Premio, denuncia de plagio y renuncia en San Juan
La reconocida fotógrafa Nora Lezano reclamó que la obra “Tiempos de confinamiento Covid-19″, ganadora del premio Franklin Rawson, era una copia de una imagen suya; se reaviva el debate por los derechos de autor
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El jueves 26 de noviembre, luego de la reunión del jurado, el Ministerio de Turismo y Cultura de la provincia de San Juan, el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson y la Fundación Banco San Juan dieron a conocer los nombres de las ganadoras y los ganadores del Premio Franklin Rawson a las artes visuales, destinado a artistas sanjuaninos y que obtuvo Mariana Esquivel por su pintura Tiempos de confinamiento Covid-19. El primer premio adquisición entregó 80.000 pesos y el segundo, que fue para Adela Cortínez por el grabado Dehiscencia de los disidentes, 60.000. Ayer, la reconocida fotógrafa Nora Lezano realizó una denuncia de plagio en su cuenta de Instagram (@noralezano).
“El Museo Franklin Rawson de San Juan entregó, hace una semana, un primer premio adquisición de pintura de 80.000 pesos a la artista Mariana Esquivel por la obra Confinamiento –se lee al inicio del texto de Lezano–. Dicha obra es una copia de una fotografía de mi autoría, tomada en el 2019, que fue parte del disco Dutsiland del grupo Mi Amigo Invencible, y que también fue usada como pieza de difusión del álbum en diferentes medios gráficos y sitios de internet. Mariana Esquivel utilizó esta fotografía sin mi autorización y sin citarme, en una clara intención de ocultar la no originalidad de su obra. Esto perjudica a lxs autorxs fotográficos, así como también al público que tiene derecho a saber quién hace qué en el mundo del arte. Exijo como autora y como parte de InterArtis, la asociación de gestión colectiva que protege los derechos de todxs lxs fotógrafxs de la República Argentina, que el premio sea anulado, ya que vulnera un derecho (el mío) cuando debería protegerlo; la obra además tampoco cumple con las bases reglamentarias para poder participar del concurso”.
Según las bases, en el concurso no se admitirían obras que infringieran los derechos de autor, uso de imagen, propiedad intelectual o cualquier otro derecho de terceros. Lezano solicitó al director del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, Emanuel Díaz Ruiz, que reviera el otorgamiento del premio a Esquivel y que fuera retirado de forma inmediata. En caso contrario, iniciaría acciones legales. Consultada por LA NACION, Lezano dijo que este episodio visibilizaba lo que ocurre en el país con el uso y abuso de las imágenes fotográficas. “Es un desastre”, resumió.
Pocas horas después, Esquivel informó en un extenso comunicado que compartió en redes sociales que renunciaba al premio. Luego de rechazar la acusación de plagio y de caracterizar su trabajo como “cita visual” o “palimpsesto”, Esquivel destacó que en su presentación al concurso había anunciado que se trataba de una cita de la fotografía, de la que desconocía el nombre de la autora. Manifestó además que consideraba su pintura “algo nuevo creado”, porque había agregado elementos que no estaban en la foto original. En el anteúltimo párrafo, finalmente, hizo pública su renuncia y “rechazo” al premio. “En mis lecciones de meditación aprendí que el desarrollo depende de la iniciativa (algo que nunca cesa en mí) pero también que la maestría depende del amor”, expresó en alusión a un gesto de desapego. Por último, pidió disculpas al equipo del museo, a los jurados y a Lezano, “la autora de la fotografía referente”. En entrevistas, Esquivel había dicho que se había inspirado en Caravaggio y Ernesto De la Cárcova, sin mencionar nunca la foto en cuestión. En una publicación con destino de meme, Lezano invitaba a sus seguidores en Instagram a hallar las siete diferencias entre el óleo de Esquivel y su foto.
“El jurado se reunió en dos oportunidades, una luego del escrito de Lezano en sus redes sociales, cuando entra en conocimiento de su postura frente a este tema, y posteriormente se siguió en diálogo con Esquivel, tratando de escuchar y atender a los requerimientos de cada una de ellas con respecto al uso de imagen y propiedad intelectual -dijo Díaz Ruiz, director del Franklin Rawson a LA NACION-. Al renunciar Esquivel al premio, el jurado decide expresarse haciendo valer las bases y condiciones del concurso, que resguardan los derechos de autor y propiedad intelectual”. Integrado por el mismo Díaz Ruiz, Virginia Agote, ministra de Cultura de San Juan; Laura Adamoli, Eduardo Peñafort y Alberto Sánchez Maratta, el jurado hizo un descargo público, donde por dio anulado el premio a Esquivel y aceptó su renuncia. Al reconsiderar la nómina de premiación, Cortínez obtuvo el primer premio y Máximo Alex Astorga Lahoz, por La manifestación, el segundo premio. Hubo cuatro menciones.
Derechos en riesgo
Este episodio se asemeja al que tuvo lugar durante los meses de confinamiento obligatorio, cuando varios autores y lectores crearon espacios en internet para compartir en forma gratuita archivos en PDF de libros. Varios escritores criticaron esta acción, que violaba sus derechos de autor. Curiosamente, las editoriales que comercializan esos libros no intervinieron en el debate. El fotógrafo Alfredo Srur, presidente de Inter Artis Argentina, entidad de gestión colectiva con más de trescientos socios y que protege los derechos de las obras fotográficas, dijo a este diario que los fotógrafos son los artistas y trabajadores de la cultura “más vulnerados en cuanto a derechos de autor en el país”. Más allá de este episodio, que calificó como “triste”, Srur apuntó a la explotación de las fotos que hacen grandes corporaciones como Facebook, Twitter, Google e Instagram, y los canales de televisión y los medios gráficos. “Aparecen como obras que se crearon de la nada, sin reconocimiento del trabajo de los fotógrafos -remarcó-. Así se empieza a perpetuar la invisibilidad de los creadores”. Para evitar estos abusos, así como también que los patrimonios fotográficos de medios gráficos terminen literalmente en la basura, Inter Artis impulsa la reglamentación del uso y la preservación de las imágenes fotográficas. “No estamos en contra de la apropiación o la cita -dijo sobre la pintura premiada y ‘despremiada’ en San Juan-. Pero tampoco se puede hablar de apropiación cuando se oculta la cita”. Para Srur, el descargo de Esquivel fue “poco creíble e irónico”. “Respetando el derecho de autor, se posibilita el acceso a la información por parte del público y el cuidado del patrimonio fotográfico”, destacó.
El abogado Lucas Rizzo Arrivillaga, especialista en propiedad intelectual, asesora a los fotógrafos en la defensa de sus derechos. “La fuente de todo esto es que no se citan las obras -dijo-. Y eso está en la base del derecho de propiedad intelectual. Por otro lado, el público también derecho a no ser engañado y a informarse correctamente”. Rizzo mencionó la célebre foto de Marcos López, Asado en Mendiolaza, donde el artista recrea La última cena, de Leonardo da Vinci. “En ese caso, la obra citada es tan conocida que no era necesario mencionarla, pero esta situación del concurso se da entre dos obras con un año de diferencia”. El término de protección de una obra es doble: por un lado, es moral e infinito (el autor del Quijote siempre será Cervantes, mal que le pese a Pierre Menard) y, por otro, económico. En la Argentina, la ley de derecho de autor (la 11.723, de 1933) asignó a las fotografías un plazo de veinte años luego de realizada. Por la firma de un tratado internacional por parte del país, ese plazo se amplió a cincuenta años post mortem. El proyecto de los fotógrafos es ampliarlo a setenta años después de la muerte del creador, como pasa con los escritores y otros artistas. “Hay grandes fotógrafos que a los 45 años pierden el derecho sobre su obra”, graficó Rizzo Arrivillaga, que también criticó el uso que los medios gráficos y digitales, y los proveedores de internet que reproducen contenidos ajenos, hacen de las imágenes fotográficas. “Muchas veces se usan fotos y, en vez de poner el nombre del fotógrafo, se usa la palabra ‘archivo’”, dijo. Y por último señaló que la Argentina, “donde hay grandes escritores, cineastas, músicos y artistas”, figura entre los siete países que producen más ganancias por el derecho de propiedad intelectual derivado de los bienes culturales.
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