Premio Estímulo a la Escritura: se conocieron los seis proyectos ganadores
La palabra “estímulo” proviene del verbo latino stimulare, que significa aguijonear o pinchar. En el caso del Premio Estímulo a la Escritura “Todos los tiempos el tiempo” para obras en proceso, organizado en conjunto por la Fundación Bunge y Born, la Fundación Proa y LA NACION en el año de la pandemia, se entregan, en vez de aguijones, 300.000 pesos en seis categorías: ficción, no ficción, guion, dramaturgia, novela gráfica y libro álbum ilustrado. Los nombres de los ganadores y de aquellos que recibieron las menciones en cada disciplina se dieron a conocer esta tarde en una ceremonia presencial realizada en la librería de la Fundación Proa, en La Boca, y que se transmitió por el canal de YouTube ProaTV. Los anfitriones del encuentro fueron la actriz y cantante Alejandra Radano y el director teatral Alfredo Arias, uno de los integrantes del jurado junto con el crítico Pablo Gianera, la escritora Pola Oloixarac, que se encuentra en Barcelona, y la historietista Sole Otero, que participó del encuentro con un video grabado en Angoulême, donde realiza una residencia artística. Por algunas dificultades técnicas en la transmisión, Arias definió el acto como “una ceremonia experimental”.
“El concurso tuvo como eje central el concepto de estímulo, es decir, la idea de colaborar en la construcción de una obra, reconociendo que requiere tiempo y dedicación”, dijo Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación Proa. El director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, Gerardo della Paolera, destacó que la primera edición del premio había sido un éxito. “Estamos comprometidos a seguir”, agregó. Y Norberto Frigerio, director de Relaciones Institucionales de este diario, agradeció calurosamente a los jurados. “Fiel a su espíritu plural, LA NACION recibió con inmenso placer la respuesta masiva en casi todas las provincias argentinas. Un país federal representado en un premio nacional”, concluyó. Como suele ocurrir en entregas de premios, los ganadores habían sido notificados horas antes del anuncio y algunos de ellos estaban presentes en la ceremonia.
Los premiados y aquellos que obtuvieron menciones nacieron entre 1979 y 1993. En un 2020 para la historia, escritores e ilustradores de 20 a 40 años encontraron su tiempo para idear proyectos artísticos con originalidad y afán de experimentación. Se puede decir que, a su modo, el Covid-19 acicateó la potencia creadora: hubo más de 1100 presentaciones provenientes de localidades de todo el país.
Obras en tránsito
En ficción, la categoría con mayor cantidad de presentaciones, el premio lo obtuvo el libro de cuentos en desarrollo “El silencio de los dioses”, del marplatense Valentino Cappelloni (1992). “La obra tiene un horizonte amplio y responde a la consigna en un género propicio a la pandemia, con una especie de naturalismo sci fi -destacó Oloixarac-. Los relatos recorren distintos puntos del país y el autor utiliza la escritura para pensar nuevos escenarios, nuevos desafíos; sus relatos se centran en la percepción de sus personajes, que van desenhebrando la realidad junto con el lector, logrando un punto de vista propio”. Cappelloni, que agradeció en vivo el premio, estudió Artes Audiovisuales en la Universidad Nacional de las Artes y está a punto concluir su película Forastero en todas partes, sobre el escritor polaco Witold Gombrowicz. Su cuento “Una novia china” fue premiado en 2019 en la Bienal de Arte Joven y se publicó en la antología Divino tesoro. “Siento una alegría tremenda”, dijo.
En no ficción, el ganador fue el porteño Lucas Mertehikian (1986), por “Vidas en tránsito. Ensayos sobre pasaportes”. Gianera anticipó que el proyecto presentado es sumamente original. “Le hace plena justicia al ensayo al confundir con inteligencia el objeto sobre el que escribe con la escritura sobre sí mismo”. Mertehikian, que estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, cursa su doctorado en lenguas romances y literatura en la Universidad de Harvard, donde también es estudiante asociado del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos. Presente en Proa, el autor de Las listas agradeció el premio, “sobre todo por permitirme pasar más tiempo en la biblioteca”. En la categoría de guion, se premió a Nicolás Schujman (1986), por “Agustín y Agustín”. “Hay un misterio que toma la forma de una enfermedad extraña que se disemina por Mar del Plata y aparecen personas que pierden la memoria, un virus que de alguna forma remite a nuestro contexto. El tono es cómico y entretenido”, puntualizó Otero sobre el trabajo de este licenciado en Ciencia Política por la Universidad Torcuato Di Tella y director cinematográfico egresado de la Universidad del Cine. “Muy breve”, como dijo, Schujman agradeció a los organizadores y al jurado.
Patricio Ruiz (1989) ganó en el rubro de dramaturgia por “Rubbish: recital para maricas, viejas divas y albañiles” que, en palabras de Arias, “resume una potencia poética que no he leído en ningún otro lugar últimamente”. Para este jurado, “en la obra Ruiz construye una suerte de trío entre una evocación de Manuel Puig, un hombre que se constituye como deseo marginal y la aparición de esas eternas Rita Hayworth que están dando vueltas en la cabeza de Manuel [Puig]. Es un texto de una gran intensidad”. Dramaturgo, director y performer egresado de la carrera de Dramaturgia de la Escuela Municipal de Arte Dramático, Ruiz recibió los premios Tomás Terry 2016 a Mejor Dramaturgia Latinoamericana, Primer Premio en Dramaturgia del Fondo Nacional de las Artes 2017, Premio Germán Rozenmacher a la Nueva Dramaturgia 2018 y el Premio Argentores a Mejor Autor 2019. Tiene una banda: Putite de Mamá. El autor, oriundo de Azul, agradeció en lenguaje inclusivo a los jurados. “Si algo tenemos en común les maricas es la migrancia”, señaló. Emocionado, contó que sus padres habían fallecido durante la cuarentena.
¡Los ganadores del #PremioEstimuloALaEscritura! Gracias a todos por participar pic.twitter.com/UkduzGnya2
— Fundación PROA (@FundacionPROA) December 16, 2020
Dos rubros poco habituales en concursos locales se sumaron a “Todos los tiempos el tiempo”: novela gráfica y libro álbum ilustrado. El primero lo ganó Julia Mamone (1989), por “La madriguera”, y el segundo, los mendocinos Valentina Piedrafita y Juan Manuel Ceballos, de 35 y 32 años respectivamente, por “Un pullover hasta el piso”. Para Arias, el nivel de la novela gráfica premiada es “sorprendente; el estilo es algo grotesco, diría casi monstruoso: evita adentrarse en un tono gentil que a veces pueden presentar trabajos de esta categoría”. Otero resaltó la originalidad del punto de vista narrativo: “Se ubica dentro del género del ‘diario de la pandemia’, pero lo desplaza a un terreno distinto, de ficción, con elementos surrealistas y mágicos”. Mamone, presente en la ceremonia de premiación, nació en Villa Gesell y se define como persona no binaria. Participó de varias antologías, fanzines, muestras y catálogos nacionales e internacionales, y autoeditó dos libros: Alienígena (2018), que fue reeditado en 2019 por Hotel de las Ideas, y Piedra Bruja (2019).
Sobre “Un pullover hasta el piso”, Otero destacó el hecho de que se trata de una propuesta lúdica. “Es interesante el vínculo con la pandemia: en lugar de narrarla, le propone al niño un juego para pasar el rato”. Piedrafita se dedica a la música académica y es violista en la Orquesta Filarmónica de Mendoza. Desde hace varios años trabaja además en la creación de muñecos tejidos a crochet, tapices de crochet, cerámica y dibujo. Ceballos es imprentero y, desde 2010, publica textos en revistas literarias de Mendoza. Es autor de Nada (2011), libro de poesía lanzado por el sello del Proyecto Editorial Itinerante, y de Televisión (2012), publicado por la editorial Babeuf. Los premiados enviaron un videosaludo mudo desde Mendoza.
El jurado distinguió con menciones dieciocho obras en proceso. Los autores seguirán trabajando en ellas en clínicas de escritura interdisciplinarias coordinadas por los escritores Alan Pauls y Romina Paula. En ficción, las menciones fueron para Nicolás Correa, por “Simulacro”; Manuel Cantón, por “Teléfono”; María Belén de Franceschi, por “Nuestra forma de estar”, y Gala Jiménez, por “No todo es amor”. En dramaturgia, se reconocieron los proyectos de Pilar Fridman, por “Obra Delfina”; Leandro Airaldo, por “El giro de la tierra”, y Gonzalo Quintana, por “Gran Canarias del litoral”. Seguirán trabajando en sus proyectos de no ficción Verónica Volman (“Por Zoom”) y Hernán Ruy Lucero (“95-20”). Y en los suyos de guion, Amadeo Monzani, por “Servicio pendiente”; Ingrid Pokropek, por “A, ante, bajo”, y Paulina Muratore, por “Nobody’s Club”. En la categoría de álbum ilustrado infantil, recibieron menciones Mariana Ardanaz, por “El mar y yo”: Maia Debowicz y Daniela Arias, por “La ventana de Flora”, y Natalie Dzigciot e Inés Fraschina, por “Un gran viaje interior”. Por último, en novela gráfica, Sofía Álvarez Watson (conocida como “La Watson”) recibió una mención por “Fideos con tuco”, así como también Francisco Daels, por “Mykure”, y Andrés Kilstein y Lucía Ven, por “La última vez que una gaviota me robó”. En las seis disciplinas se permitía la presentación de obras en coautoría.
El sector cultural está entre los más castigados por la pandemia y las restricciones impuestas por las medidas sanitarias y todos los mecenas, sobre todo si aportan recursos económicos, son bienvenidos. Dado el éxito de la convocatoria, los organizadores estudian el lanzamiento de una segunda edición del premio durante el año que viene. Mientras tanto, la buena noticia es que para mayo de 2021 (aproximadamente) están aseguradas seis nuevas y estimulantes creaciones artísticas.
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