Premian las obras de escritores chilenos muy apreciados por los lectores argentinos
Alejandro Zambra, Benjamín Labatut, Cynthia Rimsky, Óscar Contardo y Juan Pablo Meneses, entre otros, ganaron en distintas categorías del premio nacional y el municipal de Santiago a la creación literaria
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Casi en simultáneo se anunciaron en Chile los premios que concede el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en diversas categorías, así como también los premios literarios de la Muncipalidad de Santiago de Chile. En ambos certámenes hay autores muy conocidos por los lectores argentinos, como Alejandro Zambra, Benjamín Labatut y Juan Pablo Meneses, y otros que incluso viven en nuestro país, como la escritora Cynthia Rimsky.
Los premios a las mejores obras literarias de 2021 del Ministerio de las Culturas (para los que hubo más de dos mil postulaciones) contemplan distintos géneros -novela, cuento, poesía, ensayo, dramaturgia- y también categorías como edición, memoria histórica y autores jóvenes. En la categoría de mejor novela publicada, el premio se lo llevó Alejandro Zambra por Poeta chileno; en poesía, el premio lo obtuvo Víctor López, por Conozco al mundo por la forma; en cuento, José Fliman por Balneario, y en escrituras de la memoria Mala lengua: un retrato de Pablo de Rokha, de Álvaro Bisama. Marcelo Leonart ganó en la categoría dramaturgia con Tú no eres, hermana, un conejo corriendo desesperado por el campo chileno; en la categoría de obra inédita fue reconocida Alia Trabucco con Limpia (novela), Nicolás Lange con Caminamos porque amamos algo (cuento), Luis Retamales con El puente (poesía) y Ángel Álvarez con El armario de los filósofos (ensayo).
En la categoría de mejor ensayo publicado, el reconocimiento fue para Óscar Contardo, con Antes que fuera octubre, sobre la revuelta de la “primavera chilena” en 2019. “Antes de que fuera octubre, publicado por Planeta, es un ensayo sobre los procesos sociales, políticos y culturales que explican el estallido de octubre de 2019 en Chile -dice Contardo a LA NACION-. La manera en que la elite política desatendió las señales de descontento e irritación incubadas durante las últimas décadas y la fractura entre los discursos exitistas y la realidad concreta de la mayoría de chilenos y chilenas”. Para otros países, el ensayo está disponible solo en su versión electrónica.
La ministra de Cultura del país vecino, Consuelo Valdés, declaró que los premios literarios nacionales se han convertido en “reconocimientos relevantes no solo para el sector del libro y la lectura, sino también para el mundo cultural en su totalidad”. Los ganadores recibieron un diploma y ocho millones de pesos (poco más de diez mil dólares), muy lejos de las devaluadas cifras de los premios argentinos públicos y privados.
A inicios de este mes, se conocieron los ganadores de la 81ª edición del Premio Municipal de Literatura de Santiago, creado en 1934. El Jurado del Premio Municipal de Literatura 2020-2021 fue presidido por el novelista, cuentista y ensayista Carlos Franz; él y dieciocho académicos, escritores y críticos evaluaron los 613 títulos postulados en los géneros de novela, cuento, poesía, edición, referencial, investigación periodística, ensayo, literatura juvenil y literatura infantil. Este premio concede un diploma y dos millones de pesos (unos 2500 dólares).
El premio a la mejor novela fue para Un verdor terrible, de Benjamín Labatut. La primera novela de este autor cosechó elogios en todo el mundo; días atrás, The New York Times la eligió como uno de los diez libros de 2021. “Un verdor terrible opera mediante la yuxtaposición de varios relatos híbridos que tratan sobre la genialidad científica y su ambición de razonar totalmente el mundo, ambición que sus sujetos pagan, a veces, perdiendo la propia razón”, se lee en el fallo del jurado.
“Para mi carrera (nunca imaginé que iba a tener una carrera, pocas cosas me desagradan más que correr) los premios son muy importantes -dice Labatut a LA NACION, desde Santiago-. Para la gente que me quiere también. Y para las editoriales que han confiado en mí significan el mundo. Pero a mí no me importan. Nunca he leído un libro o un autor que se haya ganado el Booker. No sabía que existía el National Book Award. Tampoco sabía que el New York Times hacía una lista anual. Sencillamente no le doy valor a los premios ni a los rankings. No le agregan nada a un libro. Los libros malos son malos aunque se ganen mil premios. Y la lista de desgraciados que tienen carreras luminosas es interminable”. Para el autor de Un verdor terrible, el premio es el libro. “Porque los buenos libros contienen algo muy misterioso, algo que incluso no se puede adjudicar directamente a su autor; esa es una magia particular, que no tiene nada que ver con jurados -agrega-. Escribir, y cuando digo escribir en el fondo quiero decir vivir, en gran parte tiene que ver con encontrar o cultivar algo de valor dentro de ti mismo, una pequeña pepita de oro, algo que se demora muchísimo en crecer y que puede desaparecer en un instante, pero que te da una riqueza que no requiere elogios, que no requiere de la aprobación de los demás”.
En la categoría de cuento, ganó Simón Soto, por La sangre y los cuchillos; en poesía, Rosabetty Muñoz, por Técnicas para cegar a los peces; en ensayo, Joaquín Trujillo, por Andrés Bello: libertad, imperio, estilo, obra que “interpreta la obra y vida de Andrés Bello, ofreciendo nuevas perspectivas para entender el poder que tuvo su palabra en la fundación cultural de la República de Chile”, según el jurado. En la categoría de géneros periodísticos, ganó Juan Pablo Meneses, por Un dios portátil, donde explora la religiosidad contemporánea con un enfoque original.
En el género referencial, la ganadora fue Cynthia Rimsky, escritora que reside en la Argentina desde hace varios años, por La revolución a dedo. “No me preguntes qué es la categoría referencial”, dice Rimsky a LA NACION. El libro salió antes de la pandemia en Chile y entró en la colección Mapa de las Lenguas de Penguin Random House, por lo que se publicó en simultáneo en octubre en países latinoamericanos y España. En La revolución a dedo, el proceso revolucionario en Nicaragua es observado en tiempo real por una joven de veintidós años y por una mujer de cincuenta años que transcribe los cuadernos de esa joven y busca en el presente las huellas que quedaron de la revolución. “Es un horror lo que quedó”, acota Rimsky. En un segundo texto, el mismo personaje femenino, a los 45 años, viaja desde el Chile posdictatorial hasta Nicaragua.
“Mis libros son superpolíticos en el sentido de que pongo en valor lo que no se ve de la política: los bordes -dice la autora-. Nunca trabajo sobre los personajes influyentes ni el poder sino sobre los lugares alejados del poder, y me detengo en los pequeños gestos políticos a los que no se les da valor o no tienen participación dentro de la política. Mi trabajo trata de hablar de eso no desde la épica, sino desde la duda, desde la ironía, para encontrar otra forma de narrar esos procesos que fueron tan importantes”.
En el género edición, el premio se lo llevó la obra La Unidad Popular y la Revolución en Chile, de Mario Garcés; en literatura infantil, Beso de buenas noches, de Andrés Kalawski y Joaquín Cociña, y en literatura juvenil, Casa propia, de Ernesto Garrat.