica de Oxford, donde se doctoró, estudió primero Matemáticas y Física, y Literatura y Filosofía, después.
Actualmente imparte clases en Ginebra y Cambridge -donde es miembro activo del Churchill College- y ocasionalmente en Nueva York y Princeton, y su trabajo se mueve habitualmente en el campo de la literatura comparada.
Sin embargo, considera que el humanista no debe desentenderse nunca del lenguaje científico, porque de lo contrario "quedará al margen del mundo que viene y no podrá entrar en el debate sobre qué es la vida o qué la muerte".
Para este pensador, que fue trilingüe desde el nacimiento "porque mi madre empezaba una frase en un idioma y la terminaba en otros varios", "no existen lenguas pequeñas, porque todas ellas expresan universos distintos, y cuando muere una hay una posibilidad humana menos".
No obstante, el nuevo modo de comunicación, según él, conduce "a no preguntarse el porqué de las cosas".
Sus artículos han aparecido durante años en los semanarios "The New York" y "The Economist" y en el diario "The New York Times", y está considerado el referente de la crítica literaria de la segunda mitad de siglo.
"Quienes estudiamos y hablamos de la literatura y de las humanidades, vivimos cada vez más mirando al pasado. Nos hemos convertido en conservadores de un gran museo", ha dicho en alguna ocasión Steiner, quien en 1964 debutó en el terreno de la novela con "Anno Domini", también llevada al cine.
Con anterioridad había escrito "Tolstoi o Dostoievski" (1959), donde confrontaba las posturas de estos dos titanes de la literatura ante los grandes dilemas de la humanidad, y "Lenguaje y silencio", en el que el tema abordado era la recuperación del logos.
Considerado uno de los mejores ensayistas del siglo XX, es autor también de "La muerte de la tragedia" (1967); "En el castillo de Barbazul" (1971), y "Presencias reales" (1989).
En la novela "El traslado de A.H a San Cristobal" (1979) mezclaba, junto al tema del nazismo y el holocausto, otra cuestión que siempre le ha obsesionado: el lenguaje como vehículo del delito moral.
Sobre el papel de los intelectuales y su falta de compromiso reflexionaba en "Lecturas, obsesiones y otros ensayos" (1990), donde se recoge su famoso artículo "El intelectual y la traición".
De 1992 es "Pruebas y tres parábolas"; de 1996 "Pasión intacta", una veintena de ensayos y artículos escritos entre 1978 y 1995); de 1997 la autobiografía "Errata", y de 2001 su ensayo "Nostalgia del absoluto".